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jueves, 7 de abril de 2022

Memoria Granate. 1989/90: La consagración menos pensada


por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

La derrota en el Chaco y la inmediata eliminación a manos de Colón iba a disparar un cambio de rumbo en lo deportivo a partir de la contratación de un entrenador debutante, Miguel Ángel Russo, aquel volante central que ponía equilibrio en el gran mediocampo del Estudiantes de Carlos Bilardo Campeón del Metropolitano de 1982, junto a Ponce, Trobbiani y Alejandro Sabella. El Grana había pasado muchos años alejado del fútbol grande, Russo venía de allí y acababa de dejar la actividad, dispuesto a adaptar al club a los nuevos tiempos que corrían a fin de milenio, con la TV como sujeto de las competencias futbolísticas de todo el mundo. Solo con nueve profesionales contaba el club el día que inició su ciclo, que entonces nadie imaginaba sería tan largo y tan fructífero, y que al cabo de apenas seis meses iba a conseguir el ansiado ascenso a Primera. El acto de inauguración del microestadio y la decisión de contratar a Miguel Ángel Russo fueron las últimas medidas tomadas por Díaz Pérez como presidente. La necesidad de terminar la obra de los funcionarios nacionales y provinciales que la habían financiado fue llevando al club a un ahogo económico grave, a punto tal que a la hora de caer en el Chaco al plantel se le adeudaba varios meses de sueldo. El gran dirigente de la resurrección Granate no pudo soportar la culpa y terminó internado aquejado de una profunda depresión que mucho le iba a costar superar.

  La idea de iniciar un proceso diferente estaba en la cabeza de los dirigentes, e incluso cuando Roberto Rogel aún estaba peleando el torneo, Néstor Díaz Pérez ya estaba conversando con Miguel Ángel Russo, a quien conocía desde chico. El 8 de julio de 1989, más de un mes después de la derrota en Resistencia, Russo estuvo en la platea observando

el primer partido por el Torneo Reducido por el segundo ascenso, que el Grana afrontó sin muchas esperanzas de local ante Colón, que lo venció por 2 a 0. La caída en el Chaco fue el fin de un sueño para los hinchas, y la eliminación en Santa Fe fue el adiós para Rogel y varios futbolistas. Ahora había que volver a armar un nuevo equipo, y pese a que contaba solamente con ocho profesionales -Guillermo Alonso, Fito Barzola, el Roly Bertolini, Horacio Bidevich, Juan Carlos Cabrera, Armando González, José Felipe Perassi y Gilmar Villagrán- Miguel Ángel Russo no se achicó y se hizo cargo del exiguo plantel.

  El flamante DT se encargó de conseguir algunos refuerzos. De su club, Estudiantes, trajo al Mingo Angellelo y a Cuchillo González, Ariel Beltramo llegó a préstamo de River, Miguel Bianculli de Italiano, también llegaron el ex Boca Abel Alves; el Patón Mainardi y Horacio Stelle de Estación Quequén; Pastorini de Ferro, Bustamente de Newell’s y Marcelo López de Atlético Rafaela, en principio, más cantidad que calidad. En Lanús, Russo encontró el material humano y la institución ideal para aplicar el conocimiento que había adquirido como jugador de Primera y de la Selección. El joven técnico promovió a varios valores del club: Gabriel Schurrer, Fabián Cordero, Hernán Meske, el Lechu Alcides Herrera y Silvio Gil. Ambas partes, dirigentes y cuerpo técnico, tenían ambiciosos objetivos y coincidían en lo básico: priorizar a los pibes formados en el club. Con la batuta de Miguel trazaron un plan organizativo, pensado a largo plazo, que no tenía en mente el ascenso en la temporada inicial. Una vez más, era tiempo de reconstrucción.

  Huracán iba a ser un holgado campeón. Después de una primera rueda de pobre rendimiento, el modesto elenco granate de a poco se fue metiendo en la clasificación para el dodecagonal por un segundo ascenso. Después de dejar en el camino sin contratiempos a Deportivo Laferrere y Atlético Rafaela, en la ida de la semifinal del reducido Lanús cayó en córdoba ante Belgrano por 1 a 0, pero la victoria Granate en la vuelta por 3 a 1 en casa, con el rústico Claudio Fabián Mainardi como principal figura y autor de uno de los goles, despertó de nuevo la ilusión de jugar otra final, algo que en principio era impensado. El rival sería Quilmes, que había sido el escolta, y que con un plantel repleto de jugadores de primera división era el indiscutible candidato a ascender. La ajustada victoria por 2 a 1 lograda de local en el partido de ida, con otros dos goles de Mainardi, planteaba un escenario más que difícil para la definición en la vieja cancha del Cervecero. Sin embargo después de tantas frustraciones, y como siempre había ocurrido a lo largo de la historia, la hinchada granate volvió a creer y una multitud acompañó al equipo. Sin fútbol lujoso, sin jugadores destacados, con la inesperada y sorpresiva ausencia de Mainardi a causa de una sinovitis que lo mandó al hospital, baja anunciada una hora antes del comienzo del encuentro como peor presagio, Lanús fue a Quilmes sostenido por su gente. Y con lo justo en el juego pero con claridad en la definición por penales, se quedó con el tan esperado ascenso.

  Aquel triunfo increíble conseguido en Quilmes desde los doce pasos -después de un partido para el olvido pero jugado a todo o nada, en el que Lanús cayó derrotado por 1 a 0- fue un gigantesco corte de manga al destino. A la AFA con sus injusticias, a las hinchadas rivales con sus burlas, a una buena parte de los propios simpatizantes que a esa altura habían perdido la confianza en el club y se habían alejado, y una amorosa caricia para los de siempre, los que aún seguían estoicos pagando su cuota y alentando a los colores, que se estaban acostumbrando demasiado a las derrotas impensadas y a las frustraciones permanentes, y casi ya no soñaban con la gloria. Fue la primera vez en mucho tiempo que Lanús llegaba a una final claramente de punto, y contra todos los pronósticos, se llevaba la victoria. En la ciudad de Lanús se desató la fiesta menos pensada. Y aunque aún nadie lo imaginaba, se festejaba el comienzo de otra historia deportiva en la que el club escribiría sus páginas más gloriosas.

En la foto, Gilmar Villagrán acaba de convertir el cuarto penal y celebra el ascenso a Primera con el público granate.