Más allá del pésimo, machista, gusto que tuvo Darío Donatto al bautizar a su boliche como Mala Hembra, este local que funciona en Victor Hugo esquina Bueras en Monte Chingolo, le hace la vida insufrible a sus vecinos. La música ensordecedora se padece hasta las seis de la mañana. Bailan, toman, gritan y no pocas veces pelean, los parroquianos que llegan al lugar del after, muchos de ellos en autos de alta gama. Y una perlita: Hace unos días lo fueron a allanar al boliche... pero estaba cerrado. ¿Será que alguna vocecita indiscreta -de la policía o del municipìo- le avisó al dueño lo que iba a suceder?