domingo, 2 de octubre de 2022

2003 Promoción y después


por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

Los años posteriores a aquellas jornadas de tensión de la Promoción 2001/02 fueron de reconstrucción futbolística e institucional para el club Lanús. En el plano deportivo, fue el tiempo de una seguidilla interminable de entrenadores que con pocos recursos y en medio de la tremenda crisis económica que vivía el país intentaron mantener al Grana en Primera. A poco de la hazaña, un cada vez más extravagante Daniel Córdoba renunció tras la derrota ante Independiente en Avellaneda por la primera fecha del Apertura 2002 y fue reemplazado por Osvaldo Chiche Sosa, un técnico habituado a armar equipos para no descender, tarea que cumplió. Por otro lado, el descontento del público -que exigía refuerzos de mayor calidad- se fue haciendo extensivo a los dirigentes, que debido a las diferencias de criterios entre invertir en refuerzos o apostar a la formación, produjo nuevos pases de fracturas y divisiones entre las corrientes políticas que se reagrupaban. A Chiche Sosa lo suplió Miguel Brindisi, que tampoco le agarró la vuelta.

   Las divisiones políticas se profundizaron y llevaron al club a dirimir las diferencias en elecciones, algo que no ocurría desde los años críticos de Francisco Leiras y Yoliván Biglieri. Los dirigentes que se habían distanciado de la unidad política que había sacado al club del

fondo de mar, cismo que se hizo más profundo después del año 2000 cuando se discutió la
conveniencia de recurrir o no a la convocatoria de acreedores, fueron reclutados por Carlos Pantano, quien trabajó sin descanso para obtener los avales que le permitieron acceder a elecciones con la lista de la flamante agrupación Lanús Campeón, para la que a falta de un candidato a presidente con mayor popularidad, finalmente optaron por el ex juez Adolfo Bagnasco, por entonces de mucha exposición en los medios pero un verdadero desconocido en el club, a quien eligieron sólo porque en una entrevista había afirmado ser hincha de Lanús. Para que sea posible su candidatura de acuerdo al estatuto, debieron hacerlo socio con dos años y medio de retroactividad, con lo que Bagnasco tuvo que pagar todas las cuotas juntas.

Debido a los problemas económicos y los malos resultados deportivos, en el oficialismo se produce una nueva escisión: Un grupo liderado por Canossa, Barbeito, Máscolo, Carlos de Martino y Alfredo Passeri dejan la unidad y se suman a Lanús Campeón. En esas circunstancias lograron acceder a elecciones libres en 2003, donde fueron ampliamente derrotados por los candidatos del oficialismo. Como presidente de la Lista             Unidad resultó electo el joven abogado Alejandro Marón, yerno del presidente saliente Carlos González y flamante socio del estudio jurídico de González y Chebel. En la unidad política, la Agrupación Unidad estaba un escalón por encima de Alternativa Granate, una agrupación más reciente. Lo acompañaban en los cargos más importantes Rubén Ferreti, Mirta Ferrer, René Baena, Carlos Grossi, Mariel Bruno y Julián Segura, quienes asumieron el 17 de diciembre de 2003, y su primera decisión de relevancia fue la contratación de Carlos Ramaciotti, quien venía de realizar una buena campaña con Gimnasia y Esgrima La Plata, al que logró clasificar a la Copa Sudamericana 2002 y a la Libertadores 2003.

Con un estilo reñido con el gusto futbolístico de Lanús, Ramaciotti suplantó a Brindisi y pudo sostener la categoría pero no conformó. Por esos años pasaron por el club jugadores del nivel de la Vieja Moreno, el Tati Bustos Montoya, Nacho Risso, Luciano De Bruno, Martín Andrizzi, el Twitty Carrario, Carlos Galván, Daniel Tilger, Mauro Óbolo, Mauricio Pineda, y también algunos otros que resultarían más exitosos como Chiquito Bossio, Rodolfo Graieb, Walter Ribonetto, Maxi Velázquez, Ariel Graziani y Claudio Graf, más algunos retornos que no rindieron como se esperaba, como el del Conde Galetto, Leo Rodríguez, Huguito Morales, el Chupa López y Juan José Serrizuela, quienes alternaban con valores del club ya asentados en Primera, como Rodrigo Díaz, el Mono Mannara, Kelly Carboni, Luis Zubeldía, Lucas Alessandria, Mauricio Romero, Christian Álvarez, el Gaby Ramón, Sebastián Coria, Gabriel Iribarren, Nelson Benítez, Santiago Hoyos, Christian Fabbiani, Leandro Gioda, Agustín Pelletieri, Sebastián Salomón, Diego Manicero y las apariciones de los más grandes de las camadas más esperadas, los nacidos después de 1985: Rodrigo Archubi, Marcos Aguirre, Matías Fritzler, Diego Lagos, Diego Valeri y Santiago Biglieri quienes empezaron a alternar, algunos con Brindisi, otros con Ramaciotti, entrenadores que en lo posible, para escapar del fondo de la tabla preferían apostar a futbolistas de experiencia.

Por esos días, y gracias a la gestión de su amigo Luis Rinaldo, Ramón Cabrero, tras muchos años de alejamiento de la actividad, se entrevistó con Nicolás Russo con la intención de regresar a la dirección técnica, en ésta ocasión al frente de alguna categoría del fútbol amateur. A los 56 años, Ramón Cabrero ya había cumplido la mayor parte de sus sueños deportivos y personales: debutar y triunfar en la Primera de Lanús, participar de una final de Champions League como jugador del Atlético Madrid, dirigir varios equipos de Argentina, entre ellos dos veces a Lanús, ascender a Italiano a Primera, tener hijos, nietos y disfrutar de una vida sin contratiempos económicos. Corría el año 2003 y su negocio de venta de productos importados le permitía darse sus pequeños lujos. Volver a dirigir era lo que más estaba extrañando.