Y las autoridades impasibles
Graciela Liliana Sánchez está cansada de reclamar -hasta ahora en vano- ante todos los estamentos estatales y no gubernamentales, porque como dice “la vida se les hace imposible”, a ella y a su hija por las vibraciones que sacuden su casa, ocasionadas por una empresa vecina.
Ella vive en el departamento 4, de Melo 1653, en Lanús oeste, en el pulmón de la manzana comprendida por Melo. Liniers, Drago, y Quindimil. Sobre la calle Quindimil al 130, una avícola ocupa 10 metros de frente por 40 de fondo, y la pared de fondo es la que linda con el departamento de Graciela
, que desde hace seis años soporta vibraciones producidos por máquinas y ruidos de carga y descarga de mercadería que comienzan entre las 4:30 y las 5:00. El local abre un pequeño despacho de venta minorista el frente, luego una oficina y más atrás dos cámaras de enfriamiento con los motores sobre las cámaras muy cerca del tinglado.“El vértigo, la sensación de náuseas, las alteraciones del sueño, la irritabilidad, se apropiaron de nuestras vidas”, dice Graciela que en enero de 2016 realizó la primera denuncia. Hicieron una medición acústia y dio la razón a la denunciante. Pero nada hicieron , o mejor dicho: “Inicialmente este negocio tenía una habilitación precaria de 45 metros cuadrados como comercio, de 2014 a 2016, y la administración Grindetti le dio 400 m2”, señala Graciela, que todavía aguarda una audiencia con el intendente, a quien la avícola no le quita el sueño...