por Omar Dalponte*
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Finalmente, luego de algunas pre candidaturas que permanecieron en escena el tiempo que dura un suspiro, en reunión de unos pocos se resolvió el tema de la fórmula presidencial del flamante frente Unidos por la Patria, dispositivo electoral que competirá en las próximas elecciones generales encabezado por Sergio Massa, del Frente Renovador y Agustín Rossi, del Partido Justicialista. Ambos, actualmente, fungen como funcionarios del gobierno de Alberto Fernández.
Antes de que esta fórmula fuese consagrada solamente por algunos, desde nuestros modestos lugares de actuacion propusimos, como lo hicieron muchos otros, que las candidaturas de todos los niveles se ordenaran de acuerdo al resultado de la voluntad popular expresada en las urnas mediante las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO)
Tal propuesta no tuvo éxito, y ante el hecho consumado, es saludable que quienes adherimos y apoyamos a Unidos por la Patria, demos nuestra opinión con ánimo de enriquecer el debate interno, abierto a partir del momento en que se conoció la decisión de presentar al binomio Massa- Rossi.
En primer lugar hay que comprender que es muy natural que dentro de nuestro espacio existan diferentes opiniones. El panorama interno cambió de la noche a la mañana sin que la
inmensa mayoría de la base militante haya tenido participación alguna. Ya es hora de que nuestra dirigencia tome nota de que los de adentro no somos de palo.Luego, hay que reconocer ciertas cosas sin que ello implique desgarrarse la piel.
La propuesta Wado de Pedro- Juan Manzur no movió un pelo en las bases. Y de movida nomás no cayó nada bien aquella aparición de Wado junto a Luis Barrionuevo quien, no hace mucho, en 2018, en complicidad con Julio Bárbaro, pretendió usurpar el Partido Justicialista por mandato de la jueza María Romilda Servini. Aquel episodio nos costó un serio dolor de cabeza en épocas previas a las elecciones de 2019 y hoy, los dos personajes mencionados, detractores despiadados del Kirchnerismo, son indigeribles para el peronismo.
Asimismo fue muy poco feliz y no cayó nada bien, que Daniel Scioli, mientras intentaba instalarse como el candidato de todos, elogiara a Rodríguez Larreta y le hiciera guiños a Patricia Bulllrich.
Los últimos acontecimientos también han demostrado que, a veces, no todo es como parece ser.
Comprobamos que Alberto Fernández no es tan débil como determinados medios pretenden presentarlo y que el poder que posee no es tan escaso, pues los dos integrantes de la nueva fórmula, Massa y Rossi, son actuales colaboradores suyos y , según se dice, el candidato a vicepresidente fue impuesto por él.
Verificamos también lo que dijimos en otras oportunidades: el liderazgo de Cristina Fernández es ejercido sobre una importante corriente interna del peronismo. No sobre TODO el peronismo. El sueño de la lista de unidad encabezada por un referente de su propia tropa - Wado de Pedro - se ahogó en la sopa. El movimiento de pinzas de gobernadores y otros activos con poder de fuego fue suficiente -suponemos- para definir la fórmula ungida.
Entonces, los disconformes que tenemos dentro de nuestro espacio, esos que en 2015 sabotearon a Scioli y se estrellaron con Randazzo, los mismos que no aceptan a Perón, miran con desprecio a la CGT y siempre le buscan el pelo al huevo, no perdieron un minuto en poner el grito en el cielo para cascotear a Sergio Massa. Cristina, rápida de reflejos, no tardó en chichonear con el tigrense y fue así como logró que gran parte de los desavenidos se acomodaran al molde. Algunos, con deseos de ladrar a la luna, optan por traslucir su decisión de votar a Juan Grabois, personaje oscuro si los hay. Nunca faltan quienes creen que pueden encender luces poniendo los dedos en los enchufes. Ni es casual que en cada elección definitoria aparezcan caranchos para rapiñar votos, colgadose de alguna boleta y pasando a ser funcionales a los enemigos del pueblo. Después de tantos barquinazos, mientras se acomoda la carga, entre reconciliaciones y parches sobre las heridas cada quien podrá contarla como quiera. Pero es bueno que se sepa que los militantes no somos estúpidos. Nos duele y enoja ser ignorados pero, cuando los intereses del país están en juego, sabemos superar nuestros dolores y enojos para contribuir a poner las cosas en su lugar. La situación es como es luego de resolverse las candidaturas principales. Puede gustarnos o no. Pero ahora lo que importa es tener en claro quienes son los enemigos verdaderos y qué se necesita para impedir que la Argentina quede bajo la pezuña de la derecha. Respecto a que el enemigo a vencer es la derecha política con todas sus variantes, mandantes y cómplices no debe haber ninguna duda. Y en cuanto a lo que se necesita para derrotarla uno piensa que es imprescindible un dispositivo electoral comprometido con la justicia social, la soberanía politica y la independencia economica, levantando un programa sostenido por las mayorías populares en unidad frente al neoliberalismo. En unidad frente a la ferocidad macrista.
Por lo tanto, todo intento divisionista es complicidad con el enemigo. En esta coyuntura no debe haber dudas. Nuestro apoyo irrestricto al frente Unión por la Patria representado por la fórmula Massa-Rossi debemos darlo sin hesitar.
No olvidemos que por muchos idiotas y quintacolumnistas que sabotearon a Scioli en 2015, ganó Macri.
No tropecemos con la misma piedra.
(*) De Iniciativa Socialista