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domingo, 14 de febrero de 2021

¿Peronistas? ¿Topos comunistas? ¿Agentes de la KGB? ¿Aliados carapintadas? ¿Qué somos?


por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com

(Tercera nota)

 Finalicé la nota anterior diciendo que las dictaduras posteriores al derrocamiento de Perón en 1955, trataron de someter al pueblo argentino utilizando todos los medios posibles, hasta los más bárbaros, pero no pudieron evitar sufrir en carne propia las consecuencias.
Como bien dijo Perón: “Cuando los pueblos agotan su paciencia hacen tronar el escarmiento”. Me permito agregar: Los pueblos harán tronar el escarmiento movilizándose masivamente, por el accionar individual de algún patriota o mediante grupos organizados que, hartos de tanta iniquidad decidan dar batalla por distintos medios. El 29 de mayo de 1969 un grupo de las formaciones especiales secuestró y ajustició a uno de los más crueles asesinos de nuestra historia: el general Pedro Eugenio Aramburu. A partir de ese episodio, durante los tres años siguientes, hasta 1972, se llevaron a cabo no menos de veinte insurrecciones populares cumpliéndose un tiempo de heroicas jornadas de lucha que quedó registrado como “el ciclo de los azos”.
Recordamos algunas de aquellas puebladas: Ocampazo, Correntinazo (1969) Primer Rosariazo (1969) Salteñazo (1969) Primer Cordobazo (mayo1969) Primer Tucumanazo (mayo 1969) Segundo Rosariazo (septiembre 1969) Cipolletazo (septiembre-octubre 1969) Choconazo

(febrero – marzo 1970) Segundo Tucumanazo (noviembre 1970) Segundo Cordobazo o Viborazo (marzo 1971) Catamarqueñazo (noviembre 1970) Casildazo (marzo 1971) Jujeñazo (abril 1971) Rawsonazo (marzo 1972) Mendozazo (abril 1972) Tercer Tucumanazo o Quintazo (junio de 1972) Rocazo (julio 1972) Animanazo (julio 1972) Trelewaso (octubre 1972).


