por Jorge Aquino*
En sintonía con mis amigos y vecinos esta vez quiero ocuparme de un tema que tiene muy preocupados a todos ellos: la seguridad. Vemos con preocupación la vuelta del zaffaronismo y la mirada condescendiente hacia la delincuencia. Vemos móviles que se pasean no sabemos para qué, ni tenemos noticias de alguna intervención positiva de estos pseudos vigilantes que ni las calles conocen y que no se aventuran mas allá de las arterias más concurridas. Aparentemente sólo buscan hacerse ver.
La situación es alarmante y voy a hablar de lo que conozco y vivo. Enfrente de mi casa paterna donde hoy vive un hijo mío, en Monte Chingolo, hay unas canchas de fútbol donde unos vivos que fueron prohijados por el ex intendente Diaz Perez organizan campeonatos de fútbol que juntan cientos de personas que alteran la vida de los vecinos. Es en el predio del ex Ferrocarril Provincial, en Pitágoras entre Cavia y Monasterio. Allí algunos aprovechados hacen y venden parrilladas improvisadas en las veredas y en las mismas veredas hacen sus necesidades sin respeto alguno por los vecinos, incluido música a todo volumen hasta altas horas de la noche. Pero eso es sólo la punta de un iceberg: Allí hay un negocio millonario sobre bienes que los vecinos luchamos para preservar la ocupación y ganar un espacio público, como siempre los políticos entienden espacio público como negocio para ellos, quien hace explotación del predio cuando se le reclama hace gala de sus relaciones políticas y su supuesta impunidad, quizás tenga razón esta situación la denuncie hace un
par de meses en la municipalidad obviamente no hicieron nada, que se puede esperar de un burro sino una patada. ¿Y la oposición? ¡Bien gracias! Se ocuparon del tema y todo lo que ofrece la municipalidad es hacer sanitarios para que no meen en las veredas de los vecinos. No hablo nada de perseguir a los transas que pululan en esos campeonatos, donde obviamente tampoco contamos con la policía que se sabe que cuando hay una denuncia contra alguno de ellos inmediatamente el transa sabe quién lo denuncio. No en vano soy profesor y de lo que pasa en el barrio me entero, pero hay más: los vecinos quieren una plaza en ese lugar, un espacio de recreo y esparcimiento para sus hijos con suficiente seguridad como cuando Chingolo era un rincón olvidado que vinimos a colonizar. Los chicos se criaban en comunidad jugaban hasta cualquier hora y religiosamente tomaban el mate cocido en la casa de alguno de los vecinos que se asomaba y si notaba que están alli lo preparaba para todos ellos.Fuimos los dueños de nuestro lugar, hoy la calle es del lumpen, de los transas y de los chorros. ¿Cuándo surgió esto? ¿Cuando la pobreza se convirtió en lumpenaje? ¿Quién es el culpable? Fácil el negocio de la política que utiliza a ese lumpen como mano de obra política. Recordar el Batayón militante en las cárceles. A veces me pregunto: ¿Es tan delirante pedir seguridad? ¿Es un pedido tan difícil para los políticos? Vivimos en un sistema capitalista, todo tiene precio y de ser asi este debe ser un gran negocio porque nada se hace para solucionarlo.
(*) Contador y profesor