por Marcelo Calvente
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Lanús arrancó el Torneo Apertura 1996 con todo, empatando de local ante Huracán, derrotando al Deportivo Español por 1 a 0 en el Bajo Flores y a Boca en La Fortaleza por 3 a 1 con una gran actuación colectiva para ilusionar. Entre ese encuentro y el siguiente debió viajar a Bolivia con varios suplentes para jugar en la altura de La Paz el partido de ida de la llave de Octavos de Final ante el Bolívar, que lo vencería en el cierre, cuando parecía que el juego se encaminaba al empate. La atención principal estaba centrada en el torneo local, era el sueño de todos los simpatizantes granates que sentían que era el momento. Con Huguito Morales y el Caño Ibagaza en la generación ofensiva, más el Chupa López y Enría en ataque, Lanús era temible con un cuarteto conformado por jugadores de baja estatura que se entendían a la perfección y perforaban defensas con herramientas variadas. Los pases de Ibagaza, las apiladas de Huguito, los desbordes de Enría y el oportunismo del Chupa López, máximo artillero del Torneo Clausura 1986 con 12 anotaciones, hacían la diferencia en el arco rival. De regreso de La Paz, Lanús visitó a Platense por la 4ª fecha y obtuvo un difícil empate en cero. Tres días después, el 18 de septiembre, recibió al Bolívar y lo derrotó sin discusión por 4 a 1 con un equipo integrado por varios titulares. En una seguidilla muy desgastante, cuatro días después recibió y venció por 2 a 1 a Rosario Central por el Clausura. Después de descansar siete días, derrotó a Gimnasia en La Plata por igual marcador. El 13 de octubre empató en cero en La Fortaleza con Estudiantes y tres días después, por octavos de final de
la Copa, visitó a Guaraní en Asunción y le ganó por 2 a 0.Pese a los buenos resultados obtenidos en ambos torneos -y como aquella Copa aún no se transmitía por TV- el público Granate ponía toda su atención en el torneo local, donde el equipo seguía invicto. El 20 de octubre derrotó a Colón en el Cementerio de los Elefantes por 1 a 0, tres días después aplastó a Guaraní por 6 a 2 en la revancha de local, con goles de Belloso (2), Falaschi, Ariel López, Mena y Walter Coyette, clasificando a la siguiente fase. El 27 de octubre, en una Fortaleza a reventar, empató con Racing 1 a 1 por el torneo local. La ilusión estaba encendida. La doble victoria en el plano internacional sobre Rosario Central -3 a 0 en casa el 30 de octubre y sobre todo el 3 a 1 en Arroyito del 11 de noviembre, imponiendo juego y claridad en una cancha muy difícil, el equipo de Cúper obtuvo de manera brillante la clasificación a la final y entonces sí, la atención de la gente se volcó al torneo internacional. En el medio, el Grana derrota claramente a San Lorenzo por 3 a 1, tres días después empata en uno ante el difícil Huracán de Corrientes en su cancha, luego vence con claridad a River, uno de los candidatos, el 10 de noviembre de 1996 por 3 a 1 y la racha se extendió hasta el 17 de noviembre, cuando venció a Ferro en Caballito por 2 a 1. Más que nunca, la parcialidad Granate tenía la sensación de que también ese Torneo estaba para Lanús, que hasta allí iba invicto, pero aunque todavía no había pasado la factura que tanto se temía el desgaste se sentía, la ciudad embanderada se estaba preparando para empezar a ganar tres días más tarde el partido de ida por la tan ansiada final por la Copa Conmebol.
El 20 de noviembre y con lo mejor que tenía, Lanús superó de local a Independiente Santa Fe de Bogotá por 2 a 0 con goles de Mena de penal y el Caño Ibagaza, uno en cada tiempo, un resultado que pensando en la revancha tuvo gusto a poco. Fue la primera vez en todo el torneo que el encuentro fue televisado. Tal vez fue recién esa noche cuando el público Granate se sintió cerca de coronarse, ya que estaba a un partido de alzar su primera Copa Internacional, aunque cuatro días después, supera a Newell’s en La Fortaleza por 1 a 0, y tres días más tarde, con una racha invicta de 14 partidos, ocho ganados y seis empates, Lanús visita a Vélez en Liniers y es derrotado por 2 a 0. Esa derrota caló hondo en los hinchas, sobre todo porque dejó la sensación de que en las dos semanas que pasaron entre la ida y la vuelta de la final con los colombianos, el plantel había decidido apostar a la Copa. River empieza a hacerse inalcanzable cuando tres días después, el 30 de noviembre, el Grana vuelve a caer, esta vez de local ante Independiente por 2 a 1. Quedaba claro que consciente o inconscientemente, el Apertura había pasado a segundo plano. Sin tiempo ni para pestañear, el 4 de diciembre de 1996 llegó la definición en la capital de Colombia.
