por Salvador Baratta*
Siempre los ciudadanos se preguntan: “¿No hay derechos humanos para las víctimas del delito?” Y en seguida llega la explicación: "Los derechos humanos toman cartas en el asunto cuando los ciudadanos son víctimas del estado que comete delitos utilizando el poder". Es decir que no pueden intervenir según ellos cuando los ciudadanos somos víctimas de delincuentes comunes. Ahora mi pregunta es: ¿Acaso no somos víctimas porque nos roban y nos matan ante la ausencia del estado, un estado corrupto que no invierte en seguridad?
Cuando mueren niños por hambre y frío o ancianos por la ausencia del estado, mientras que los que tienen que preocuparse son multimillonarios, no hay violencia del estado?
Cuando murieron cantidad de personas por falta de vacunación, mientras ellos vacunaban amigos y familiares, no sucedió lo mismo?
Ahora desapareció Cecilia en el Chaco. Sospechada del delito resulta una familia vinculada directamente al poder local. Mi pregunta: ¿Los desaparecidos de los ‘70 tienen diferencia alguna con Cecilia? Creo humildemente que son desaparecidos por el estado. Pero claro, nadie ahora exige una explicación, porque el poder son ellos. Los derechos humanos lamentablemente son un gran negocio que atiende al que le conviene. Los ciudadanos deben empezar a pensar si queremos ser perros o lobos. Sí, aunque parezca una locura el perro se termina domesticando y si bien nos resulta simpático termina siendo mascota. El lobo tiene su decisión y depende de sí mismo, nadie le puede dar de comer en la boca. Cada uno elija.
(*) Ex concejal y ex subjefe de policía.