por Omar Dalponte*
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Aquí estamos y así son las cosas. Hoy, en la Argentina de principio de 2024, un personaje extraño es titular del Poder Ejecutivo Nacional. Resulta difícil decir, “un tal Milei es el presidente de la Nación”. Porque es difícil aceptar como presidente a alguien que uno siente que no lo representa y que, con su comportamiento, a pocos días de haber asumido, ha creado un clima que alteró la seguridad y tranquilidad de los argentinos. No veníamos de ser parte de lo mejor del mundo. Es verdad. Pero por lo menos nadie sentía que podía perder su empleo así porque sí. Nadie, tampoco, a pesar de sufrir necesidades que realmente lo afectaban, imaginaba que tomar un par de colectivos para ir a trabajar requeriría utilizar una porción importante de su salario diario. NI se podía pensar que quien con sumo esfuerzo había logrado juntar algunos pesos, hoy viviría con el Jesús en la boca temiendo que le roben sus ahorros. Seguro que muchos de aquellos que por bronca al peronismo (especialmente al kirchnerismo) votaron a este señor que pretende impresionar a la gente vociferando, poniendo cara de malo y manipulando una moto sierra, ahora se hacen cruces cuando deben echarle unos litros de nafta al auto, anular la comodidad reservada para sus breves vacaciones y ni que hablar cuando piensan en el aumento sideral de las prepagas o del colegio privado. Al llegar el mes de marzo, si la cosa sigue así, comprar útiles para los pibes será dramático para millones de argentinos. Estos días de fin de año, sin dudas, han sido muy amargos para gente que no pudo poner en su mesa lo necesario para pasar, más o menos dignamente, las tradicionales reuniones de Navidad, fin de año y la llegada del que viene. Miles de familias están desesperadas por no poder renovar sus alquileres debido al altísimo costo de los mismos. Un verdadero
suplicio. Mientras tanto, en las pantallas de la televisión pudimos ver un espectáculo que, en verdad hizo sentir vergüenza ajena. Un hombre que hoy ocupa el principal lugar de la Casa de Gobierno, Javier Milei, rodeado de personas que ejercen cargos públicos importantes, saludando risueñamente a la plaza vacía fue una deslucida estampa fellinesca ideada quién sabe por qué mente afiebrada. De que reía ese elenco de aspecto carnavalesco junto al sujeto que saludaba a la nada golpeándose el pecho? Sinceramente: una fantochada mayúscula que, tal vez, pensaron podría manejarse mediáticamente agregando a la escena un público que nunca estuvo en el lugar. No fue una idea feliz. Esa imagen de ridiculez extrema hoy circula dentro y fuera de nuestro país mostrando a sus protagonistas, incluido el “presidente”, para ser el hazmerreir de millones de personas. Y no es para menos. El hecho de que el balcón de Perón donde también alguna vez habló Alfonsín, haya sido utilizado como cuadro de un sainete de baja calidad, no nos deja bien ante los ojos del mundo. A veces ciertas groserías son como tiros que salen por la culata.Sufrimos un presente dificilísimo. Y negros nubarrones anuncian un futuro de penurias. Serios riesgos amenazan la continuidad del funcionamiento de las instituciones republicanas y es de público conocimiento –lo dicen algunos diputados nacionales- que el gobierno tendría la intención de clausurar el Congreso. Hay deplorables antecedentes en geografías cercanas que entusiasmarían a los mandantes de Milei y sus acompañantes. Los de Juan María Bordaberry en Uruguay en la década de 1970. Y también el autogolpe llevado a cabo por Alberto Fuyimori en Perú allá por 1992. Ojo, no es descabellado pensar en estas cosas. Pruebas al canto: Decreto de Necesidad y Urgencia y Ley ómnibus que se pretenden imponer no son chistes de mal gusto. Son realidades.
Otra intención tenebrosa estimulada por el deseo de obtener la suma del poder público para rematar a la Argentina a gusto, es decidir la intervención de la Provincia de Buenos Aires. Desde 1946 hasta hoy –según registra la memoria de este cronista- nunca, durante ninguno de los gobiernos, hubo un enfrentamiento tan marcado como el que en la actualidad existe entre el gobierno nacional y el provincial. ¿Cuánto puede durar y como puede terminar este enfrentamiento? Hasta ahora sólo Dios lo sabe. Pero sí podemos conjeturar que en una situación de irracionalidad como la producida por este gobierno que pretende una Argentina para muy pocos, las peores cosas son de esperar. ¿Y entonces? Entonces es imprescindible comprometerse con la defensa de la democracia y prepararse para dar batalla desde y como se pueda contra todo intento de implantar una dictadura en cualquiera de sus formas. En nuestro rol de militantes peronistas debemos reclamar a los compañeros que conducen el Partido Justicialista de cada distrito y localidad, hacer de las Unidades Básicas, núcleos militantes y de cada casa peronista, una trinchera de lucha en defensa de los derechos constitucionales, del patrimonio nacional, de la integración territorial de la Patria, de la reafirmación del peronismo y de la unidad con todas las fuerzas nacionales y populares por una patria definitivamente, libre, justa y soberana.
(*) De Iniciativa Socialista