por Marcelo Calvente
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En julio de 1986, luego de la gran consagración de Argentina en el Mundial de México, el fútbol de ascenso será el escenario de una profunda transformación que condicionará el futuro de varias instituciones tradicionales de Buenos Aires; el preámbulo de una intensiva federalización de la competencia profesional que cambiará para siempre al fútbol argentino: la creación de una nueva categoría que pasará a llamarse Nacional “B”, en cuya primera edición participaron 12 equipos del interior que accedieron por medio del Torneo Regional, para medir fuerzas con 10 equipos directamente afiliados que completaron los 22 participantes. Ocho de esos 10 privilegiados obtuvieron su lugar durante el primer semestre de dicho año, con la disputa de un campeonato corto de Primera B en el que participaron 20 clubes, dividido en dos zonas de 10 equipos, denominado Torneo Apertura 86. Acostumbrados a los habituales cambios de formato en la disputa de las competencias del ascenso, e ignorando la relevancia de obtener una de las 8 plazas en la nueva categoría, ya que las otras dos eran para los descendidos de Primera, la mayoría de los simpatizantes Granates celebraron la clasificación al octogonal por el segundo ascenso a Primera.
A principios de ese año, mientras Ramón Cabrero se hacía cargo en silencio del Deportivo
Italiano, Roberto Pipo Ferreiro se convertía en el nuevo entrenador del primer equipo de Lanús. Al finalizar el determinante Apertura 86, Los Andes, Deportivo Italiano, Defensa y Justicia y Lanús, que entró con lo justo tras 7 victorias, igual número de empates y 4 derrotas postergando por diferencia de gol a Colón, clasificaron por la Zona “A”; en tanto Banfield, Tigre y Deportivo Armenio lo hicieron por la “B”. Colón de Santa Fe, con 21 puntos -igual puntaje que Lanús y Defensa, con idéntica diferencia de gol que el Grana pero con dos tantos a favor menos- clasificó al futuro nuevo torneo pero no participó del octogonal que se llevó a cabo en junio, durante la disputa del Mundial 86. La tarde del 1º de junio, un día antes del debut de Argentina ante Corea, Lanús se impuso a Almirante Brown por 5 a 0 y obtuvo los dos objetivos. Contó con una ventaja considerable: el arquero Marcelo Golinowsky, quien habitualmente era suplente de Theiler, aquella tarde fue titular y sufrió una dura lesión a los 3’ de juego. Luego de ser atendido en el terreno durante varios minutos, fue reemplazado por Theiler. Esa demora le permitió a Lanús culminar su partido varios minutos después del que en Santa Fe jugaron Colón y El Porvenir, que terminó con un 3 a 0 en favor del local, resultado que al Sabalero no le alcanzó para ingresar al octogonal, ya que el Granate venció a Brown por 5 a 0, conquistando el primer gol a los 11’ del complemento y alcanzando la goleada en el tramo final.Chacarita resultó el promedio más bajo de la Primera División “A”, y descendió directo al nuevo Nacional “B”. El anteúltimo lugar lo ocupó Huracán, que tenía la chance de revalidar la categoría ingresando al octogonal por el segundo ascenso. En la primera llave enfrentó al Grana, clasificado en el último lugar. Con un equipo de mayor categoría integrado por valores como el Toti Iglesias, el Turco García y Claudio Cabrera, el Globo ganó los dos partidos con claridad, 2 a 0 en cancha de Ferro y 3 a 2 en River. Sobre todo en el primer partido, el que se jugó en Ferro ante una multitud de hinchas de los dos viejos clubes fundadores del profesionalismo y férreos antagonistas desde siempre, los hinchas de Lanús volvimos a sentir el clima de Primera que tanto nos estaba faltando desde 1977. Huracán volvió a ser muy superior en cuartos de final ante Los Andes, al que también le ganó los dos partidos.
El resto de los cruces no arrojó sorpresas: Banfield venció 4 a 2 en el global a Defensa y fue rival del equipo de Ramón; como dijimos Huracán venció 5 a 2 a Lanús -2 a 0 en Caballito y 3 a 2 en River- y Los Andes pasó con lo justo frente a Armenio. Italiano debía enfrentar al Banfield de Ángel Cappa, un equipo con todas las letras. Entre sus figuras se destacaban Esteban Pogany, Guillermo Trama, y Robinson Hernández. El día anterior al primer partido estalló un fuerte conflicto salarial entre el plantel y la dirigencia del Taladro y los futbolistas abandonaron la concentración en señal de protesta. Finalmente los jugadores decidieron presentarse. Al cabo del primer tiempo igualaban uno a uno. Hubo un penal para Banfield, pero Lanari le adivinó la intención a Marcelo Benítez y le dio una vida más al equipo de Cabrero. En el suplementario no hubo novedades, y en la definición por penales Lanari atajó los envíos de Horacio García y Abel Alves, clasificando a su equipo a la final frente al Globo.
Finalmente el humilde Deportivo Italiano del “Gallego” Ramón Cabrero, un equipo con muy pocos hinchas, dio la sorpresa ante Huracán y subió a la “A” por primera y única vez. Cada uno ganó con lo justo el choque en el que hizo de local, Italiano se impuso 1 a 0 en Ferro y Huracán se impuso 2 a 1 en cancha de Vélez. Fueron al tercer partido, que también se jugó en Liniers y terminó igualado en dos, por lo que tuvieron que definir por penales. Italiano metió los cuatro que ejecutó, mientras que Corrado la tiró afuera para el Globo y otra vez Lanari fue la figura al detener el envío de Marcelo Bottari. El equipo de Parque Patricios descendió por primera vez y disputó el primer Nacional B. Ramón siempre estuvo convencido de que el arquero fue el hacedor del milagro Azzurro: “El fútbol es un deporte de equipo, pero hay tipos que te ganan los partidos solos. Yo no tengo dudas que Alejandro Lanari ascendió a Italiano en el 86, el 70% del título fue gracias a él”.
Con 39 años y ocho meses, Cabrero se convirtió en uno de los técnicos más jóvenes en llegar a la Primera División. Acordó con la dirigencia mantener la base del plantel que había logrado el ascenso y sólo incorporó jugadores en puestos claves, ya que la situación económica del club no permitía realizar grandes erogaciones de dinero. “Italiano del 87 y el Lanús del 84 fueron los dos mejores planteles que dirigí en mi carrera, pero la salida de Lanari nos complicó mucho. Nosotros teníamos un muy buen equipo para jugar en la Primera B, de los mejores que vi en la categoría, pero la institución no estaba en condiciones de sostenerse en Primera. Es que nadie se imaginaba que íbamos a ascender, ni siquiera los dirigentes. El cambio fue muy grande: en menos de seis meses pasamos de jugar en la cancha de Argentino de Rosario a jugar en La Bombonera. Y con lo que valía el pase de un jugador de Boca, a nosotros nos pagaban cinco años de sueldo. No había ningún tipo de equivalencias”, graficó tiempo después Ramón Cabrero, quién al cabo de 15 partidos con muy pobres resultados dejó la conducción técnica del ACIA y en julio de 1987 volvió a asumir como DT de Lanús. Su lugar en Italiano lo ocupó el ex director técnico de Quilmes y Vélez, Roberto Domingo Rogel, quien conseguiría apenas cuatro triunfos en 23 encuentros y, si bien seguiría hasta el final del torneo, tampoco podría evitar el descenso. Al año siguiente Rogel sería contratado por Lanús, pero esa es otra historia.