Era bien entrada la mañana de Navidad, cuando los borrachines iban abandonando las plazas dejando tras de ellos (y ellas) un casos de basura, meadas y materias fecales. Y ahora es el turno de las cuadrillas de trabajadores municipales, que en pleno día de fiesta laboran denodadamente para que los paseos públicos vuelvan a estar presentables. Hoy sólo queda esperar que la mano que le dieron los borrachos al coronavirus no adquiera dimensiones mayúsculas y que en la noche del 31 no se multiplique el efecto “juntada”. En la foto, Plaza Auyero casi limpia.