La Iglesia Adventista del Séptimo Día del Margarita Weild 1842, tenía como remanente de refacciones que habían efectuado en ese templo (foto) una decena de tremendas bolsas de escombro apiladas en su vereda. El sábado, La Defensa pudo ver cómo las cargaban en un carro tirado por un pobre caballito que literalmente no podía con su cruz. Rápidamente La Defensa llamó a Emergencias al 132, una operadora tomó la denuncia pero el patrullero nunca llegó. Mientras tanto este cronista fue a reclamarle a los responsables del templo por la brutalidad cometida -amén del delito- y recibió dos respuestas que lo dejaron dudando de la piedad y la sinceridad cristiana: —¿Es suyo el caballo que se preocupa tanto?- replicó la “sensible” pastora. Y por su parte el pastor, preocupado para que la feligresía asistente al culto no se enterase del suceso, decía ofendiendo la inteligencia: — ¡Yo no sé nada, vinieron unos muchachos y cargaron las bolsas y se fueron!
Vano fue apelar al sentimiento debido hacia las personas no humanas, ni a los valores cristianos, ni a que estaban ayudando a cometer un delito ya que la tracción a sangre está prohibida, ni explicarles que la basura del templo iría a parar a la puerta de algún vecino de Lanús. Los representantes de la fuerza del cielo en este barrio, permanecieron inmutables y la Protección Ciudadana, ausente sin aviso.
