domingo, 20 de octubre de 2024

En Lanús el tiempo se ha detenido

 Jorge Aquino*

Hoy recorriendo La Defensa me sentí transportado en el tiempo. Hace mucho que no me muevo en el mundillo de la política local, muchas cosas han pasado en ese espacio de tiempo, sin embargo, por un momento sentí que en Lanús el tiempo se ha detenido. Me sorprendí de leer hechos y opiniones que me llevaron a situaciones de hace veinte o más años: las mismas historias, los mismos problemas, las mismas caducas ideas, repetir una y otra vez slogans sin sentido, un juego de marketing personal de algunos personajes que ni sé donde salieron, y mediocridad nunca superada, mucha mediocridad. Realmente no puedo entender cómo pasan los años y no dejan nada en la mente de estos supuestos dirigentes. Nunca se distinguieron por su brillantez pero yo los respeté siempre por su pasión militante y su genuino interés por su gente. Hoy lo veo muy distinto, en principio declaraciones claramente insostenibles, cero autocritica y las mismas chicanas de siempre: que el neoliberalismo, el capitalismo egoísta, los poderes opresores del norte, el clientelismo, la dádiva como estrategia y el divismo de una figura que siempre despreció al peronismo y que nos llevó al desastre, la genuflexión como cultura política.  Me siento como dice el tango con el peronismo: “Lo que más bronca me da es haber sido tan gil”, sí tan gil como para creerles por casi toda una vida. Aclaro nunca les creí a los Kichner, no me sorprenden los resultados es lo mismo que ya habían hecho en Santa Cruz y que yo ya conocía, pero si creí en el peronismo. Mas hoy habiendo vivido mucho no puedo creer en la degradación en que estamos envueltos.  Yo nací en un hogar peronista, un padre dirigente sindical del gremio del calzado, con un fuerte sentido del honor que siempre pensé que significaba la impronta peronista, era tal que pudiendo conseguir uno de los chalets de aquella época que merecía largamente no lo aceptó porque pensaba que quizás no viviera los 20 años del crédito y no quería dejarle una deuda a su hijo, y fuimos a vivir a Chingolo en un ranchito de chapas de cartón que hizo con sus toscas manos de zapatero. Y para mí ese
era mi legado, el honor y el compromiso.  Lo que nunca pensé era que aquellos que nos conducían no tenían los mismos valores, la letra de las ideas son livianos como una hoja al viento si el sentido del honor no lo sostiene, y lamento haber pasado una vida para darme cuenta. No voy a abundar en diatribas contra toda una bien llamada casta, quiero hacer notar sólo un punto: decía el general Perón que hay una sola clase de hombres los que trabajan, imagino que ningún peronista discutirá esta verdad, si es así como podemos aceptar una pretendida conducción de Máximo Kirchner que nunca trabajó, y la madre de este esperpento quiere conducir el PJ y la claque de genuflexos hacen cola para postrarse ante ella. ¿Aacaso 20 años no son nada? Estuvieron ese tiempo en el poder y miren como estamos o realmente piensan que esto es culpa de Milei o creen que somos tan estúpidos para comernos esa galletita.

 Llevo 40 años de docencia, aun no me jubilé, 50 de profesional soy contador por mandato de mi viejo, y tengo otro titulo más, pero nunca dejé de ser el chingolero hijo del zapatero, y he tenido el orgullo de ser profesor de los hijos de mis amigos que se criaron conmigo en Chingolo city y fui a la docencia por mi compromiso con mi gente. Nunca gané dinero ni pretendí ascender ni acaparar horas, yo entendía que lo mejor que podía hacer era decirles a mis alumnos que ellos también podían, que yo  no era ningún fenómeno sino uno más como ellos y ergo ellos podían hacer lo mismo y más y tengo el orgullo que muchos de ellos lo han hecho. Como decía John Lennon: “Dirán que soy un soñador, pero no soy el único”.

(*) Contador y profesor