por Lisandro Martínez*
"A los milicos los salvaron sus amigos / la democracia peronista y radical / pero cuidate milico hijo de puta / el pueblo nunca te lo perdonará" (La consigna atronó antes, durante y después del juicio).
“Argentina 1985” es un film de estilo hollywoodense con una historia muy argentina, emocionante y potente. Guionistas y director se permiten no incluir la lucha que ganó las calles contra detenciones, secuestros y desapariciones.
Todo el material (investigación, pruebas y testigos) desde 1974 fue registrado por el activismo y los organismos de DDHH. “Familiares de detenidos y desaparecidos por razones políticas”, se formó en 1976, 9 años antes del juicio a las Juntas; Madres de Plaza de Mayo se fundó en 1979 sus sedes estaban en CABA. Con lo que “la estudiantina” que va de punta a punta del país para obtener pruebas, es un lirismo ya que “los datos duros” sobre secuestros, desapariciones y testimonios estaban en manos de los DDHH en el centro de la ciudad.
Para Santiago Mitre y Mariano Llinas los guionistas, el juicio fue obra de unos buenos tipos que usaron el aparato judicial que según su propia versión funciona para donde indican quienes lo conducen (si es bueno va a buen puerto, sino para otro lado). Lo concreto es que el aparato judicial es inseparable del estado, su política en este caso obedece a la dictadura patronal del régimen capitalista. La emergencia y la crisis política hicieron que el gobierno de Alfonsín se viera forzado a entregar a una parte de los verdugos por la potencia de la lucha de masas, que obligó a funcionarios de EEUU a poner orden en Argentina ante las masivas desapariciones. El aparato judicial fue motorizado por la lucha tenaz en las calles, sin embargo para Mitre/Llinas, en la justicia todo funciona de maravillas y así venden la fantasía de una justicia independiente. El film pinta amenazas y acoso de los servicios al fiscal Strassera, pero la estudiantina recorrió libremente de la Patagonia a Jujuy recogiendo
testimonios de 709 desapariciones que servirían para condenar a los milicos.El film oculta la lucha de los organismos de DDHH ya que en la calles -para el guión- no pasó nada que tuviera que destacarse.
Sin embargo el 30/4/1977, 14 madres reclaman en torno a la pirámide de Mayo por la desaparición de sus hijos.
El 5/10/1977 en el diario La Prensa se publica una solicitada de 237 madres de desaparecidos bajo el título: “No pedimos nada más que la verdad”.
“El 15/10/1977 la Policía Federal intercepta a 800 madres reunidas delante del Congreso mientras una delegación de esas mujeres ingresa al edificio para entregar un petitorio con 24.000 firmas a la Junta Militar que desde el golpe utilizaba al Congreso como sede oficial. Ese día hay represión sobre madres y periodistas nacionales y extranjeros, la cana tira gases y arresta a periodistas y madres y las suben a un ómnibus de la línea 60 del que hacen bajar a los pasajeros. Detienen a periodistas de CBS, de AP y a un fotógrafo de UPI (“Las Locas de la Plaza de Mayo” de Jean-Pierre Bousquet -El Cid editor 1983-)
Si habrá sido notoria la lucha que, 5 años antes del juicio en agosto de 1980, Jorge Luis Borges y César Menotti, entre otros, firmaron un petitorio a la Junta Militar para que haga conocer la lista y los paraderos de los desaparecidos.
El equipo recopilador de datos para el film Argentina 1985, es imposible que no se topara con diversas noticias de los medios sobre la lucha por las libertades públicas que se libraba desde 1974 en las calles y que en general la gran masa de luchadores tenía mala experiencia de la parcialidad del aparato judicial a la hora de impartir justicia.
Más datos (dos años antes del juicio). El 6/1/1983 Eduardo Pimentel de la APDH denunció ante la justicia que a su yerno F. González dos desconocidos armados lo obligaron a telefonear a su suegro para auto titularse partícipe del asesinato del ex ministro Mor Roig.
El 19/1/1983 el CELS difundió una lista de 47 centros clandestinos de detención que funcionaron a partir de marzo de 1976. En total el alfonsinismo dijo que hubo más de 340 centros clandestinos en todo el país.
Para los guionistas y el director del film, el juicio a las juntas no es el resultado de una intensa lucha política de masas. El autor del film rindiéndose ante su propio apoliticismo no menciona el violento enfrentamiento del aparato político de los cómplices de la teoría de los dos demonios, entre otros los candidatos electorales del PJ, Ítalo Luder, Deolindo Bitel, Herminio Iglesias, quienes descalificaban a las Madres como “Las Locas de Plaza de Mayo” y que esa brutalidad fue lo que concretó el pasaje de millones de votos del PJ a Alfonsín quien encontró entre sus manos un presente “griego” obligado a dar inicio al Juicio a las juntas. Luder, el que dio “la orden de exterminación”, propuso en su campaña convalidar la ley de autoamnistía dictada por los milicos. El PJ (Luder, Bitel e Iglesias), fueron a elecciones como “los candidatos de amnistiar a los genocidas” y perdieron a lo pavote en 1983.
Negar la presencia en el periodo de enconadas luchas políticas en las calles es desconocer una tradición emblemática de la clase obrera argentina, que forzó a un sector del aparato radical a ceder en favor del juicio -aunque amañado-. No sin que antes Alfonsín nos ametrallara con frases altisonantes. Definitivamente no estuvieron en el banquillo de los acusados los organizadores del genocidio, Martínez de Hoz y otros empresarios nacionales e internacionales que se reunieron con Videla/Massera varias veces antes del golpe para cronometrar que no se escaparan con vida los activistas obreros. No fueron al banquillo los burócratas sindicales que confeccionaron las listas de obreros a desaparecer. Como en Alemania nazi las patronales se enriquecieron en la medida que crecían los campos de concentración.
El planteo de “perversión moral y sadismo” deslizado en el film es desligar de la justicia a los verdugos y mandarlos al sicólogo. “La banalidad del mal” fue la tesis sobre la estupidez y la inimputabilidad del nazi Adolf Eichmann con que quiso zafar de su condena.
El guion de Argentina 1985 despolitiza el juicio a las Juntas y lo convierte en una amalgama, no en el resultado de la lucha popular que llevó a una crisis política al alfonsinismo al que obligó para seguir la carrera presidencial, a subordinar “su planteo democrático” al plan económico del imperialismo.
(*) Del Partido Obrero Tendencia