Cuando las primeras imágenes de la TV mostraron el legendario estadio El Campin de Bogotá repleto y eufórico; cuando conocimos la formación: Roa; Loza, Falaschi, Siviero y la Urraca González; Juan Fernández Di Alessio, Cravero, Hugo Morales e Ibagaza; Belloso y Ariel López; cuando la pantalla del televisor enfocó a los jugadores entonar los himnos y pudimos apreciar al capitán Granate, el futbolista de origen humilde criado en Villa Jardín que en su propia existencia, de la pobreza extrema a la consagración, simboliza mejor que ningún otro el sinuoso camino de Lanús a lo largo de toda su historia, el querido Armando “Urraca” González sorprendido por el marco pero inflamado de valor y pertenencia, izó nerviosamente la enseña patria. Fue recién entonces, ante la grandilocuencia de las imágenes, que decenas de miles de Granates, en sus casas, comprendieron la importancia del momento y se prepararon para ganar la Copa Conmebol. Un denso manto de silencio y nerviosismo cubrió la noche veraniega de los barrios de Lanús. Y como siempre ha sido, pese a lo fácil que resultó llegar a esa instancia, una vez que la pelota comenzó a rodar en El Campín nada resultó sencillo. Sobre todo después de aquel arranque increíble, cuando a segundos del inicio Huguito Morales le quita al balón a un futbolista local que recibió con desatención el saque del medio, y con pelota dominada llega a la puerta del área y saca el remate rasante que se le metía contra el palo derecho al golero venezolano Dudamel, quien con un manotazo salvador la desvía al tiro de esquina.
Y así como al inicio del partido Lanús estuvo a punto de convertir, en la jugada siguiente lo pasa a perder. Fue en la respuesta de Independiente Santa Fe, antes de cumplirse el segundo minuto de juego, una mala recepción de Falaschi, que intenta bajar en el área un envío largo y adelanta la pelota, el manotazo leve del ex Central, que no llega a ser ni agarrón ni empujón sobre el delantero colombiano, que cae aparatosamente, el inmediato pitazo condescendiente del árbitro brasileño cobrando un penal poco habitual y el nerviosismo de los jugadores Granates, confundidos por el griterío infernal de un estadio que parece estallar, ni atinan a ensayar una protesta. El remate de los doce pasos de Wittinham que le apunta a la cabeza a Roa, que elige el palo derecho y el relator colombiano que lo grita con el corazón y se anima a augurar que el local tenía prácticamente resuelto el pleito a los 2’ minutos de juego.
Sin embargo a partir de ese gol, con todo en contra, el representativo del viejo y querido Club Atlético Lanús, que pese a la derrota parcial todavía se consagra por diferencia de gol, resurge del mal inicio con oficio, con mucha entrega y apelando a la tenencia del balón, metiendo pausa, poniendo la pierna con firmeza, con la picardía y la solvencia del Caño Ibagaza y Moralito manejando los hilos y con el sacrificio del resto, Lanús fue matando lentamente la efervescencia del imponente marco y aunque sufrió bastante en el tramo final, terminó conservando el resultado: derrota por 1 a 0 que con el 2 a 0 a favor obtenido en Arias y Guidi le permitió dar la vuelta olímpica en El Campín, una victoria sorprendente, otro verdadero "maracanazo" que le valió una tumultuosa salida del estadio, que abandonaron en tanquetas para evitar la ira del público de Bogotá, la ciudad donde Lanús empezó a ser reconocido en América como el justo campeón de la Copa Conmebol 1996, la primera estrella de una camiseta en la que pronto brillarán varias más.
Antes de lograr un título a nivel nacional, esa quimera que tantas veces mereció pero que por diversos motivos no pudo lograr con tres planteles históricos de la institución, como el equipo de Los Rosarinos, tercero detrás de San Lorenzo y Boca en el torneo de 34 equipos de las dos ligas unificadas de 1927; ni el de Los Globetrotters del 56, tal vez el más lujoso de la historia del fútbol argentino que fue subcampeón de River, ni el de Los Albañiles de 1967, que estuvo a pocos minutos de clasificar a una de las semifinales de la primera versión del Torneo Metropolitano, el Club Atlético Lanús, de la mano de Héctor Cúper, obtuvo en el plano internacional su primera estrella.
En la foto: Lanús celebra en Bogotá la obtención de la Copa Conmebol 1996.