Fue en ese marco de estallidos rebeldes resistentes y combativos dentro del cual se esperaba el retorno de Perón a la Patria. El titular del ultimo turno de la dictadura militar de entonces, general Alejandro Agustín Lanusse, se proponía torear a nuestro General con poco felices provocaciones que al final le caían a si mismo como escupitajos en la cara. “A ver si le da el cuero”, dijo cierta vez. Y en otra oportunidad amenazó vociferando: “los militares no tenemos las armas de adorno”. Perón lo demolió. Ratificó la decisión de su regreso y con su gracejo inigualable le mandó una estocada a fondo. “Lo que tienen de adorno esos militares es la cabeza”.
Una vez concluidas esta serie de notas, si la vertiginosidad de los hechos de actualidad lo permiten, es probable que siga recorriendo un poco más aquella época y comentando en detalle cada uno de estos sucesos. Ojalá nos de el cuero.
Después de 1955 y de 1956, la dictadura militar – cívico - clerical fue profundizando sus métodos represivos y produjo años brutales. Pero gran parte del pueblo, especialmente los trabajadores, lejos de amedrentarse ideó y llevó a la práctica nuevos y variados métodos de lucha y resistencia. En 1962, como ya dijimos en notas anteriores, el triunfo de  los peronistas Framini–Anglada en la provincia de Buenos Aires, aunque anularan las elecciones, terminó con el gobierno traidor y entreguista de Frondizi. Como réplica a la resistencia popular las dictaduras agudizaron el terror. El 23 de agosto de aquel año fue secuestrado por un grupo de tareas el obrero metalúrgico Felipe Vallese, delegado de la empresa Transfilación y Esmaltación de Alambres (TEA)
Felipe, de 22 años, fue militante de la Resistencia Peronista y asesinado luego de ser salvajemente torturado, según averiguaciones hechas por nuestros compañeros del Movimiento, en la comisaría primera de San Martin. Su cuerpo nunca fue hallado.
Dentro del sindicalismo, donde las luchas intestinas ocurrían con bastante fiereza. El 13 de mayo de 1966, en el local que funcionaba la pizzería “La Real” de Avellaneda, Rosendo García, secretario adjunto de la Unión Obrera Metalúrgica, fue muerto en un tiroteo en el que participaron dirigentes sindicales, entre ellos Augusto Timoteo “El Lobo” Vandor y Armando Cabo, padre de Dardo Cabo, combatiente peronista director de la conocida revista “El Descamisado” asesinado por la dictadura militar en 1977. En la trifulca de “La Real” también murieron los compañeros Domingo “Griego” Blajaquis y Juan Salazar. Rosendo fue vecino de Lanús Este. Vivió en un chalecito ubicado en la esquina de Pergamino e Ituzaingó. Pintón, simpático, su figura estaba creciendo en el gremio y por entonces constituía una amenaza para la permanencia en la conducción del “Lobo” Vandor en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM)
De donde salieron las balas asesinas que acabaron con la vida de Rosendo y demás compañeros nunca quedó claro. Según algunas crónicas, y relatos de quienes dijeron haber estado en el lugar de los hechos, aseguraron ver disparar a Vandor y a Armando Cabo. Rodolfo Walsh, respecto a aquel episodio que conmovió a buena parte de la sociedad, hizo un buen aporte en su libro editado en 1969 titulado ¿Quien mató a Rosendo?
A partir del golpe de estado que derrocó al presidente radical Arturo Illia el 28 de junio de 1966, en Lanús, como dijimos en nota anterior, se sucedieron varios intendentes de facto con el cargo de comisionados. El último de esa serie fue Miguel Monserrat quien finalizó su gestión en 1973. En 1968 se produjo un hecho magnífico, de suma importancia para el movimiento obrero. Entre el 28 y 30 de marzo sesionó el Congreso Normalizador “Amado Olmos” y se fundó la C G T de los Argentinos. La denominación de dicho Congreso fue en homenaje al dirigente del gremio de Sanidad, protagonista de dos Congresos previos que dieron lugar a programas como el de La Falda y Huerta Grande. Amado Olmos falleció poco tiempo antes de marzo del 68. La C G T de los Argentinos, cuya secretaría general ejerció el dirigente gráfico, compañero Raymundo Ongaro, jugó un rol preponderante en el enfrentamiento a la burocracia sindical capitaneada por Vandor y tuvo gran protagonismo en las distintas puebladas que se realizaron a lo largo y ancho de la Argentina contra la dictadura de entonces. La CGTA, pluralista, combativa, con formas novedosas de participación de las agrupaciones de base y otras organizaciones populares, entre 1968 y 1974, marcó una época que para siempre quedó como un momento de alta intervención de los trabajadores en la lucha por la liberación nacional. Además de las acciones concretas en las que participó y muchas veces condujo, realizó una producción escrita que fue, y seguramente seguirá siendo, valioso material de consulta para los estudiosos del movimiento obrero y útil para el conocimiento de la militancia.
A fines de la década de 1960, en Lanús, conocí personalmente al compañero Roberto Miguelez y a partir de un primer encuentro, con un grupo de compañeros nos integramos a la Agrupación 4 de Junio que Roberto conducía. Con esta agrupación nos reuníamos en un local de la calle Sitio de Montevideo a la altura de la calle Gral.Ferré y poco después nos mudamos a una casona de la calle Emilio Mitre, hoy denominada Arturo Illia. Alli participaron, junto a muchos otros, recordados compañeros como Héctor “Picha” Guidi, Bonelli, Rizzo, Juan Picarelli y su esposa, también "Porota" Ratto y un grupo de jóvenes entre quienes estaba una muy jóvencita Graciela Gutierrez, nuestra apreciada Negra con quien aún después de cincuenta años nos seguimos encontrando en las playas del peronismo lanusense.
Desde aquella casa de Lanús Este salimos a recibir al General el 17 de Noviembre de 1972 cuando regresó por primera vez a la Argentina luego de 17 años de exilio. Era una madrugada nublada y ya de entrada los helicópteros de la policía de la provincia de Buenos Aires pretendían inútilmente atemorizar, con esos vuelos a baja altura, a quienes con el correr de las horas seríamos una marea humana que, caminando o por cualquier medio marcharíamos, como lo hicimos, a encontrarnos con nuestro líder. Lo que pasó durante todo ese día es historia muy conocida y respecto a aquella hermosa jornada de lucha nos hemos referido en varias oportunidades.  
El 25 de noviembre de 1972, Perón convocó a una reunión en el restaurante Nino de Vicente López. A partir de allí comenzó otra historia. En la próxima la seguimos.

   (*) De Iniciativa Socialista