por Marcelo Calvente
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El torneo de Primera C de 1980 tuvo tres protagonistas: el Deportivo Morón, Central Córdoba de Rosario y Lanús, cuyos futbolistas prácticamente no cobraban. Una noche de mediados de septiembre de ese año, cuando faltaban doce fechas para el cierre del campeonato y el Grana había quedado bastante alejado de la punta, José Luis Lodico recibió en su casa la visita de dos personas con un maletín repleto de dinero. No le pedían que vaya para atrás, simplemente que al día siguiente acuse una lesión en la práctica, y debido a la misma, el sábado se ausente al encuentro que su equipo debía disputar ante Central Córdoba, que por esa fecha ya peleaba mano a mano el ascenso a la "B" contra el Deportivo Morón. Con eso se conformaban, sabían que aquel Lanús, sin Lodico, no tenía timón. Indignado, ante la mirada inquisitoria de su esposa Ana María, Pino los despidió sin titubear antes de que terminen de hacerle la indecente propuesta. Estos dos señores, un representante y un ex jugador de Independiente, se retiraron tan sorprendidos que no lo podían creer, a punto tal que saludaron con un apretón de manos respetuoso para el jugador, que en los ojos de sus visitantes vio el asombro de quienes acaban de entrevistar a un extraterrestre. Tan
sorprendidos se fueron que al día siguiente llamaron a un alto dirigente de Lanús para contarle la secuencia y felicitarlo por tener un jugador como Pino en el plantel. Por entonces, Lanús era poco más que un club de barrio y pronto corrió la voz. Esa tarde, antes del inicio del partido, en el sector del público local no se hablaba de otra cosa que del intento de soborno que el 5 de Lanús había rechazado.La cuestión es que en la primera pelota que recibe, José Luis gira para arrancar desde el fondo y el balón se le adelanta, tanto que le queda justa a Cabrera, volante de Central Córdoba, que desde fuera del área le pegó de primera y la clavó en un ángulo de Poliserpi. ¡Para qué! Varios hinchas que habían escuchado la historia previa empezaron a gritarle vendido, sospechando que el rumor había sido una maniobra para ocultar que en verdad había aceptado la oferta maliciosa. Lodico desesperado, pensaba "¡no puedo tener tanta mala suerte, rechacé la guita sin dudar cuando no tengo para darle de comer a mis hijos y me gritan vendido…!". Sabía que ni con ser la figura iba a alcanzar, había que ganar y sólo convirtiendo un gol se salvaba del oprobio. Y el gol, está claro, nunca había sido lo suyo. Pero a veces la taba cae del lado correcto: antes del final del primer tiempo, en un córner, Pino va en busca del tanto salvador, mete un remate de volea que el arquero rosarino alcanza a desviar, Nigretti la empuja en la línea y consigue el empate que salvó el honor del capitán. En el complemento Lanús lo dio vuelta con gol de Crespín. Aquella tarde, el mito mayor del fútbol argentino, Tomás Felipe “El Trinche” Carlovich, para algunos amantes de las leyendas urbanas el jugador más talentoso que existió, pisó el césped de la cancha de Lanús como conductor del equipo Rosarino. Finalmente, ascendió Morón, que con Peidró, Stagliano, Colombatti, Milano y Atilio Romagnoli había sido el mejor equipo, sumando 64 puntos. Segundo fue Central Córdoba con 59 y Lanús ocupó el tercer lugar con 50.
En 1980 el abogado Carlos Alberto González fue elegido para reemplazar a Seguer en la presidencia, iniciando el primero de sus tres mandatos, que se extendería por seis años, hasta principios de 1986, cuando será reemplazado por Néstor Díaz Pérez, siempre en el marco de la unidad política de todos los sectores que continuaban trabajando juntos por el salvataje institucional. Lanús afrontó el torneo de la “C” de 1980 pensando que el ascenso era posible. Finalmente el campeón fue Morón, que armó un gran equipo con varias figuras de la “B”, postergando al segundo puesto a Central Córdoba. Lanús resultó nuevamente tercero, aunque esta vez quedó a 14 puntos del campeón. El equipo lo había armado Juan Carlos Murúa, pero pronto renunció. En abril fue reemplazado por Juan Manuel Guerra, el técnico de Platense en la derrota por penales del 77, que hizo limpieza marginando a varios jugadores experimentados y empezó a poner a los pibes del club, como Egidio Acuña, Lito Beltrán, Néstor Sicher, Manolo Vázquez, Juan Antonio Crespín, Héctor Romero y el más esperado por los hinchas, el “Negro” Héctor Enrique, más conocido entonces por el auspicioso sobrenombre de Pelé. La experiencia de los dos años jugando en la “C” dejaba sus enseñanzas: los dirigentes se convencieron de que la solución para el retorno era recurrir a la cantera, y confiar en los pibes del club era el mejor camino para afrontar el tercer torneo consecutivo en la categoría. Guerra sabía hacer ese trabajo. Y en realidad, otra no quedaba. Lanús todavía estaba siendo atentamente vigilado por el gobierno de la dictadura, porque se había comprometido a llevar a cabo obras de gran magnitud en el predio que había recibido, para las cuales necesitaba juntar mucho dinero.
Mientras con el esfuerzo y el ingenio de los socios más decididos se abocaba a la reconstrucción institucional y ponía en marcha nuevas obras, Lanús afronta el torneo de 1981 con un equipo casi íntegramente conformado por jugadores de la cantera, que contaba con la experiencia del arquero proveniente de Boca, José Felipe Perassi; la permanencia del histórico capitán Pino Lodico y los retornos de Norberto D’Angelo y Juan Carlos Nani. Por primera vez serían dos los ascensos. De principio a fin, el Grana volvió a exhibir en todas las canchas los atributos de siempre: pelota al pie y fútbol ofensivo. Pese al mal estado de los terrenos de juego de la divisional realizó una campaña fabulosa: 31 victorias, cuatro empates y apenas tres derrotas. Esta vez el rival fue Chacarita Juniors, que sumó apenas dos puntos menos. Con Perassi; Egidio Acuña, D’Angelo, Beltrán y Sicher; Attadía, Lodico y Ramón Enrique; Crespín, Héctor Enrique y Nigretti, más los recambios de Manuel De Freitas, Héctor Romero, Marcelo Fuentes y Nani, un plantel corto y muy joven pero con futbolistas de categoría y enorme proyección, el Grana peleó el ascenso partido a partido contra Chacarita, otro fundador del profesionalismo caído en desgracia. Al finalizar el año 1981 Lanús ganó merecidamente el título de campeón de Primera “C” y retornó a la segunda división sin haber retirado formalmente la demanda contra la AFA.