por Marcelo Calvente
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Un grupo de socios del Club Atlético Lanús, integrado por el ex presidente Néstor Díaz Pérez; el escribano, abogado y escritor, Alberto Aramouni, y el abogado Horacio Gavuzzo, quienes junto al autor de esta nota visitaron al doctor Julio Carlos González, ex secretario Legal y Técnico de la Presidencia de la Nación entre los años 1973/76, hombre de crucial relevancia en el otorgamiento definitivo de los 107.000 metros cuadrados que hoy componen el Complejo Polideportivo del club, con entrada principal en la intersección de las calles Ramón Cabrero y Héctor Guidi de Lanús este, detrás del imponente estadio.
Después de jugar doce años en su primera cancha de Margarita Weild y Genral Deheza, en 1927 el club Lanús se mudó a un terreno de 41.200 m2 continuo al límite sudeste del barrio de Villa General Paz -trazado y loteado por Guillermo Gaebeler en 1880- que hoy es el casco céntrico de Lanús este. La nueva locación formaba parte del enorme predio donde en 1901 se inauguraron los talleres de la empresa Ferrocarril del Sud en Remedios de Escalada, que en 1948 y con todas sus posesiones fue nacionalizado por el gobierno del general Perón. A partir de 1973, durante la tercera presidencia de Perón, los diputados Lorenzo D’Angelo del
Frejuli y Alberto Aramouni de Democracia Cristiana, gestionaron en el Congreso de la Nación la sesión del predio citado y obtuvieron la aprobación definitiva de ambas cámaras. El 1º de julio de 1974, en el marco de una situación política convulsionada por la violencia armada, Perón falleció y lo sucedió su viuda, María Estela Martínez de Perón. El doctor Julio Carlos González, abogado y docente universitario nacido en Lanús, había sido designado por Perón como su secretario Legal y Técnico. Antes de morir, el mandatario le había recomendado a su esposa que González continúe en el cargo y que ella no firmara nada sin su supervisión. Ante la compleja situación política del país, que se agravaba día a día, González le sugería a la presidenta firmar sólo lo indispensable.Desesperado ante la inminencia de un golpe de estado que indudablemente iba a significar el fin del sueño de contar legalmente con los terrenos, Lorenzo D’Angelo se hizo presente una mañana de mayo de 1975 en Casa de Gobierno sin cita previa y pidió hablar con Isabel Perón, que no lo atendió. D’Angelo empezó a los gritos. El escándalo llegó a oídos de Julio González, que se hizo presente y se encontró con un viejo amigo. Después de calmarlo, informarse y revisar todos los papeles, ambos fueron recibidos por la presidenta, que accedió a poner su firma por expreso pedido de su secretario y, entonces sí, los terrenos pasaron a ser patrimonio del club. Poco tiempo después, González no la pasó bien. Iba en el helicóptero en el momento en que Isabel fue detenida y él también cayó. Fue el último preso político en recuperar su libertad: permaneció cautivo sin proceso ni condena hasta el 18 de abril de 1983.
Recientemente repuesto de una dolencia y acompañado por su esposa, Julio González recibió emocionado un trozo de tablón de las viejas tribunas del estadio Granate (en la foto se lo entrega Horacio Gavuzzo). El anfitrión recordó junto a su colega Alberto Aramouni los años de docencia universitaria y su niñez en la casa familiar de Tucumán y Basavilbaso, donde su padre, Carlos Nicanor González, socio de Lanús Nº 215 y mascota del primer equipo del club en el año 1917, le transmitió la pasión por los colores.