por Omar Dalponte*
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Sexta nota
Nos toca vivir un tiempo difícil. Realmente no sabemos cual será el destino de la Argentina. Y no tenemos idea de cual será el destino de la humanidad. Un año y medio atrás no imaginábamos que el mundo estaría, como está ahora, semiparalizado por una pandemia feroz. Vivimos incómodos. Enmascarados. Nos cuesta distinguir hasta a los viejos conocidos por estar embarbijados. Pero no hay alternativa. La mascarilla forma parte de nuestra existencia. Impera lo tanático. Todos los días, de la noche a la mañana lo que se ve y se escucha tiene color y olor a muerte. Menos mal que en 2019 la Divina Providencia o quien sabe quien, actuó en socorro de los argentinos y se votó peronismo porque, si se hubiese repetido el disparate electoral de 2015 hoy todo nuestro país sería un enorme pueblo fantasma. Pandemia más macrismo no habría producido otra cosa que la extinción definitiva de la Argentina. El mundo, a pesar de todo, sigue andando. A los tumbos, pero sigue andando. Y nosotros, en tanto parte de este mundo castigado, podemos seguir caminando gracias a los enormes esfuerzos de nuestro gobierno y de los leales que no abandonamos las trincheras donde nos tocó estar. Nos toca lidiar con una oposición canalla, mentirosa, que no hace otra cosa que tratar de envenenar a la sociedad y poner obstáculos a la gestión de Alberto Fernández. Ante tanta adversidad, por momentos parece
que estuviésemos caminando sobre una cinta mecánica, dando pasos, transpirando pero sin avanzar. Es que después del desastre macrista y asediados por la peste no es sencillo poner en marcha a nuestro dolorido país.No me conformo con eso de que “la historia los juzgará”. Alguna vez quienes han atentando contra los sagrados intereses de la Patria tendrán que recibir el castigo que merecen. Quienes han sido responsables de privar de la libertad a mucha gente sin motivo, deberán pagar por lo que hicieron. Quienes han difamado, armado causas judiciales falsas, perseguido a decenas de personas para sacarlas del medio a fin de obtener ventajas electorales afectándolas en su buen nombre y honor no deberán quedar impunes. Parece que para llegar a un a tiempo en el cual el poder judicial funcione honorablemente y con eficiencia falta recorrer un largo camino. Tal vez no sea así. Tal vez estemos mucho más cerca de lo que parece. Probablemente los responsables de las atrocidades neoliberales, antes de lo que muchos imaginan, van a ir a parar donde merecen. Hay muchas investigaciones en marcha. Existen acusaciones muy bien fundamentadas. Abunda información respecto a figuras destacadas del elenco macrista que tuvieron y tienen que ver con empresas offshore y la fuga de capitales. Día llegará en que las tropelías cometidas por el macrismo habrán de ser pagadas a precio de rejas. La expresión política donde se aloja esta derecha insensible y rapaz, encontró la manera de asentarse en el sistema constitucional y hasta hoy, luego de haber causado un desastre mayúsculo entre 2015 y 2019, juega como principal fuerza opositora unida por el odio. Es innegable que esta fuerza, respaldada por poderosos intereses económicos y financieros, tiene poder y dispone de recursos para hacer daño. Lo demuestra a diario y lo hace sentir de manera despreciable. Algunos de sus voceros se han convertido en los máximos exponentes de la mendacidad y del caradurismo. Ninguno de ellos es estúpido. Cada quien desempeña su rol. El PRO, Cambiemos, Juntos por el Cambio o cualquiera sea su denominación no son accidentes históricos. Son productos de la falacia. Realizaciones bien pensadas por los enemigos del pueblo. Comenzaron con el anclaje de Mauricio Macri en Boca Juniors allá por 1995, época en que el menemismo había alcanzado su lugar más avanzado en el camino hacia la traición de la Patria. Pero...¿esta expresión brutal del conservadurismo amarillo tiene futuro? Veremos pasado el tiempo. Los intentos de la derecha por instalarse electoralmente tienen antecedentes muy lejanos. Pero para no viajar demasiado en el túnel del tiempo y a fin de que el relato suene familiar a los oídos de los actuales lectores, cito un par de construcciones concebidas por el mal recordado ingeniero Alvaro Alsogaray. En 1956 creó el Partido Cívico Independiente, en 1972 Fundó Nueva Fuerza y en 1982 la Unión de Centro Democrático (UCD) Con sus propios colores nunca alcanzó más que un puñado de votos. Pero la derecha sabe esperar. Es brutal y no es zonza. Cuando llegó la desgracia menemista, a caballo de la traición de Carlos Menem, la familia Alsogaray y sus secuaces, con el sello de la UCD, no sólo fueron parte de la gavilla gobernante. Con el respaldo de importantes medios de comunicación lograron un poder de convocatoria nada despreciable. Llenaron plazas y estadios con gente que haciendo con el pulgar y el índice la ” L” de “liberal” creía que ese estado de cosas tenía visos de eternidad. Pasó el tiempo, todo aquello quedó sepultado en el chiquero de la historia.
