lunes, 10 de marzo de 2025

Cómo destruyeron la seguridad en la provincia de Buenos Aires


por Jorge Aquino*

Es tema cotidiano para los bonaerenses: todos los dias vemos hechos de inseguridad, muchos muy violentos, donde la impiedad y la muerte son cuestiones habituales. Observamos un empoderamiento salvaje de la delincuencia y nos preguntamos: ¿Qué nos pasó? Para tratar de responder a situación tan crítica he tenido varias charlas con protagonistas directos, altos oficiales de la fuerza que piden reserva de sus identidades, y recolecté testimonios que habitualmente no salen a la luz porque quienes se atrevan a opinar y si trabajan en el estado, con seguridad serán perseguidos por el poder político y sufrirán represalias. En ese punto todos los políticos tienen la misma actitud: no hay disenso la norma es el felpudismo.

Comencemos diciendo que según fuentes muy confiables hasta el 2002, la policía funcionaba muy diferente. El mando estaba unificado en la sede central en La Plata, y el jefe de Policía que era policía, participaba en las reuniones de gabinete y sus conceptos eran  escuchados y valorados. Hoy ese edificio es el Ministerio de Seguridad y es el refugio de cuadros políticos que poco o nada tienen que ver con la seguridad, donde quien fuera y volvió a ser ministro su acción más destacada fue ensuciar la escena del crimen del fiscal Alberto Nisman.  La seguridad al servicio del interés político de turno. Seguridad no, show sí. Hasta ese año existía lo que se conocía como averiguación de antecedentes que facilitaba la acción policial, hoy le cambiaron el nombre pero los fiscales no lo aplican. Por otra parte en cada comisaria había 3 o 4 patrulleros y 20 vigilantes por turno y eso con una dotación de 50.000 hombres. Hoy con 150.000 hay dos o tres vigilantes en las comisarías y eso incluye custodiar a los presos. Y cuando tienen 2 patrulleros están en la gloria aunque seguro uno de ellos no anda. Como decíamos en ese momento todo se ordenaba desde la comisaria. Hoy hay 4 comandos más la comisaría, y la calle está desprotegida. Algo falla. Sin duda que falla: cómo con el triple de gente no hay presencia en la calle. Claro los patrulleros necesitan nafta, y le ponen a veces un tanque cada 15 o 20 días, que lo provee la municipalidad a veces lleno a veces 10 litros. ¡Qué puede hacer un patrullero con eso! 

 Esto no es nuevo pasó siempre, pero hay más hechos. La policía como toda fuerza armada debería

tener espíritu de cuerpo, pertenencia, sentirse parte de la institución, eso lo da el compartir, ir a formarse a una misma escuela, sufrir junto con los compañeros, tener buenos momentos también con ellos, desarrollar camaradería y compromiso. Hoy se descentralizó: van a diferentes universidades, no se conocen entre miembros de una camada, no tienen lazos. Ese conocimiento que hace que ex compañeros en diferentes puntos de la provincia puedan conseguir información en forma ágil y confiable. Eso se está perdiendo. ¿Un verdadero policía quiere ser policía? Hoy es una fuente de trabajo más, y si solo es una fuente de trabajo: ¿quién arriesga la vida por su trabajo como un deber?

Pero ahora vamos al predominio de lo político. Hoy si la policía pide un allanamiento a un fiscal o un juez, este qué hace: habla con el intendente para ver si lo concede o no y pasa que muchas veces la persona involucrada tiene relacion con la política y le dicen: “No, déjelo.” Y en otras épocas que el trato entre los jueces, fiscales y oficiales de justicia con la policía era respetuoso y colaborativo, hoy es de destrato. Llega al punto de que se produce un homicidio y le dicen: “Infórmeme mañana a las diez de la mañana”, cuando antes el juez se trasladaba de inmediato al lugar del hecho con secretario y oficiales incluidos.

Esto tiene sus secuelas también en otras áreas, como pedir una grúa para retirar algún coche abandonado o siniestro, o un cadáver: o no hay morguera o no tienen nafta. Y ni hablar de la famosa patrulla ciudadana. La hemos observado pasar a la misma por un volquete incendiado y seguir de largo y no informar a los bomberos. Y cosas peores como cuando tanto los patrulleros y las motos están de animada charla con conocidos motochorros y guay que un policía les pida algo porque le contestan: “Le voy a decir al secretario de Seguridad” y acto seguido la carrera del policía terminó. De qué seguridad hablamos si se dedican a cuidar a los delincuentes.

Pasa lo mismo con los juzgados. Hay algunos que tienen tal maltrato hacia los policías que ninguno quiere llevar un caso Y algo de toda la vida: el equipamiento, tanto edilicio como funcional, edificios ruinosos, falta de equipos e insumos, condiciones de trabajo paupérrimas. ¿Cómo se pretende eficiencia en estas condiciones? Además del descaro de los políticos tipo Insaurralde que la policía conoce. Y qué nos extraña si un juez de la Corte Suprema alquilaba una propiedad para que se use como prostíbulo. Era coherente: siempre junto a los delincuentes, y políticos amigos, obvio.  

Hay otros inventos como la Comisaráa de la Mujer,  para que si las oficiales mujeres lleguen a ser comisarios. Hoy la mujer está integrada a la fuerza y no hay lugar para machismos de otros tiempos, es solamente crearles un ámbito a determinadas minorías como los pañuelos verdes para difundir sus propuestas a cambio del favor político.

Dice la gobernación que compró 10.000 patrulleros: en la provincia hay 1.200 comisarías por lo tanto tendrían que tener entre 8 y 10 patrulleros cada una y ya vemos lo que tienen. ¿Dónde están? ¿Por qué no se ven? A la policía -que no está exenta de cuestionamientos- la han llevado a un estado de impotencia. Si algún jefe policial se anima a llevarle estas cuestiones al intendente, éste lo ignora y si insiste firma su sentencia. Nadie hace nada. Es un tema que trasciende un partido político. Hay que barajar y dar de nuevo. Todo el sistema falla, de alguna forma la ciudadanía debe intervenir, los vecinos que son los directos interesados deben estar informados, y deben poder actuar en defensa de sus derechos, claro se necesita un cambio cultural que termine con la cultura del lumpen y los lazos de ese lumpen con la política, una de las cuales es el zafaronismo. 

La información la proporcionaron altos oficiales de la Policía Bonaerense que solicitaron la reserva de sus identidades.

   (*) Contador publico y periodista