Y de inmediato Petrovich escribió una carta pública donde niega que Gisela Motini haya trabajado en su casa en quehaceres domésticos, y asegura que se trata de una colaboradora del Senado que tomó ese camino, el de denunciar que era mucama de la legisladora, cuando no le fue renovado su contrato en la Legislatura. Y paralelamente Petrovich cerró su cuenta de Twiter con candado, un hecho difícil de explicar en quien en una extensa carta pública dice cuidar su “carrera política”. Claro, la senadora provincial Lorena Petrovich olvida señalar que su "carrera política" empezó prácticamente cuando Grindetti le regaló una banca en el Senado. Ah, y entre otras prebendas, Petrovich logró un cargo de director para su marido, en Lanús, un municipio por el que la quilmeña (izquierda) hizo nada en su sinecura por el que percibe un monto anual neto de $2.391.806 producto de su sueldo como senadora.