por Omar Dalponte
omardalponte@gmail.com
Salvo rarísimas excepciones, durante el tiempo que llevo vinculado a La Defensa, aproximadamente 35 años, me he referido en mi columna a las notas elaboradas por otros colaboradores, efectivos o transitorios, de nuestro diario.
Si lo hice alguna vez fue para elogiar algún trabajo que consideré valioso como aporte para el debate político o como pieza enriquecedora de nuestra cultura. Nunca para criticar a ningún otro colaborador por su trabajo pues, algo que aprendí en las viejas redacciones, es a respetar las ideas y la labor de los colegas. Esto es el ABC de la ética periodística.
Hoy, ante la lectura del muy buen artículo escrito por el doctor Aurelio Nicolella (La Defensa 15/12/2020) relativo al intento revolucionario del radicalismo yrigoyenista en el año 1932, con mucho agrado me permito agradecer y felicitar al autor por haber traído para conocimiento de los lectores el recuerdo de un importante episodio histórico como fue el ocurrido luego de dos años del derrocamiento de don Hipólito Yrigoyen.
Las acciones de 1932 fueron el intento de derrocar al régimen fraudulento de Agustín P. Justo y su reemplazo por una Junta Revolucionaria transitoria por parte de civiles y militares pertenecientes a la entonces proscripta Unión Cívica Radical. Dicho movimiento Contó con el apoyo de un sector importante del Ejército Argentino, encabezada por el teniente coronel Atilio Cattáneo y el mayor Regino Lascano. Naturalmente también fue acompañado por patriotas radicales inscriptos en la línea nacional y popular del radicalismo.
El plan contenía la idea de deponer al gobierno fascista y llamar a elecciones en fecha no lejana. Luego de tomar el poder la Junta Revolucionaria tomaría las siguientes medidas:
Ordenar la requisa de todo lo necesario para alimentar, vestir y cobijar al pueblo. Movilizar a
Si por acuerdo entre las fuerzas patriotas de nuestro país hoy se realizara un encuentro nacional, si a este programa se sumaran los creados por el Movimiento Obrero en La Falda (Noviembre de1957) en Huerta Grande (Junio de 1962) el del 1 de Mayo ( CGT de los Argentinos, 1968) el de los 26 Puntos (CGT Ubaldini ,1986) y se efectuara una síntesis de todos ellos para su aplicación como programa de gobierno para su inmediata aplicación, en los próximos tres años, pasado este tiempo nos encontraríamos a las puertas de la Argentina Potencia de la cual se habló alguna vez. Y habríamos avanzado notablemente en escribir el libro de reconstrucción de la Argentina en los términos que nos convoca actualmente el presidente Alberto Fernández.
La lectura de la excelente nota escrita por el doctor Nicolella nos invita, además, a rendir nuestro homenaje a grandes radicales como Moisés Lebensohn y su “nacionalismo yrigoyenista” que, como programa, él asentaba en dos principios básicos: nacionalismo petrolero y reforma agraria. También a don Crisólogo Larralde, quien desde el radicalismo fue quien mejor interpretó el significado del 17 de Octubre de 1945 y procuró vincular a su partido con el Movimiento Obrero, manteniendo una idea clara sobre la importancia y necesidad de la justicia social.
Bienvenidas estas notas que ayudan a conocer y comentar episodios históricos de real importancia. Y compararlos con la indignidad de algunos personajes de la actualidad que se dicen radicales y han tirado la honra a las hienas convirtiéndose en sirvientes del más duro conservadurismo que, hoy por hoy, encarna el macrismo.
Bienvenidos estos artículos que seguramente contribuirán a que radicales de este tiempo que conservan los ideales de Alem y de Yrigoyen pongan las cosas en su sitio reafirmando los valores por los que lucharon tantos como Sergio Karakachoff, Abel Amaya y los muy nuestros lanusenses como Luis Yunis, Yoliván Biglieri Jorge Bianchi, Juan Carlos Bianculli y Nicanor Larraz.
Sabemos del dolor y la vergüenza que padecen los radicales íntegros por el servilismo de su partido a sus amos del macrismo neoliberal. Lo sabemos muy bien los peronistas que también, a lo largo de nuestra historia hemos sufrido la presencia de nuestras propias lacras como lo fueron los Vandor, los López Rega y los Menem, por nombrar a algunos. En fin: En todas casas se cuecen habas.
(*) De Iniciativa Socialista