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lunes, 4 de enero de 2021

El club Lanús cumplió 106 años


por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

 
   Hacia mediados de siglo XIX, en las enormes estancias del Riachuelo hacia el sur, gringos y criollos explotaban la cría, el tambo, la lana, el cuero y los saladeros. Pronto aparecieron las casas de descanso, y a partir de 1871 se agregó buena parte de la estampida de porteños que desató la fiebre amarilla. Suele pensarse al ferrocarril como el generador del desarrollo de la zona, pero no fue así, nunca es así. La economía local lo preexistía, aunque la llegada masiva de familias distinguidas  le dio un nuevo sentido comercial al emprendimiento. Los alrededores de las paradas del tren fueron los terrenos más buscados por los pioneros que lotearon las primeras villas, las que pronto tendrán mayor evolución. De a poco los ricos se fueron llevando sus vacas y ovejas más al sur, y sus


enormes pastoreos fueron vendidos loteados para el trazado de nuevas villas. Guillermo Gaebeler llegó en 1888, y en cómodas cuotas trazó 56 manzanas delimitadas por las actuales Basalvibaso, Ramón Cabrero, Eva Perón y Madariaga. 27 años después de la fundación de aquel trazado bautizado como Villa General Paz que todavía estaba a medio poblar, el 3 de enero de 1915 nació el Club Atlético Lanús en referencia a la pequeña parada del tren que llevaba el apellido del francés dueño de la estancia preexistente, quien había donado parte de sus terrenos al ferrocarril. No fue una veintena de jóvenes de clase media y baja como los que fundaron a los demás clubes con la única ambición de practicar fútbol y competir en las ligas oficiales e independientes que surgían con el boom del nuevo deporte; a Lanús lo crearon los jóvenes distinguidos de aquella naciente villa, y solo un par de ellos jugaban al fútbol.
   Al principio nada fue sencillo. El 11 de abril de 1915, la flamante entidad de tres meses de vida -ocupando la plaza dejada por su vecino en caída libre, el Lanús United- con un rejunte de jugadores para la ocasión, debuta en la división Intermedia de la Asociación Argentina de Football visitando en la Isla Maciel al desaparecido club Buenos Aires Isla Maciel, que lo venció por 3 a 1. En 1916 perdió la categoría en el terreno de juego, pero la Asociación lo mantuvo en Intermedia argumentando que su cancha era una de las mejores, ocultando que se debió además a las aceitadas relaciones políticas de algunos de los socios fundadores más caracterizados. Durante los primeros años siguió actuando en la principal categoría de ascenso con muchas dificultades, tanto en lo deportivo como en la faz institucional. Los jóvenes pitucos que aún no se desvelaban por el fútbol se inclinaron con fervor por el escolazo, y el club se fue convirtiendo en un bullicioso garito donde se jugaba hasta la madrugada. En 1919 se empieza a formar el que sería su primer gran equipo, con la llegada de refuerzos de categoría como Miguel Ainzuain y Adolfo Sacarello, ambos de Independiente, además del insider Pedro Raggi, de Rosario Puerto Belgrano. Al finalizar el torneo, el equipo granate culmina segundo a siete puntos de Banfield, pero accede a la primera división a causa de una crisis organizativa desatada por un grupo de  clubes en conflicto, entre ellos varios grandes, los que crearon una nueva entidad rectora, la Asociación Amateurs de Football. Consumada esa ruptura, los seis mejores equipos de la tabla final de Intermedia, entre ellos Lanús, ascendieron por decreto con el fin lograr un número razonable de competidores en la máxima categoría de una muy debilitada Asociación Argentina de Football.
   En las décadas que siguieron, el pueblo de Lanús se fue convirtiendo en el sueño de una casa propia y un empleo digno para cientos de familias de trabajadores llegados de todo el país. Aún existían enormes baldíos donde los pibes corrían sin descanso detrás de la pelota. El más grande de todos pertenecía al ferrocarril, se encontraba al lado Este de las vías del tren, y se extendía en la gran curva de la vía férrea que une las estaciones de Lanús y de Remedios de Escalada, un cuarto de círculo que cerraba con la intersección de las calles Arias -límite Sur de la Villa General Paz que trazó Gaebeler- y la calle Fray Mamerto Esquiú, el límite con el barrio de Escalada Este. En ese vértice, Lanús alquilará un terreno de 50.000 metros cuadrados donde en 1929 inaugurará su nueva y definitiva cancha, en la que se presentó como uno de los 18 clubes fundadores del profesionalismo, y en la que desarrolló su cambiante vida deportiva. La pequeña industria y el comercio se fueron asentando en el territorio y de a poco las antiguas villas distantes entre sí, pioneras independientes de la zona, como Villa Sarmiento, Villa Obrera y Escalada Este, fueron un solo pueblo y con una sola identidad: el color granate, el del club de cuna aristocrática que el destino irá tornando cada vez más popular.
    En estos cien años de vida, como casi todos los clubes condenados de antemano al segundo plano, debió luchar contra el poder y las injusticias que imponía una Asociación dirigida por los cinco grandes, y lo hizo siempre con armas dignas, con equipos conformados por muchos de los pibes de esos barrios, que dejaron para el recuerdo de propios y extraños grandes formaciones, todas con un sello inalterable: el juego de ataque. Desde entonces, y hasta entrados los años 90, recorrerá un duro camino repleto de altibajos, en el que los sinsabores dominaron la escena. Hasta el retorno a primera de la mano de Miguel Russo, el hincha granate convivió con el sufrimiento: Descenso con increíble injusticia en el 49, la gran ilusión de los años 50 que naufragó en el 56, la bronca y la desconfianza de sus hinchas por aquella dura derrota en Arias y Guidi ante River cerca del final del torneo, y la curva descendente que lo llevó de nuevo a la “B” en el 61. Las dificultades para volver, la milagrosa y fortuita conformación de una delantera para el recuerdo, con Silva, Acosta y De Mario como solistas, el retorno de 1964, las memorables jornadas en las que Manolo Silva se inspiraba y el abismo que vino después, en los oscuros años 70, que concluyó con las tres temporadas en la “C” hasta lograr la vuelta a primera B en el 81 con un poderoso equipo conformado por los pibes de la cantera, jugando un fútbol acorde con la historia del club.
       Una rica historia en la que subyacen las leyendas granates más hermosas: La de los hermanos Volante; la gran campaña del año 27; el fútbol de Daponte, Guidi y Nazionale; el recuerdo de Los Albañiles, los pibes del viejo Guerra; la historia de José Luis Lodico; la consolidación en primera con Miguel Russo; el equipo de Cuper Campeón de la Conmebol 1996; el inolvidable retorno de Huguito Morales, la vuelta olímpica en la Bombonera con los pibes de Ramón en 2007, la enorme conquista internacional  de la Sudamericana 2013 y la llegada de Jorge Almirón, los tres títulos locales ganados en 2016 y el acceso a la final ante Gremio de Porto Alegre en 2017 son la postales más bellas que Lanús, como muy pocos clubes argentinos de los nacidos para ser chicos, atesora en desván de sus recuerdos: una historia gloriosa y singular que es indispensable analizar y difundir, y que dado el extraordinario presente deportivo, institucional y financiero augura un futuro aún mejor, y justifica holgadamente la fiesta de cumpleaños que cada 3 de enero la ciudad pasional y futbolera se dispone a celebrar, luciendo orgullosamente las seis estrellas que adornan su camiseta.