Desde hace unos años soportamos al macrismo. Boca Juniors, la Ciudad de Buenos Aires,los globos amarillos, Mauricio a los saltitos en el balcón de Perón, nuestro país hipotecado, estafas y choreos al por mayor. Mordieron el polvo en 2019. Algo es seguro: por ser producto de la falacia el macrismo no tendrá significación histórica. No tendrá la trascendencia que tuvo y tiene el peronismo. Que tuvo en su momento el radicalismo. El macrismo carece de líderes. Tiene patrones. O mejor dicho, tiene un patrón. Si a Macri lo afecta un resfrío la estructura amarilla salta en pedazos. ¿Rodriguez Larreta? ¿Patricia Bullrich? Seamos sinceros, con sólo mirarlos se advierte en ellos la ausencia de atributos carismáticos. Supieron instalar, eso sí, algunos alfiles con capacidad política y habilidad para alambrar sus territorios: Néstor Grindetti en Lanús, Jorge Macri en Vicente López por ejemplo. Viendo el trabajo de Grindetti en la Tercera Sección Electoral y de Jorge Macri en su región saltan a la vista sus capacidades como armadores políticos y no es descabellado suponer que ambos desean posicionarse para disputar la gobernación de la provincia de Buenos Aires.
De todas maneras, al margen de lo que puedan lograr estos dos dirigentes en el futuro, el macrismo es un vehículo político que tira aceite por reten de bancada. El activo propio es un ramillete de pícaros del mundo empresario y de las finanzas. Muchos de ellos están en capilla. Lo que le proporciona territorialidad es el radicalismo renegado. El “Pichetismo,” conteniendo voluntades que se dicen peronistas, procura hacer su negocio político y habrá que ver que ocurre cuando llegue el momento de armar listas y repartir cargos. Aquí en Lanús duele que algunos compañeros con quienes compartimos buenos momentos militantes y que, al margen de sus decisiones políticas apreciamos en lo personal, hoy se muden a los suburbios del macrismo. En el territorio peronista tienen su pertenencia, sus afectos de siempre, una historia única, inigualable, grandiosa. El mundo peronista, con sus claros y sus oscuros es un mundo lleno de pueblo, de sueños, de esperanzas, de futuro. ¿Vale la pena abandonarlo?
Y ya que hablamos de peronismo no estará mal echar una mirada hacia adentro. Tenemos la enorme responsabilidad de gobernar. Luego de 76 años de existencia seguimos siendo el partido político más importante de la Argentina. Aunque ya no somos el Movimiento Nacional organizado como en nuestras épocas de esplendor, es indiscutible que hay peronismo en cada rincón de la Patria. Habrá que hacer lo posible y hasta lo imposible para volver a ser lo que fuimos ¿Podremos? Probablemente sí. Siempre y cuando comprendamos algunas cosas. Nuestra organización política peronista a lo largo de su vida ha gozado y sufrido infinidad de situaciones. Gobierno, plenitud, triunfos, derrotas, resistencia, lealtades heroicas, traiciones hirientes, conquistas, caídas, muertes, renacimiento, tropiezos, recuperaciones y ahora el acoso de una pandemia. Cartón lleno.
