por Leonardo Saphir (*)
“El que olvida su historia está condenado a repetirla”. Esta memorable sentencia dicha por muchos pensadores, no se aprende. Es un episodio de nuestro país, pasó en casi todos las naciones y que aún tiene vigencia. Desde antes del nacimiento de la Argentina allá por 1536 la división entre la capital y el interior se libró entre la metrópoli y los pueblos originarios. A partir de 1810 la confrontación fue entre el puerto de Buenos Aires y el interior, la guerra entre federales y unitarios tardó 70 años en resolverse con la instalación de la capital federal. Luego de un período de prosperidad, en 1930 vinieron golpes de estado que desarmaron la república y se asistió a partir de 1943 a otra escisión, esta vez entre ricos y pobres. Hago esta introducción en pleno siglo XXI porque ahora pareciera que nace otra disyuntiva. Seguimos como siempre, las llamo corriente tradicional y cambio de paradigmas. Y me voy a referir a un ejemplo chiquito: nuestro hogar Lanús.
En lugar de proponer medidas concretas para esta controversia, estamos en la chiquita. Sabemos que el mundo civilizado está a distancias siderales de nuestra sociedad. Estamos asistiendo a fugas del país de empresas importantes; no existen planes de inversión sustentables, la inflación es crónica, el personal capacitado se va al exterior, el ahorro
nacional no existe, el ingreso nacional en términos contantes ha caído, la pobreza y la indigencia es alarmante disimulada por los subsidios gubernamentales, la caída en otro default pende de un hilo, entre otros efectos, algunos no novedosos pero otros preocupantes Hace varios meses que vengo publicando, a través de noticuentos y notinovelas para no ofender a nadie, oportunidades de inversión que en nuestro distrito podrían atraer los capitales necesarios para ese salto tecnológico. Pues bien, se sigue utilizando el discurso tradicional de prometer lindos espejitos que llegado al poder nadie puede cumplir. Creo que sin distinguir partidos políticos ya que en todos ellos existen cuadros idóneos, pero minoritarios para ese cambio de paradigmas, con lo cual se cumpliría aquello de “estar condenado a repetirlo”.(*) Contador Público Nacional e Innovador Tecnológico