por Salvador Baratta
El último domingo nuestra patria reaccionó y se levantó contra el gobierno más corrupto de la historia. Un gobierno que no dudó en empeñar las joyas de la abuela para timbear su suerte, con la única salvedad de que el empeño lo tenemos que levantar nosotros. Un candidato que no tuvo un centímetro de piedad, para atacar a su oponente nuevo sin experiencia, transparente, tan transparente que tuvo que viajar en el tiempo para carpetearlo con su época de estudiante en una pasantía.
Pero mientras esto pasaba a nivel nacional en Lanús este candidato Massa, aumentó su diferencia, si se compara a las generales sumando al arco opositor.
Claro en Lanús la ecuación resultó al revés, un intendente que abandonó su ciudad, por su club de fútbol, tirándole el municipio por la cabeza a Diego Kravetz, en responsabilidad pero siguiendo bancando el a sus amigos en lugares estratégicos, y armando la lista de concejales colocando él al primero, siendo el hijo de su hombre de confianza que también fue ubicado como senador provincial.
En Lanús cansados de ver como el municipio era lugar de trabajo de amigos y familiares de amigos, la gente dijo: basta y votó por Julián Álvarez y no me vengan que fue arrastre de lista porque el segundo periodo de Grindetti en el 2019 cuando los vecinos le dimos nuestro voto Macri, perdía a nivel nacional y en Lanús ganaba el Pro.
Lamentablemente la víctima de esto resultó Kravetz el único que se puso la gestión y la campaña al hombro.
Ahora le llega el turno a Julián Alvarez, un hombre joven de mi querida Escalada. Ojalá que él se dé cuenta que los vecinos necesitamos que el municipio deje de ser una cueva de negocios de amigos y familiares, que tenga la decisión de cortar a esos saltimbanquis de la política que lo único que hacen es acomodarse, ellos y sus familias. La gente en Argentina dijo basta y en Lanús también. Como dije una vez en la gestión patética de Darío Diaz Perez en este medio: ¿Y si probamos con laburar?
(*) Ex concejal