lunes, 10 de junio de 2024

Unidad y organización para dar vuelta la tortilla


por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com

Nuestra dolorida Argentina sufre una tragedia de proporciones. La miseria campea en amplios sectores del pueblo y ya hay millones de personas en medio o al borde de la desesperación. Para colmo no tenemos idea de cuando puede terminar este drama. Es más: parece no tener final. Algunos millones de personas, mayoría electoral en octubre del año pasado, hicieron posible que un desquiciado, mascarón de proa de poderosos intereses económicos y financieros, ocupe la titularidad del Poder Ejecutivo en nuestro pais. Votaron ciegos de odio y con un sólo norte: sacarse las ganas de ganarle al peronismo.  ¿Para qué? Para contribuir con su voto a sumirnos en la indignidad, en extremas necesidades y colaborar en el descuartizamiento de nuestro país por quienes -las pruebas están a la vista- no hay canallada que dejen por hacer actuando con un cinismo nunca visto en nuestra historia. El odio al peronismo, multiplicado hacia el kirchnerismo, promovido y estimulado por sus enemigos tradicionales, prendió en distintos sectores de nuestra sociedad y así se logró agrupar una masa de votantes que, con su apoyo a la derecha política brutal que hoy gobierna, abrió las puertas del infierno para el sufrimiento de la totalidad de los argentinos. Así estamos. Nunca, en gobiernos elegidos por el voto popular, se padeció una situación tan dolorosa como la actual. Convengamos, también, que nunca antes, como pueblo, los argentinos fuimos tan complacientes, soportando pasivamente semejante castigo. Es como si estuviésemos adormecidos, aguantando resignadamente los latigazos sobre nuestras espaldas y sobre las espaldas de nuestros compatriotas..

Hoy ciertas cosas nos llenan de vergüenza. Y de dolor. Estamos inmersos en un territorio cenagoso, plagado de inmoralidades  ganado por la crueldad y la estupidez. El Parlamento Nacional se ha convertido en el sitio de la indignidad. Sin excepciones. El sujeto que por obra de votantes extraviados hoy ejerce la presidencia de la Nación se ha permitido insultar en todos los términos posibles a la totalidad de legisladores y legisladoras. En más de una oportunidad calificó al Congreso como "un nido de ratas" y destinó hacia sus integrantes todo tipo de agravios. Nadie de ellos ni de ellas, cuando lo tuvieron frente a frente, fueron capaces de plantarse y responder a tales ofensas. Nuestros diputados, diputadas, senadores y senadoras no supieron defender , ninguno de ellos ni de ellas, su honor ni el mandato de quienes los votamos. Tal vez, nunca como ahora, se observó en el Parlamento Nacional tal cobardía y adocenamiento. Lejos de atender las severas necesidades de nuestro pueblo, estos parlamentarios, ellos y ellas, adoptan una actitud cómplice con los verdugos que hambrean al pueblo y deciden el remate  de nuestro patrimonio nacional. Atornillados a las bancas estos parlamentarios, ellos y ellas, anteponen la defensa de sus privilegios, que son muchos, al cumplimiento de sus deberes. No salen de la rosca parlamentaria ni de los parches a proyectos que proponen la destrucción de todas las conquistas obtenidas por nuestro pueblo. A la hora de jugar a fondo contra el actual gobierno que los ataca a cada instante, en lugar de responder a las agresiones con hechos concretos,  meten "violín en bolsa" y aguantan los cachetazos como gallinas asustadas. 

Menos mal que como tenues luces en las tinieblas algunas voces se escuchan. No son suficientes aún pero algo es algo. Desde la CGT Pablo Moyano convocó a las delegaciones regionales parece que dispuesto a dar batalla. El dirigente social Juan Grabois, por su parte, produce algunos hechos que ayudan a pensar que no todo esta perdido y que el camino a seguir es el que conduce a las luchas populares. Veremos. En un país como el nuestro, con tanta historia y tantas jornadas heroicas protagonizadas por el pueblo, sería una falta de respeto hacia todos los que cayeron por pelear contra las injusticias, no mantener viva la esperanza.  No olvidemos que también somos millones quienes no  queremos este descalabro descomunal. Si nos unimos y organizamos daremos vuelta la tortilla.Seguro.

   (*) De Iniciativa Socialista