por Lisandro Martínez*
Cicerón señaló: “No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser eternamente niños”. La idea devasta a quienes quieren reescribir la historia a su imagen y semejanza manipulando datos.
Atanasio Quipildor (La defensa 4/5/22) dice que abandonó su simpatía cuando el ERP, la organización a la que él no pertenecía mató al capitán Viola y a su hija en Tucumán. Este episodio hizo que Atanasio dejara de simpatizar con el PRT tucumano entendiendo que podía ser fusilado “ya que me habían condenado a muerte por desertor”. Aclaremos que un desertor es alguien que pertenece a una organización y la abandona, no es este el caso ya que Anastasio señala que nunca fue miembro organizado del ERP, ni del PRT partido legal de la organización foquista en ese periodo.
Quipildor que vive desde 1974 en Lanús desconoce que el Parque de la Memoria y sus placas recordatorias las inauguró hace 11 años atrás Darío Díaz Pérez el 16/5/2011. Ignora o quiere ignorar, que las desapariciones forzadas en Argentina comenzaron en el tercer gobierno de Perón. Cámpora renunció el 13/7/1973 a la presidencia y asumió el yerno de
Lopez Rega: Alberto Lastirti. El 22/7/1973 es desaparecido por la triple A, Benito Spanh y continuaron 684 desapariciones más en los gobiernos de Perón e Isabel Peró. La ultima de las victimas de la triple A, fue Blasco Alberto Capuano el 23/3/1976. Después de muerto el general con el gobierno de Isabel Perón, la justicia constató tomando los dos gobiernos, que entre julio de 1973 a marzo de 1976 hubo más de 1.000 muertos y desaparecidos. El listado con nombre y apellido son 685 victimas (desaparecidos.org/arg/victimas/lista/aaa.htlm)Luego Atanasio -que sabe de memoria los nombres de los muertos en el ataque de Monte Chingolo- constató leyendo las placas del Parque de la Memoria de Lanús y le reclama a Grindetti porque cree que fue él quien colocó los nombres de los desaparecidos. Lo que desconoce el hombre es que en Lanús hubo más de 400 desaparecidos, con lo que faltan reivindicar más de 250 víctimas.
El 23/12/1975, el ERP intentó copar el Batallón 601 Domingo Viejobueno, un depósito de arsenales. Un buchón de inteligencia, que el ejército introdujo dentro del ERP informó el plan de ataque. Así el Arsenal Viejobueno se convirtió en una trampa mortal para los atacantes. 49 muertos fueron a parar a una fosa común del cementerio de Avellaneda. Los restantes combatientes que participaron de la acción fueron muertos o heridos y estando con vida fueron prisioneros de los militares. Hasta el momento no aparecieron sus cuerpos. No están ni muertos ni vivos. Están desaparecidos.
En Página 12 (26/12/1999) se puede leer: “Al día siguiente los diarios consignaron 50 muertos en la operación. Dos días más tarde, hablaban de 100. El Ejército batió la villa buscando prófugos. Las teorías tradicionales calculan 4 heridos por cada muerto, una regla de tres simple que se reflejaba en los partes de batalla. Sin embargo, la versión oficial no reconoció ni heridos ni detenidos, como en cambio sí lo indica el sumario militar al que Página/12 accedió. El propio general Oscar Gallino, comandante de la represión en el Batallón 601, había reconocido en febrero de 1991 a la revista Todo es Historia que hubo detenidos dentro del regimiento.
–¿Usted estuvo en contacto con detenidos?–se le preguntó.
– No, no tuve oportunidad de hablar porque unidades de Inteligencia del Ejército, o del primer cuerpo que actuaba en esa ocasión, hicieron su trabajo–respondió Gallino.
–¿De modo que quedaron a disposición de ellos?
–Los detenidos, sí.–concluyó el general.
A los pocos días los familiares de los guerrilleros muertos recibieron sólo una parte de los cuerpos: las manos".
El implacable Cicerón vuelve a escena: “La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”.
(*) Del Partido Obrero tendencia