por Miguel Ángel Reguera*
Nadie puede evitar que llueva en un par de días el promedio de todo el mes de marzo, pero puede pasar, porque ya ha pasado otras veces. De ahí, los pisos de las casas levantados, las veredas elevadas, las compuertas de madera o las bolsas de arena preparadas ante las primeras gotas. Pero cabe preguntarse qué se hizo durante los últimos años para evitar consecuencias graves de las inundaciones:
¿Qué pasó con las bombas depresoras de las napas? ¿Qué pasó con el artefacto submarino que limpiaba arroyos de Lanús hasta llegar al arroyo Sarandí? ¿Qué pasó con las obras de Edesur que además de romper veredas para pasar cables, rompieron caños pluviales que nunca fueron reparados como bien saben los vecinos? ¿Qué pasó con las obras de pavimentación que no incluyeron bocas de tormenta o las obras de asfalto que cada vez levantan más el nivel de la calzada, volcando el agua de lluvia hacia las aceras y domicilios? ¿Qué pasó que no hay un sistema de alerta para que se prohíba circular colectivos y vehículos de gran porte, al menos por un par de horas hasta que baje el agua acumulada en calles y domicilios?
Hay mucho que hacer: limpiar desagües cloacales y pluviales, pensar en construir reservorios de agua debajo de espacios públicos para luego ser bombeados al pasar la tormenta, acordar con partidos vecinos la realización de obras y compras de maquinarias, etc. Pero lo que está claro es que los habitantes de Lanús merecemos respuestas de las autoridades respecto de lo que se hizo y lo qué se va a hacer para evitar la angustia, la afectación de la salud, el daño a las propiedades y lo más importante, preservar la vida de los lanusenses ante fenómenos meteorológicos como el vivido en estos últimos días.
(*) Jubilado docente