por Lisandro Martínez*
El 19 y 20 de diciembre de 2001 las movilizaciones a Plaza de Mayo reclamaron “que se vayan todos” y el 20 renunciaron De La Rua y Cavallo. A partir de allí pasaron 5 presidentes durante 12 días que fueron cayendo hasta que la Asamblea Legislativa compuesta por 262 diputruchos decidió a espaldas de millones encaramar como presidente a Eduardo Duhalde, Esos 262 legisladores pretendieron legitimizar lo que la población huérfana de dirección política rechazaba. El nuevo presidente electo por artimañas, intrigas y rosca política volvió a fijar la suspensión del pago de la deuda externa acordada con el FMI y señaló: “El que depositó pesos recibirá de vuelta pesos y quien deposito dólares, dólares”. Los pequeños ahorrista fueron estafados.
Los partidos de izquierda ese 1º de enero de 2002, hicieron una cita en Callao y Bartolomé Mitre para movilizarse al Congreso de la Nación contra los enjuagues a espaldas del pueblo. La presencia de la izquierda era simbólica se reunieron unos cien compañeros de todas las agrupaciones. Pero nadie de los partidos “democráticos” se movilizó contra la maniobra legislativa.
Una turbamulta de punteros del PJ resguardaban al edificio del Congreso y sus alrededores con la orden de impedir que la izquierda arruinara la componenda de los diputados. Entonces el punteraje avanzó sobre la izquierda que se iba reuniendo en Callao y Mitre e intentaron cerca de las 17:00 barrernos de la calle por su superioridad numérica y corrernos de nuestra cita. El avance fue con una lluvia de mitades de ladrillos lanzados a la altura de la cabeza, pero se había establecido una aceitada autodefensa y el malón se encontró con 2 líneas de tiradores de gomeras que ocupaban el ancho de Mitre, el mecanismo era que unos 15 rodilla
en tierra y la misma cantidad parados tiraban a la orden de un responsable que precisaba las descargas. Una vez vaciadas las hondas “de cazar chorlitos” los compañeros daban un paso al costado para que pasara al frente la segunda línea de tiradores otra vez de rodillas en tierra y de a pie para impactar en la columna pejotista.El enfrentamiento fue una batalla campal, donde los militantes de izquierda aguantaron el primer chubasco a una cuadra del Congreso, en Bartolomé Mitre y Rodríguez Peña. La guerra de ladrillos vs. bulones, se prolongó más de 30 minutos y concluyó cuando la Guardia de Infantería salvó a la patota de una derrota segura, emboscando a la Izquierda, cuando ya la pandilla corría desesperadamente pidiendole la hora al referí. La yuta a fuerza de balas de goma y gases lacrimógenos, le salvó la ropa a los punteros (Diario La Capital de Rosario 1/1/2002).
La paliza fue histórica. Lo constatamos esa misma noche frente al televisor cuando mostraban a los patoteros lamiéndose las heridas e ingresando a la guardia del hospital Ramos Mejía lloriqueando. Luego de la emboscada policial, la izquierda marchó por Callao, tomó Corrientes y festejó en el Obelisco.
En febrero el Bloque Piquetero Nacional la organización de desocupados de la izquierda, clasista e independientes surgida de un acuerdo asambleario entre muchas organizaciones, rodeó durante 5 días el Polo Petroquímico del Dock Sur demandando 50.000 puestos de trabajo. Otra vez el gobierno y su ministro de seguridad Aníbal Fernández enviaron un malón represivo de gendarmes, Policía Federal, la montada y la división perros cuya misión era proteger a los saqueadores del “oro negro” (Pérez Companc y otros ) desalojando el corte que demandaba puestos de trabajo para los desocupados. En las barriadas linderas al Polo Petroquímico habíamos confraternizado y recibido el apoyo solidario de los vecinos que acercaban comida, agua y hielo al piquete. Los vecinos de Inflamable y los barrios linderos entendían que la acción planteada era una salida para la desocupación. Durante 5 días interrumpimos la entrada y salida de camiones de la destilería y de las otras empresas internacionales que comercializan el combustible y sus derivados es decir los recursos nacionales que con el apoyo del poder político y represivo la burguesía nacional dilapida eternamente.
En ese escenario la soberanía Nacional la representaban los obreros desocupados que reclamaban un puesto de trabajo. El debate sobre la soberanía Nacional duró 4 tardes cuando el más alto responsable de Prefectura bajaba del helicóptero y recibía a los 5 responsables del bloqueo. El prefecto trastabilló cuando le señalábamos el papel de cómplices en la entrega del patrimonio nacional que cumplían las fuerzas represivas. La paradoja se produjo al disolverse el corte: Los represores garantes de la entrega de los recursos naturales fueron felicitados y los responsables del bloqueo fuimos identificados y por más de un año tuvimos pedido de captura.
En los primeros días de noviembre de 2002, 10.000 desocupados copamos el puente Pueyrredón y nos interceptó la policía que exigía que pasáramos por un cacheo de bolsos y bolsillos para decidir si podíamos ir a Plaza de Mayo a reclamar trabajo al poder político. Ese año la canasta básica había aumentado el 73,8%. El 70% de los asalariados ganaba $500 y los planes jefas y jefes cobraban $158.
Jorge Matzkin que fue ministro de Interior durante la masacre del Puente Pueyrredón invitó a los responsables de los desocupados que ocupábamos el puente a ir en autos oficiales a la Rosada a una reunión. En casa de Gobierno nos tocó hablar primero y repudiamos el estado de sitio de hecho que imponía el gobierno impidiendo a miles de personas desocupadas desplazarse libremente a reclamar trabajo. La idea de Matzkin era firmar un acta donde las organizaciones capituláramos permitiendo el cacheo y revisándonos los bolsos. Nos negamos y anunciamos que a partir de ese momento los miles de desocupados acampábamos sobre el Puente Pueyrredón. Con el voltaje que había adquirido la reunión el ministro decidió retirar todo su planteo y señaló con un rictus de amargura: “Del acta que yo propuse sólo quedo la fecha” (28/11/2002 Prensa Obrera).
(*) Del Partido Obrero Tendencia