por Omar Dalponte
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Se hace el loco porque cree que va a asustarnos. No conoce al pueblo argentino. Millones tenemos claro que clase de pájaro es este esperpento. Javier Milei es un sirviente de los enemigos del pueblo que pretenden destruir a la Argentina. Todo indica que uno de sus amos es Mauricio Macri. Algunas historias se repiten generalmente de manera grosera, y si las originales fueron malas las fotocopias suelen ser peores. En la década de 1990, los gerentes de los monopolios locales y de intereses foráneos utilizaron a otro personaje, Carlos Saúl Menem, por supuesto más pícaro que este lagañoso que hoy intenta impresionarnos diciendo barbaridades al por mayor. En aquella época, todo parecía resuelto a favor de las clases dominantes y en perjuicio de los más humildes. Las festicholas en la Quinta de Olivos, la joda de la pizza y el champán y el remate del patrimonio nacional fueron algunos aderezos que enriquecieron los platos servidos en los banquetes dónde las patronales gozaron de sus privilegios e hicieron gala de su soberbia frente a las penurias de los laburantes. Fueron diez años terribles, pero al final las luchas populares impidieron la reelección de Menem y la denominada Alianza para el Trabajo la Justicia y la Educación ganó las elecciones en 1999. No fue para mejor y nuevamente, la resistencia del pueblo produjo el naufragio de esta alianza en 2001. Lo demás es historia conocida, pero lo cierto es
que se llegó a aquella situación por la tremenda descomposición en que se hallaba el país tras la tragedia menemista. El personaje farandulero de aquel entonces, que los poderosos exhibieron como mascarón de proa, lo reeditan hoy poniendo en escena a Javier Milei en una versión mucho más grosera y asquerosa. El 19 de noviembre el pueblo decidirá con su voto y esperamos que la próxima elección sirva para demostrarle a este cachivache que los argentinos, cuando la Patria está en peligro, sabemos poner las cosas en el camino correcto. Mientras tanto, aquí en Lanús, uno advierte que, felizmente, se han encendido luces que permiten concebir esperanzas. Hemos vencido electoralmente al macrismo y este hecho histórico abre la posibilidad de reparar el daño que se le ha causado a nuestro distrito. También, si nuestros nuevos representantes cumplen con su deber y gobiernan como corresponde, será muy posible encaminar a Lanús por la senda del progreso y del bienestar para todos. El peronismo y sus aliados deben asumir con honestidad e inteligencia el compromiso contraído con quienes le han dado su apoyo en las urnas, respetar a rajatablas ese mandato, no repetir enfrentamientos internos que tanto mal han ocasionado en el pasado, formar un gobierno municipal con funcionarios responsables, y fundamentalmente, cuidar mucho al flamante intendente que, a partir de ahora, en su doble función de jefe político y titular de la administración comunal tiene por delante la difícil misión de ordenar al Partido Justicialista como dispositivo de pensamiento y acción política, gobernar eficientemente para casi medio millón de personas y hacer fuertes los lazos de unidad y solidaridad que hagan a la paz y felicidad de los lanusenses.Las disputas internas pasaron. La ciudadanía se pronunció y cada quien recibió, unos más y otros menos, lo que los votantes creyeron conveniente. Ahora es tiempo de gobernar bien. No es tiempo de caprichos ni hay lugar para mezquindades. Es hora de peronismo.
(*) De Iniciativa Socialista