por Aurelio Nicolella*
Muchos argentinos, incluidos algunos radicales, piensan que el nefasto día 6 de septiembre de 1930 Don Hipólito Yrigoyen se encontraba en Casa Rosada y en plenoejercicio del cargo presidencial. Pero, cuando se produjo el golpe de estado de 1930, la realidad era que su vicepresidente Enrique Martínez, un médico cordobés, era quien desde hacía más de 24 horas presidia el Poder Ejecutivo Nacional.
HipólitoYrigoyen se encontraba ya aquejado por distintos problemas de salud y desde hacía un par de semanas se venía diciendo que “El Peludo”, como se lo conocía al presidente, debía tomarse una licencia.Se hablaba, desde un ala más dura del partido, de que renunciara al cargo para que su vice Enrique Martínez asumiera el total control del país y así calmar las aguas: Es que la ciudadanía, desde hacía un par de meses, se encontraba en plena ebullición, con manifestaciones civiles en favor y en contra del gobierno democrático, con “manifiestos” de tinte fascista, todo bajo el lema “Crisis moral de la Nación”. No olvidar que en dicho período el fascismo mussoliniano estaba en auge en el mundo. Además, una parte de la oligarquía quería volver al estatus de país conservador de antes de 1916, ya que había perdido muchos privilegios que ostentaba.
Mientras, en nuestro país en esos meses trágicos hubo enfrentamientos de civiles con la policía. Incluso en una de esas movilizaciones populares se produjo en Plaza de Mayo la muerte de un
joven, algo que fue “shockeante” para la sociedad de aquella época que se consideraba “civilizada”. Surgieron así fuertes comentarios de parte de los medios periodísticos, que inclusive llegaron a comentar que se estaba volviendo al “salvajismo rosista”.
Enrique Martínez llega a la vicepresidencia en una situación especial, aunque constitucional y no antidemocrática. Martínez gana para el radicalismo la gobernación de Córdoba en 1928.Asume su mandato efectivamente el 17 de mayo, y gobierna la provincia solamente por tres meses. Sin embargo, el 22 de julio de 1928 fallece el vicepresidente de la nación electo Francisco Beiró, ocurriendo ello meses antes de asumir el cargo. Entonces Enrique Martínez fue elegido por el Colegio Electoral para su reemplazo, y asumió el 12 de octubre de 1928 dicho cargo junto a Hipólito Yrigoyen. Cabe mencionar que no hubo queja ni discusión por parte de Martínez, ya que eran épocas donde el partido disponía y los correligionarios acataban.
Como vicepresidente cumplió su función a la perfección y acompañó los proyectos de leyes tanto del Poder Ejecutivo como los del Congreso: En sus casi dos años al frente de la Cámara no necesitó desempatar. Por su lealtad a los postulados del partido se lo veía como un radical ejemplar. Nadie objetaba que se ocupara de la primera magistratura mientras Yrigoyen se reponía o veía qué hacía con su futuro político.
El 5 de septiembre asume provisoriamente los destinos de la Nación. Inmediatamente, a su despacho, llegaban noticias de movilizaciones militares en Campo de Mayo. Al principio no se le dieron importancia ya que los militares, para esa época, realizaban ejercicios castrenses de ese tipo para tener entrenadas a las tropas. Creer ello fue un grave error para Martínez: Declaró tardíamente el estado de sitio, solamente en la capital federal, a altas horas de la noche del mismo día, cuando el fuerte de las tropas golpistas ya habían ganado la calle y habían comenzado a realizar barricadas incitando a la población a rebelarse.
Martínez vio como, al alba del 6 de septiembre, ya había una muchedumbre que junto a un grupo de militares, comandados por José Félix Uriburi y Agustín P. Justo, irrumpían en la casa de gobierno. La primera medida de los golpista fue desarmar a los Granaderos a Caballo, único grupo militar que siempre fue leal a los gobiernos constitucionales. Luego se dirigieron directamente al despacho de Martínez,donde Uriburi le pide que firmara la renuncia. De esta manera se concretaba el primer golpe de estado a un gobierno democrático en la historia de la República Argentina.
La “horda” de personas incitada por los golpistas, que se encontraba en Plaza de Mayo, se dirigió a la calle Brasil al domicilio de Yrigoyen, donde no pudieron encontrarlo. Saquearon salvajemente su domicilio mientras Enrique Martínez era detenido y llevado a un cuartel militar de Buenos Aires.Se supone que estuvo en el Regimiento Patricios para luego ser puesto en prisión por dos años.
En cuestión de horas llegó la prisión para Hipólito Yrigoyen, para el ex presidente Marcelo T. de Alvear y varios militantes radicales más en la Isla de Martin García.
Enrique Martínez luego de ser liberado marchó a su provincia esperando que calmara el odio que había en la sociedad argentina. Era una persona proscripta y perseguida, todos sus movimientos eran informados y vigilados por la “Sección de Orden Político de la Policía de la Capital” al mando de Leopoldo Lugones (hijo), una especie de “Gestapo” Nazi o “Stasi” de la Alemania comunista, mucho antes que estas existieran.
Regresó Martinez a la ciudad de Buenos Aires, donde terminó por radicarse, y mantuvo contactos con el partido radical en la ilegalidad: Sabía que era vigilado por lo cual no se mostraba públicamente. En una de sus visitas a la estancia familiar sufrió un accidente de equitación y falleció en 1938.
Poco conocida su vida política por radicales y ajenos, de él podemos decir que fue leal a los principios del radicalismo, nunca los claudicó, no contradijo al partido cuando se lo designó como candidato para la vicepresidencia dejando el cómodo sillón de la casa de gobierno de la provincia de Córdoba. Sufrió prisión y hostigamiento social y sin embargo no se quejó, ahí estuvo, típico político de raza de los tiempos de antaño.
Algunos radicales, luego de pasado este triste episodio del golpe de estado, le achacarían que no mandó a reprimir la asonada golpista y salvar así al gobierno democrático; pero lo cierto es que la oposición ya había tomado la calle y reprimirla significaba un derramamiento de sangre inútil, algo que no era aceptable para sus principios humanistas.
Su mejor testamento es su “Carta abierta sobre los sucesos de la revolución de septiembre de 1930” publicada en el diario La Voz de Córdoba el 8 de marzo de 1931, mientras seguía detenido. En la misma, hacía una autocrítica y explicaba la calamidad que dicho golpe produciría en la sociedad argentina: Abiertamente daba a entender que el futuro era incierto para los destinos de la patria; y vaya que tenía razón.
Muchos radicales de hoy que predican democracia pero hacen negocios espurios deberían aprender del doctor Enrique Martínez:Los principios no se negocian, se los respeta y defiende para el bien común de la sociedad a la cual se deben.
(*) Abogado y militante radical