por Julio Edgardo Sanz
Hoy hablé con poca gente, estuve haciendo laborterapia casi todo el día. Canté, pensé hablando en voz alta, y mientras terminaba de arreglar alguna instalación eléctrica, y pintaba con brocha gorda y luego, fluyeron ideas que no induje, sino que las dejé fluir sin presionarme. Me autocritiqué, pero en muy pocas ocasiones enjuicié acciones disvaliosas de otros. Me dí los tiempos lógicos, para ver como salían cosas de mis manos, pero también de mi mente y de mis sentimientos y emociones. Volví a amar y odiar al mismo tiempo, sin avergonzarme, volví a emocionarme y mi sentir transitó de la alegría a la tristeza al mismo tiempo. Extrañé y rehuí al mismo al unísono, sin conmiserarme o defenderme porque simplemente había llegado a un estado de equilibrio que no me lo permitía hace tiempo ya.
Tuve momentos de felicidad e infelicidad, sin caer en la consabida bipolaridad social tan temida. ¿Y porqué? Porque me di cuenta finalmente que había tenido... un dia conmigo!