por Salvador Baratta*
El jueves último la vicepresidente Cristina Fernandez de Kirchner reconoció que la democracia tiene una deuda pendiente con la inseguridad. Es verdad: 40 años de democracia y cada vez estamos más arrodillados frente a los delincuentes. Pero como hacen la mayoría de los políticos volvió a echar culpas sobre la insubordinación de la policía al poder político, manifestando que debemos reconocer la autoridad civil. En 31 años de servicio desde el comienzo de la democracia, ví a la fuerza bajo el mando de todo tipos de ministros, algunos identificados fuertemente con organizaciones de derechos humanos como León Arslanian y Juampi Cafiero, con quiénes tuve la suerte de mantener algunas charlas y ambos coincidieron en que los sorprendió el trabajo, sacrificio y respeto que la fuerza mostró para con ellos, manifestando en sus salidas con la emoción en sus ojos el respeto para con nuestra querida Institución y agradecimiento. También fuimos conducidos por ministros si se los quiere llamar -erróneamente- de línea dura, como por ejemplo el fiscal Carlos Stornelli para mí el mejor en el cargo, y que también se despidió con las mismas palabras. Creo señora vicepresidente, que el problema no somos nosotros, sino los ministros que ustedes eligen, algunos quienes no tienen ni idea y llenan el ministerio de civiles -familiares, amigos y amantes- que no entienden nada de seguridad, y muchos vienen a hacer negocios buscando colaboración en algunos mandos que degradan nuestra querida policía, para beneficio propio. También votamos a una gobernadora que vino diciendo: “Vengo a cuidar a los que nos cuidan” y nos dió la espalda apenas asumió. Con muchos colaboradores cercanos a usted tuve la suerte de
hablar y hacerle saber muchas cosas y ¿sabe cuál fue la respuesta? “Esto sería un escándalo”, y ahí se terminó todo. Es decir seguramente a usted le deben decir: “Estos vigilantes son ingobernables”. Pero no le dicen que ellos los utilizan para beneficios personales. Señora: Estoy de acuerdo en que la democracia tiene una deuda tremenda con la inseguridad, pero también la tiene con los hombres y mujeres de esta fuerza, que dejan pedazos de su vida en esta provincia. Tenemos en nuestra historia casi tres guerras de Malvinas en cantidad de caídos, y ni hablar de los heridos, de los que se quitan la vida porque no dan más, abandonados, mendigando atención, remedios, sillas de ruedas, mientras que con la plata de servicios sociales se compran hoteles.Señora: Soy ciudadano de esta provincia, fui comisario donde nací y sigo viviendo, y sueño -como usted creo también debe hacerlo- morir en mi patria dejando a mi nieto un país mejor. La democracia es hermosa es sinónimo de libertad, de expresión abierta... Pues sabe que los policías no podemos ni expresarnos ni hacer reclamos, no tenemos defensa ni sindicato. Ojalá lea esta humilde opinión y si así lo desea me sentaría a explicarle en qué estamos fallando, desde mi modesta opinión. Pero con nosotros también tienen una deuda. Viva La Patria y viva mi querida Policía.
(*) Ex subjefe de la Policía de la provincia de Buenos Aires