lunes, 16 de agosto de 2021

La penitencia de la deuda externa impuesta por la burguesía criolla


por Lisandro Martínez*

Cuando alguien toma la palabra y se propone no pagar la deuda externa, hay una cantidad de lenguaraces que, con distintos argumentos sentimentales, prejuiciosos y descabellados, desaconsejan la acción debido a que “las deudas contraídas hay que honrarlas”, pero en cuanto se rasca un poco la mugre de los acreedores queda en pie un coro de buitres que intenta se cumpla con el pago de una deuda ya saldada hace más de 40 años.

   Es fundamental para el futuro del país que no haya dudas sobre la deuda que contrajo la dictadura de1976/1983.  Es el primer peldaño de esa escalera porque estamos ante una colosal estafa que vulnera todo tipo de derechos, en un país que transita permanentemente el peligro de quedar hipotecado. El 60% de la deuda la adquirió la dictadura militar para empresas nacionales y extranjeras que habían creado rentas ficticias para defraudar al estado. El trato avieso que se dio a la cuestión económica de Argentina fue lo que envaselinó el ingreso de Alfonsín a los llamados “acuerdos de Washington” luego de Malvinas. El 40% restante lo negoció para los privatizadores Menem, quien estatizó la deuda de los grandes empresarios para que fuera pagada por el pueblo trabajador. Los grandes empresarios que viven hablando de la seguridad jurídica, tendrían que responder qué

hicieron, entre ellos el grupo Macri, Suchard, Pérez Companc, Bridas, etc. (www.lapoliticaonline.com.ar 21/06/2014).

   Hace 21 años, el juez Jorge Ballesteros declaró a la deuda como “ilegal, inmoral, ilegítima y fraudulenta”. Olmos Gaona en el 2006 impulsó una nueva denuncia para ampliar la investigación sobre el canje de deuda de Néstor Kirchner del 2005. La deuda siempre fue controlada por el Congreso y por eso no avanza ninguna causa judicial, pues si avanzara tendrían que pasar por la justicia penal todos los legisladores que tuvo el país desde la dictadura, por culpables y encubridores.

Por los siglos de los siglos, amén

                 La deuda pública fue una herramienta del imperialismo desde hace varios siglos. El pueblo trabajador argentino está condenado a ser esclavo mientras el gobierno responda a la patronal que utiliza la devaluación (del peso y del dólar), para atarnos a políticas antinacionales.

    A mitad del siglo XIX, el Chaco santafesino era un paraíso de humedales y bosques inmensos de quebracho colorado y estaba habitado por etnias amerindias, como los abipones y mocovíes, que pronto sufrieron la persecución y la eliminación por la tropa de línea. Por una ley de 1872, el gobierno provincial contrató un empréstito con una firma londinense, Murrieta & Co., cuyo apoderado era el argentino Lucas González.

Una de las más atrevidas intentonas por encadenar al Tesoro Nacional y al país fue meloneada entre los piratas ingleses y el gobierno de Nicolás Avellaneda, allá por marzo de 1874, cuando vinieron desde Liverpool con 180.187 libras esterlinas para fundar el Banco Provincia de Santa Fe. El préstamo no se pagó en tiempo y forma y, luego de rabietas y concertaciones, el Poder Ejecutivo que estaba asesorado por el agente inglés Lucas González, propuso en 1880 una ley para pagar la tercera parte de la deuda con bonos del Tesoro y los otros dos tercios con tierras públicas "que se deslindarían y venderían en Inglaterra y en otras partes de Europa". La ley (que era un fraude contra la nación argentina) fue votada ese mismo año y facultó a González —como apoderado de la firma londinense— para vender 668 leguas cuadradas. Y efectivamente las vendió a Murrieta & Co. Dos millones de hectáreas tapizadas de quebrachos —la mayor reserva de tanino del mundo— pasaron así a manos inglesas (y también alemanas y francesas). En los escaños del Congreso nadie cuestionó la venta, tal vez porque se habían untado algunas manos o porque se rumoreaba que las tierras se subdividirían en colonias: Para el flamante estado nacional la región andaba necesitando pobladores "blancos" (es más, durante algún tiempo se consideró al Chaco Austral como "zona de excelencia para la instalación de colonos anglosajones"). Pocos años y varias fusiones empresariales después, en 1906 nacía The Forestal Land, Timber and Railways Company Limited, más conocida como La Forestal” (www.lanacion 8/08/2018).

   En La Forestal hubo una epopeya obrera, se persiguió y asesinó a obreros que se oponían a una explotación inmisericorde. Una guardia de asesinos, la gendarmería volante, actuaba por el terror. Los anarcos sindicalistas (La Fora, que honró a la Argentina obrera), organizaron la defensa de las condiciones de vida de hacheros, obreros y maestros. El sindicato exigía mejoras en las condiciones de trabajo para varones y mujeres que eran hacheras, telefonistas y costureras. Luchaban por 8 horas y mejoras salariales. El gobierno radical de Hipólito Yrigoyen, con quien La Fora había firmado un convenio, no cumplió.

 La Forestal tenía 380 km de vías, monopolizaba la producción y tenía ganancias millonarias mientras desaparecía el 90% del bosque. La Forestal fue la 1ra. productora de tanino y llegó a tener más de 2 millones de hectáreas en Argentina.


Yrigoyen mira para otro lado lo que firmó

    La indiferencia del presidente Yrigoyen frente al incumplimiento del acuerdo que firmó con La Fora provocó la huelga general el 29/01/1921, allí reprimieron con balas a 400 obreros que intentaron tomar las fábricas de Villa Ana y Villa Guillermina. Muchos huyeron al monte con sus familias y fueron “cazados” como animales por la Gendarmería y la Legión Patriótica. Torturas, quemas de viviendas y prohibición del Sindicato. La Forestal reabrió en 1922.

30 años después, con los bosques ya talados, la empresa cerró sus plantas en Argentina.

La Forestal en 60 años que permaneció en el país tuvo varios pueblos que llegaron a tener


ferrocarril, puertos, policía, almacenes, moneda propia y 20.000 empleados. Uno de los últimos directores de La Forestal Argentina en la década del ´60 fue el ex ministro José Alfredo Martínez de Hoz (foto) todo un símbolo para nuestra historia de terror.

En 1963 cerró sus puertas la última fábrica y cesó la actividad en los obrajes. La Forestal trasladó su producción a Sudáfrica —donde el Apartheid exigía menos controles y prometía mano de obra más barata— dejando un tendal de pueblos abandonados y obrajeros de a pie.

El pueblo trabajador argentino está condenado a seguir siendo esclavo mientras el gobierno esté en manos de una clase social parasitaria.

     (*) Pre candidato a Diputado Nacional de Política Obrera