por Lisandro Martínez*
Alberto dijo: “Hay gente en el Frente de Todos que sueña con una revolución; no es mi idea” (La Nación 10/1/2021). Este señalamiento lo consolida como un conservador dispuesto a dirimir el podio de la reacción política con el vaticanista, Juan Grabois, quien respondió con una incongruencia: “Nosotros sí soñamos con una revolución y por ella luchamos, pero sabemos que esta coalición política tuvo el enorme mérito de derrotar al macrismo. Aún con sus limitaciones, sigue siendo la mejor opción para las mayorías populares”.
“La revolución justicialista” nunca existió y menos con Perón y la Triple A, pero, para “Opi” de Santa Cruz en cambio es ”La Revolución de los Boludos”, según Rubén Lasagno 16/1/2021
Todavía hay seres que consideran que con la llegada de Perón se produjo una revolución insólitamente: ¡sin cambio de bases sociales! Ya en 1930 los conservadores en Argentina entendieron que había que cambiar algo para que nada cambie.
La crisis de 1929 duró años y las luchas se sucedian. El anarquismo en el país había fundado sindicatos independientes de la patronal, mientras el socialismo coqueteaba con Yrigoyen. Las conclusiones obreras frente a la Segunda guerra fue: “No volver a trabajar a destajo y sin protección social”.
En 1930 Getulio Vargas en Brasil y 13 años luego Perón desarrollaron un plan de previsión
Con el fin de la 2ª guerra los trabajadores en China y Yugoslavia continuaron armas en mano e hicieron su revolución social. En Grecia la guerrilla derrotó a los nazis pero fue manipulada por un acuerdo trucho, mientras en Italia el masivo movimiento “Il Partigiano” fue desarmado y traicionado por el PCI que con el Vaticano llamaron a elecciones para imponer al partido Demócrata Cristiano. La URSS, EEUU e Inglaterra en el cuadro de ascenso de masas tiran lastre y proponen planes de viviendas populares, obras sociales, aguinaldos, jubilaciones, etc. Verdaderos paños fríos para un cuerpo social en llamas. Asi fue la integración y cooptación de los sindicatos a las estructuras del estado. En América Latina Argentina, Brasil, Uruguay, Chile y Cuba, con luchas obreras y reclamos que picaban alto se adoptó una seguridad social para desarmar los frentes de tormenta. En Argentina los empleados públicos habían conquistado con luchas desde 1904 los seguros sociales mientras, los ferroviarios desde 1915 obtuvieron la jubilación. Esas conquistas del movimiento obrero argentino eran frutos “maduros” para todos los gremios del país. Perón en 1943 señaló: “Con la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión, se inicia la era de la política social argentina. Atrás quedará para siempre la época de la inestabilidad y desorden en que estaban sumidas las relaciones entre patronos y trabajadores.” Asi la patronal argentina trató de garantizar la dependencia política de los sindicatos que a partir de ese momento entregan su autonomía política y de acción integrándose al estado. Con eso intentan que nunca más los obreros sigan el camino de los de la UOCRA que en 1935 se movilizaron con piquetes y huelgas y conquistaron la CGT.
Los sistemas previsionales, de Getulio y de Juan Domingo, no fueron innovadores: consolidaron un modelo estratificado y de distribución regresiva de ingresos que tenían sus orígenes en las primeras décadas del Siglo XX. En Argentina el movimiento obrero había luchado por que todo el aporte a las cajas jubilatorias fuera asumido por la patronal y así fue que un sector importante del proletariado durante un periodo rechazó que los descuentos para el sistema jubilatorio fuera pagado por el propio trabajador, ya que si era un salario a futuro, debía pagarlo íntegramente la patronal.
Asi la conformación de una burocracia sindical vigilada en sus resoluciones gremiales por las patronales fue un apéndice de la producción determinada por los empresarios no solo en Argentina sino en la mayoría de los países.
En Brasil en 1931 el Departamento Nacional del Trabajo impuso la jornada laboral de 8 horas en el comercio y la industria; se reglamentó el trabajo de la mujer y del menor, se otorgó el derecho a vacaciones para comercio, la banca y la industria. Se consagró el salario mínimo.
Tanto el “pionero” Getulio como Juan Domingo, después analizaron y adoptaron la carta “di il lavoro” del fascista Mussolini y aplicaron hasta donde pudieron su dispositivo de control sobre el proletariado. Señala el historiador brasilero José Murilo de Carvalho que “en el período 1931-1939, cuando se introdujo una legislación más rígida, el movimiento obrero brasilero estuvo frente al dilema: libertad sin protección o protección sin libertad”.
“La Carta del Laboro” fue el regulatorio brasileño. Se estableció el unicato sindical y el control del estado sobre los sindicatos. En Argentina se instaló un registro en el Ministerio de Trabajo. Los presupuestos y las decisiones de las asambleas debían ser aprobados por el MT y éste podía intervenir los sindicatos. No obstante la relación del aparato peronista y la burocracia sindical con la clase obrera nunca fue pacífica. La burocracia sindical argentina y “los pelegos” en Brasil fueron amamantados por el estado. Los burocrátas y pelegos son aliados del gobierno y de las patronales.
A un año de la movilización popular que lo liberó, Perón señaló que “para lograr la victoria debemos permanecer unidos, con la mirada puesta en el esplendoroso porvenir económico de la patria. La consigna del momento es: ¡Producir, producir, producir!” (El Laborista, 6 de octubre de 1946).
Un año antes del golpe (23 al 30/8/1954) la CGE y el peronismo hicieron “El Congreso de Organización y relaciones laborales” destinado a super explotar la mano de obra y límitar a las comisiones internas, prohibiéndoles llamar a paros u otras medidas. El objetivo era alcanzar un control férreo de la producción.
“La revolución justicialista” de 1943 nunca se plasmó porque la clase obrera fue condenada a ser columna vertebral de la patronal y nunca la cabeza del país.
(*) Del Partido Obrero Tendencia