¿ Y entonces? Entonces la vida. El abrazo fraternal, el no dejar de soñar, no perder de vista las banderas históricas, seguir compartiendo las ganas de alzarlas bien alto. Es necesario entender la situación del peronismo y más necesario aún comprender lo que entendamos. Entender y comprender no es lo mismo. Seguramente entendemos que jóvenes y viejos peronistas tienen diferentes criterios respecto a la actualidad política y al peronismo. Entonces es imprescindible comprender el motivo de esas diferencias. Los veteranos debemos saber que para los jóvenes es imposible interpretar y sentir el peronismo como nosotros. Simple. No han vivido algunas etapas peronistas del tiempo pasado. A su vez, los jóvenes deben comprender que para los que venimos de otros tiempos, después de haber atravesado enormes cambios culturales, es sumamente difícil ver y apreciar las cosas de la misma manera que ellos. Por esto, para las distintas generaciones que hoy militamos en el peronismo es necesario estudiar nuestra historia y la complejidad del presente. Debatir, cambiar opiniones y analizar los cambios ocurridos a lo largo de más de siete décadas en nuestro gran espacio político. Es útil intercambiar conocimientos para finalmente hallar una síntesis. Perón murió hace 46 años. Los más viejos debemos tener en claro que para los peronistas nacidos después de 1974 y que hoy tienen entre 18 y cincuenta años, nuestro General es un gran personaje histórico. El Perón real de carne y hueso, para ellos, es Néstor Kirchner a quien escucharon, tocaron, aplaudieron y vieron enfrentar a los milicos y a los poderosos. Hablarles de Mercante, Montes, Bramuglia, Borlenghi, Miranda o Espejo es mencionarles a protagonistas de tiempos muy lejanos. Si comprendemos la política y sus realidades nos daremos cuenta que la juventud peronista actual, respetuosa de la tradición, valora los grandes sucesos y a determinados personajes del pasado peronista. Ama a Evita y a Perón sin haberlos conocido, revaloriza el 17 de Octubre, rescata el Día de la Militancia y respeta la memoria de Cámpora. No demuestra demasiado interés por la Comunidad Organizada y difícilmente tenga en la memoria las 20 Verdades. Mira de reojo a la dirigencia de la CGT pero defiende el liderazgo de Cristina y sabe perfectamente cuales son las tres banderas históricas del peronismo. Por sus cabezas no pasan ni cerca las antiguas pasiones de las organizaciones armadas ni nada que se le parezca. Así que algunas mentes afiebradas pueden desechar de sus pensamientos los delirios que surgen del encierro pandémico. Con nuevas ideas y métodos adecuados a la actualidad probablemente sea esta juventud, y los jóvenes que llegarán en el futuro, quienes contribuyan a un salto cualitativo del peronismo, actualizando nuestra doctrina para orientarlo hacia objetivos superiores.
Hoy la principal referencia institucional del peronismo es el Partido Justicialista. En su conducción nacional hay compañeros dirigentes muy jóvenes. Es probable que en la futura dirección del PJ de la provincia de Buenos Aires también se incorpore sangre nueva. El Partido debe abrir sus puertas de par en par y recibir con los brazos abiertos los impulsos juveniles que vengan de las organizaciones sociales, de La Cámpora, del Movimiento Evita, de los centros culturales, de las bases del movimiento obrero, de los ateneos militantes y de todos los agrupamientos y sectores que anhelen reafirmar los principios revolucionarios del peronismo. Bienvenidas a nuestro Lanús las nuevas voluntades que ayuden al peronismo local a reconquistar el gobierno municipal. Bienvenidos sean los esfuerzos en favor de la unidad del peronismo y del campo popular. Hay momentos en la historia de los países en que determinadas situaciones exigen cambios profundos y el protagonismo de nuevos sujetos. Sepamos los viejos militantes lanusenses ayudar a que esos cambios se produzcan dando paso a quienes estén dispuestos a realizarlos. Sepan los jóvenes comprender el valor de la unidad, que recuperar Lanús es tarea de todos y que la lucha por la liberación nacional y social de la Patria requiere fuerza, inteligencia, honestidad, voluntad y experiencia.
(*) De Iniciativa Socialista