por Aurelio Nicolella*
Los radicales tan poco afectos a sus efemérides o a sus acontecimientos históricos, y que son tan importes en la historia cívica del país, al respecto se olvidan mencionar una rica etapa de su historia:”La resistencia radical”.
Luego del golpe militar de 1930 y durante toda la década infame, muchos radicales, dirigentes, afiliados y simpatizantes comenzaron una lucha contra el régimen impuesto por las botas y los fusiles, a veces con manifestaciones callejeras o mítines a escondidas, otras con abstenciones para no legalizar las elecciones fraudulentas de dicho periodo nefasto de la República Argentina.
En el radicalismo de aquella época existía una convicción como había sido en antaño con La Revolución del Parque: Qu había que tomar las calles y organizarse para deponer un gobierno ilegitimo que nació en 1930 de un golpe militar y que, aunque el régimen pretendió legalizarlo con elecciones en 1932, no representaba al pueblo argentino. Los radicales lo llamaban “gobierno entreguista” pro-inglés y razones no le sobraban.
El martes 13 de diciembre de 1932, en distintos lugares públicos como bares, las propias facultades, los ateneos literarios convertidos en políticos, se organizaron reuniones de distintos grupos de radicales. Desde dirigentes hasta simpatizantes participaban, todas ellas con un fin: repudiar el régimen instalado desde el 6 de septiembre de 1930 y preparar el campo para la toma del poder a fines del mesde diciembre de aquel 1932.
Es así que el día anterior, el 12 de diciembre, sesionaba en Buenos Aires en la Casa Suiza la
Se dio la directiva “manu militari” de disolución de dichas reuniones utilizando a la policía de la capital, la Guardia de Infantería y el Ejército. La movilización de personal militar fue notable en esos días.
La represión fue brutal: primero ingresaron las fuerzas del orden donde estaba sesionando la Juventud Radical en el local de la Unione Operai Italiani in Argentina, mientras la policía reprimía a los jóvenes radicales que echaban vivas a don Hipólito Yrigoyen y al doctor Marcelo T. de Alvear, quienes fueran liberados hacía poco tiempo de la isla Martín García, donde sufrieron confinamiento. La represión continuó contra los jóvenes durante toda la madrugada y bien entrada la jornada del día 13. Los jóvenes boinas blancas se movilizaban por la vía pública y enfrentaban a la policía, según informó el ministro del Interior de ese momento, Ramón S. Castillo. Lo cierto es que eran reprimidos a sangre y fuego. En dicha manifestación se produjeron tremendos tiroteos entre manifestantes y policía dejando el saldo de varios jóvenes heridos de bala y tan solo 159 detenidos declarados por el gobierno, pero las crónicas de la época hablan de una “masacre”. Varios muertos y heridos graves, los diarios de la época sufrían una severa censura que a veces se convertía en una autocensura, por lo cual, como tantas veces ocurrió y ocurre en la historia de nuestra Argentina, nunca se supo la realidad de los muertos y heridos.
Mientras en la Casa Suiza se encontraba, como dijimos, reunido el Comité Metropolitano de la UCR, no fue menos la represión. En dicho encuentro partidario participaban como oradores Emir Mercader, Luis Dellepiane y Ricardo Balbín entre otros, quienes sufrieron el hostigamiento y demora policial.
Estos hechos fueron el preámbulo de lo que se denominaría más tarde como Revolución Radical de 1932, que se proponía un levantamiento cívico el día 18 de diciembre con el fin de conseguir la renuncia del presidente Agustín Pedro Justo y conseguir luego apoyo de militares leales al radicalismo, como el teniente coronel Atilio Cattáneo y el mayor Regino Lascano, con el fin de imponer una Junta Revolucionaria Provisoria que debería estar integrada por civiles y militares que no estaban conformes con el régimen fraudulento del pseudo-partido fantoche llamado La Concordancia y llamar lo más pronto posible a elecciones libres y encauzar al país en una verdadera democracia como lo fue hasta 1930.
Pero retornando los hechos, la represión más fuerte fue el martes 13 de diciembre de 1932: Sin miramientos se allanaron casas de simpatizantes radicales y locales partidarios, fueron apresadas personas que simpatizaban con el levantamiento cívico, no solo en Buenos Aires sino también cientos de radicales fueron detenidos en Santa Fe, Rosario y en otras ciudades del interior.
El 14 de diciembre ya se encontraban detenidos varios dirigentes y partidarios radicales, lo que permitió al gobierno de Justo tener contralada la insurrección.
El 16 de diciembre, ya calmadas las aguas, comenzó la caza de brujas.Fueron encarcelados los dirigentes radicales Honorio Pueyrredón, Adolfo Güemes, Carlos Noël y José Tamborini entre varios, así como también los líderes militares involucrados, mientras que Marcelo T. de Alvear fue nuevamente enviado a la isla Martín García donde fue alojado en barracas en las que compartían las instalaciones con los demás presos insurrectos. Con el tiempo llegaron a más de 180. Cabe aclarar que esta no era la primera vez que Alvear fuera apresado, pero si fue la más severa, ya que estuvo sometido a condiciones inhumanas y de aislamiento. Los presos en Martín García se encontraban encerrados en unas pocas cuadras bloqueadas con alambre de púas y eran celosamente vigilados bajo los focos y las ametralladoras de los guardias, un verdadero campo de concentración. Recién un año después recuperaría la libertad junto a otros presos políticos.
Retornado a fines de 1932, el 29 de diciembre, en vísperas de año nuevo el gobierno de Justo festejaba que la Revolución Radical de 1932 había fracasado.
Pasaría casi un año para que otro intento radical de retornar a la democracia por la fuerza fuera también aplastada por el régimen de la Década Infame, esta vez en el litoral argentino con otros integrantes como Arturo Jauretche, puntal para crear junto con otros radicales Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA). Luego de ello la resistencia radical comenzaba otro camino: El de no confrontar con el régimen, pero esa es otra historia.
(*) Abogado y militante radical.