por Carlos Torlaschi*
Quería efectuar algunas reflexiones desde una observación pragmática, sin pretender una rigurosa visión histórica o sociológica. La realidad y evolución de los partidos políticos tradicionales en la Argentina, radicalismo y justicialismo, ha cambiado notablemente en los últimos años. Hemos pasado de un cuasi bipartidismo a la conformación de frentes electorales donde los objetivos son parecidos y la diferencia radica dentro de qué sector del mundo nos referenciamos. La llegada del general Perón al poder en 1945 encontraba un mundo de post Segunda Guerra Mundial donde los conceptos sociales y económicos de ese momento estaban ligados al desarrollo de algo que no existía en la Argentina. Los gobiernos conservadores de esas épocas no tenían en cuenta las necesidades de nuestro pueblo, que correctamente fueron interpretados por nuestro conductor en esa frase inolvidable: “Soberanía política, independencia económica y justicia social”.
En Lanús tuvimos una conducción que representó fielmente estas ideas que fue nuestro querido intendente Manuel Quindimil para el momento en que le tocó gobernar. Esa realidad fue variando con los cambios que venían. Llegó la guerra fría qué transformó al mundo en bipolar y posteriormente los movimientos de liberación a fines de los ‘70, llegaron las dictaduras militares, finalizó el muro de Berlín, y posteriormente la globalización.
A lo largo de todo este tiempo en la Argentina con diversas alternancias se fueron
desarrollando las ideas del peronismo que habían sido interrumpidas por el golpe militar de 1955, pero sin obtener los resultados que tuvo el gobierno del general Perón cumplimentando con las bases del primer y segundo gobierno de Perón las necesidades básicas qué tanto faltaban, porque pese a las diferentes administraciones que fueron sucediendo y la cantidad de recursos que se inviertieron, seguimos teniendo un aumento importantísimo de la pobreza dificultades en la educación, con amplia deserción escolar ausencia de trabajo formal que se intenta cubrir con soluciones transitorias como planes sociales. Y la dirigencia política fue tapando esta realidad hasta llegar al momento que estamos viviendo donde ahora los recursos tampoco alcanzan. Está claro que con el paso del tiempo y con la ausencia del conductor desde hace muchísimos años hubo diferentes dirigencias políticas qué se atribuyeron el mérito de representar al peronismo en nuestro país dejando de lado las unidades básicas, la sociedad de fomento, los clubes de barrio donde se reunían para analizar evaluar y controlar las necesidades de cada barrio y en última instancia de cada distrito. Eso fue desplazado, no fue estimulado y vemos con tristeza en los últimos años la aparición del narco tráfico. En un mundo globalizado esa verdad de los años ‘45 ha cambiado y no podemos llenarnos la boca con consignas que no le sirven a nuestro pueblo. ¡Basta de palabras vacías!El movimiento peronista en la actualidad deberá tener que definir en qué frente o espacio quiere estar como nación. Se están por desarrollar las elecciones del Partido Justicialista en la provincia de Buenos Aires y obviamente en nuestro distrito: ¡Qué mejor momento para mirar el futuro del peronismo en Lanús! Me pregunto hoy, como se preguntarán los que mantenemos la filosofía política del general, adecuada al momento en que vivimos: ¿En qué espacio debemos desarrollar estas ideas? Ya que qué la actividad política tradicional ha desaparecido: ¿Dónde, con qué sectores, debemos discutir nuestra doctrina? Pues está claro que los sellos de goma y la invocación de nuestro conductor en este momento de la historia ya no nos sirve como herramienta política si no tenemos un horizonte y un proyecto común para nuestro país y todos los que viven en él.
(*) Médico, ex concejal