por Marcelo Calvente
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“Y que querés, si después de Leiras en Lanús jugaba cualquiera…”, se suele escuchar. Y de ninguna manera fue así. Lanús no tenía un peso partido a la mitad. Cheques sin fondos de ignota existencia aterrizaban todos los días en las oficinas del club y muchos futbolistas no querían venir por temor a no cobrar nunca. Pero el primer equipo Granate que se fue a la C ante Villa Dálmine formó con Perassi en el arco, que llegaba para foguearse luego de jugar cuatro partidos en la primera de Boca; en la defensa Luna, Giachello, el capitán Javier Barrera y el lateral izquierdo Ángel Beneju, que completaban la zaga; el medio campo lo conformaban Ramón Enrique, un crack que pronto una lesión malogrará, Moralejo y Attadia -ambos llevarían a cabo muy buenas carreras en Primera- u Orlando Cárdenas, lo mismo que los tres delanteros: el goleador Claudio Nigretti, Manolo Vázquez y ni hablar de Gabriel Calderón, que apenas meses después, en agosto 1979, se consagraría Campeón Mundial Juvenil Sub 20 en Japón, jugando como titular junto a Diego Maradona y Ramón Díaz. Calderón llegaría a jugar dos mundiales con la Selección Argentina mayor: España 82 e Italia 90, donde fue Subcampeón del Mundo. Ese equipo Granate no debía perder la categoría. Tenía experiencia y un enorme futuro. Pero tuvo mucha mala suerte, y sobre todo, sufrió muchos arbitrajes en contra, algo que iba a sucederle durante varios años más, hasta el bochorno de Emilio Misic ante Racing por el reducido de 1984. En un torneo atípico, en el que más de la mitad de los participantes llegaron a la última fecha con posibilidades de descender, fue el club Lanús el que se fue a la C. Lógica +pura: le estaba haciendo juicio a la AFA.
El Grana debuta en la C el 3 de marzo de 1979 ante Barracas Central en su cancha de
Estación Buenos Aires acompañado por un centenar de fieles. Aquel increíble suceso está grabado en la memoria de los Granates más veteranos, y visto desde un presente que entonces no podíamos imaginar, resulta por demás significativo. A mediados de 1979, mientras el Grana intentaba el camino de regreso a la B con una muy buena campaña de la mano del retornado Pino Lodico, los propietarios de Sasetru advirtieron que era inminente la liquidación de su conglomerado de empresas a manos del ministro José Martínez de Hoz y el vicepresidente del Banco Central Alejandro Reynal. El mismo contador que perseguía implacablemente al club y alguna vez había pronosticado que inevitablemente la sede de la entidad Granate pasaría a manos de Sasetru, llamó a un alto dirigente con una propuesta desesperada: ofreció la entrega de los treinta abultados documentos por la totalidad de la cifra adeudada, que estaban en poder de la firma, a cambio de una suma equivalente a cuatro de ellos. Los dirigentes de Lanús no estaban al tanto de la persecución que la firma acreedora estaba sufriendo por parte del gobierno militar, pero juntaron ese dinero en un par de días y celebraron el acuerdo que le permitió darle una gran noticia al grupo de socios que habían garantizado la renegociación: que la deuda estaba saldada y que por lo tanto, las propiedades con las que valientemente habían respaldado el acuerdo estaban liberadas y definitivamente a salvo.
La gran campaña de Lanús fue insuficiente para lograr el ascenso a la B. El Deportivo Español, contra quien había peleado el torneo fecha tras fecha, lo derrotó en la jornada de cierre por 1 a 0 y logró el objetivo. Segundo quedó Morón con tres puntos menos y tercero Lanús, a cuatro del líder. Los arbitrajes, casi todos perjudiciales, fueron haciendo su parte durante todo el torneo. El juicio, y sobre todo el rechazo de la oferta de devolverlo a la B y entregarle una suma de dinero como para reforzar el equipo, eran medidas inaceptables para la Asociación. Hasta hoy, la mayoría de los simpatizantes del fútbol piensan que sólo Lanús se animó a demandar a la entidad rectora. Están equivocados. Hubo un antecedente en el torneo de Primera B de 1961, cuando acusaron a Newell's de incentivación en un partido entre Excursionistas y Quilmes, y le quitaron el título de campeón y el ascenso obtenido. La investigación de AFA fue digna de una novela policial.
