Ustedes a veces hasta los han enfrentado políticamente y Gerardo por eso recibió un par de golpes, que algunos dicen que los merecía. Esto no es menor en un municipio donde el tráfico de influencias está a la orden del día y sostiene emprendimientos periodísticos truchos.
Ambos me sorprendieron cómo en la práctica diaria se la jugaron por lo que se llama la defensa de los derechos de los demás y que algunos le dicen DDHH. En este recordatorio debo significar la valentía de Norma -cuando aún no me conocía- que alzando la voz no permitió que me detuviera la policía años atrás por repartir mis ideas políticas en un volante. Tambien quiero señalar en esto que a pesar que Gerardo no tiene feeling con el ideario que practico a diario, cuando mis compañeros me seleccionaron para que represente a mi partido él dijo por radio: “Lisandro tiene que estar en el Concejo Deliberante”.
Al principio de nuestra relación en 2006 sorprendí a Gerardo enfrentándome políticamente con un juez que escribía en La Defensa y debatimos con Masiello tozudamente, cada uno defendiendo su punto de vista. Nuestra relación es entre dos individuos con diferentes opiniones que intentan escucharse y por lo tanto “eles vão para a frente”.
Ahora se cumplen 16 años que todas las semanas y a veces en períodos más breves denuncio en La Defensa los límites insalvables del poder político que debe ser urgentemente remplazado por los trabajadores construyendo su propio poder aprovechándome que estas dos personas que hacen La Defensa garantizan el libre fluir de las ideas.
No les auguro otros 40 años más porque yo no los voy a ver, pero sí hasta que yo cumpla 100.
Un abrazo, champán y soplen las velitas.
Lisandro Martinez
(*) El título va por cuenta del director porque ese fue el objetivo de los hacedores de este diario