Los propietarios y los ocupantes del local de Piñeiro 37 -a metros de avenida H. Yrigoyen- están cansados de pedir la poda de las ramas del frondoso árbol de esa vereda, cuyas ramas enormes y muy altas, además de peligrosas porque caen sobre la transitada calle con las tormentas, afectan el cableado callejero, sus hojas y frutos tapan los desagües, impiden la buena iluminación de la calle y la frutilla del postre: Trepando por ella cual simios, entraron a robar en la librería de la dirección citada. Los pedidos de poda se acumulan desde antes de la pandemia, y Juan Manuel, del Vivero municipal les prometió: “Ya vamos a ir”.