En noviembre de 1961 se hizo público el escándalo que terminó con la quita del título al campeón de Primera B a Newell's, porque según testigos presenciales habría incentivado a 11 jugadores, a técnicos y a dirigentes de Excursionistas para que vencieran a Quilmes, con quien la Lepra rosarina disputaba el título. Quilmes debió visitar a Newell’s, que lo derrotó (3-0) y luego empató de local con Sarmiento (1-1) y con Chicago en Mataderos (3-3), totalizando 45 puntos, uno menos que Newell`s que sumó 46 y dio la vuelta olímpica después de vencer a Deportivo Morón por 2 a 0. El 21 de febrero de 1962, en un fallo histórico fueron sancionados por 20 fechas los once jugadores de Excursionistas. Además, el club fue suspendido por un mes. El técnico José Osvaldo Curti fue penado con tres años de inhabilitación y varios directivos de Excursionistas fueron expulsados de la AFA. Pero además Newell's Old Boys fue suspendido por dos meses, le descontaron 10 puntos y le quitaron el título obtenido. De esa forma ascendió Quilmes, que había finalizado en el segundo puesto.
La cuestión no terminó ahí. El equipo rosarino apeló la medida ante la justicia y el 24 de marzo de 1962 no se presentó a jugar el primer partido del campeonato de ascenso ante el recién descendido Lanús, que ganó los puntos. Para acentuar el carácter de protesta de la ausencia de su representativo, los dirigentes de Newell’s no comunicaron a sus pares de Lanús que no se presentarían, por lo que el público Granate aquella tarde asistió en buen número a la jornada inicial del torneo de Primera B, ilusionado con la vuelta al club de Dante Lugo y el arribo de los jóvenes delanteros Roberto Bonnano, proveniente de Vélez, y Néstor De Vicente y Roberto Martínez, dos promesas que llegaron de Racing en parte de pago por el pase de Rubén Bertulessi. Fue en vano, Newell’s no se presentó y la gente de Lanús tuvo que volver a casa decepcionada por la ausencia del rival. Después de esa jornada inicial, el equipo rosarino se presentó a jugar el resto de los partidos, mientras el juicio a la AFA avanzaba. El torneo lo ganó Banfield con 52 puntos y ascendió a Primera. La Lepra se ubicó en la 5ª posición, con 36, y Lanús quedó varios escalones más abajo con cuatro puntos menos que Newell’s.
El fin de la historia llegó el 10 de abril de 1963. En una reestructuración general presentada por la AFA en Asamblea Ordinaria, en su artículo 18, inciso C, anuncia "la incorporación de Newell's a Primera División, con la salvedad de que dicha incorporación se hará efectiva siempre que con anterioridad al sorteo del fixture de partidos de dicha división, desista de la acción judicial instaurada contra la AFA y como una forma de acatamiento al fallo del Tribunal de Penas del 21/2/62, y manifieste expresamente su decisión en tal sentido". El equipo rosarino que había iniciado la demanda recibió una oferta que no se podía rechazar. Newell’s también tenía encaminado el juicio contra la AFA, pero tuvo la inteligencia de retirar oportunamente la acción judicial y aceptar la devolución de la categoría que el Tribunal de Disciplina le había quitado con la sanción, y de esa manera evitar el enfrentamiento con el dueño de la pelota.
17 años después de la solución consensuada de aquel juicio iniciado por el club rosarino a la AFA, Lanús tuvo una oferta similar de la entidad rectora y no la aceptó. El flamante presidente de AFA le ofreció a Juan Carlos Seguer, el sucesor de Yoliván Biglieri, devolver al club a Primera B y entregarle una suma de dinero para reforzar sin estridencias al equipo pero los abogados del club aseguraron que el juicio se iba a ganar y la propuesta fue rechazada. Por eso fue castigado durante años y su retorno a Primera demoró tanto en llegar. El problema de Lanús, según explica el abogado e historiador Néstor Daniel Bova (96 años… pag. 255) es que había iniciado acciones legales sin haber agotado antes las instancias administrativas. Más adelante el Almirante Lacoste intercedería de manera amenazante, Lanús desistirá de seguir adelante con la demanda y el pleito se terminará diluyendo con la desaparición del expediente. Pero lo más grave fue no haber tenido en cuenta el antecedente de lo ocurrido con Newell’s, pocos años antes, en un conflicto similar que tuvo enorme repercusión. En apenas tres años, Lanús protagonizó las dos acciones más trascendentales de su vida institucional: la más provechosa en 1975, cuando logró la cesión definitiva de los terrenos donde erigió el Polideportivo, y la más perjudicial en 1978, cuando le inició a la AFA la demanda legal que lo puso al borde de la desaparición.