El fallecimiento de Diego Armando Maradona da, dio y dará letra respecto a su vida material y espiritual.
Pero lo que no se dice nada es de su vida eterna, que es la continuación de la muerte fisica. Dicen que con su cuerpo fisico, desaparece su.mente y su espíritu y queda lo que se denomina el alma.
Antes se hace una aclaración: Para los ateos y agnósticos, que creen sólo en la naturaleza, que no existe tal vida eterna, de modo que pueden seguir este relato, como ficcional. Pero para los que tienen fe en Dios, ella sí existe y entenderán la crónica.
Como sabrán los lectores, el ascenso al reino de los cielos, exige una preparación previa a través de la vida terrenal; un entrenamiento diría Diego. El Creador o Director Técnico Estelar, antes del ingreso de los.muertos al Tribunal Celestial (o vestuario celestial, para los jugadores de fútbol), elige su destino. Antes era el cielo, el purgatorio o el infierno, según el Dante en.la Divina Comedia. Ahora no es tan.así, es más complejo. Nadie es completamente bueno ni completamente malo.
Nuestro Barrilete Cósmico escucha el veredicto del Señor. El Juez Supremo no acostumbra publicar sus fallos, pero lo que se sabe es que podrá visitar a don Chitoro y a la Tota. Y lo importante: le permitirá jugar al fútbol de vez en cuando. Tal mal no se ha portado, parece.
La eternidad es la condición. Es por los siglos de los siglos. A veces se encuentra con algún conocido, no son muchos. Cuando hay fútbol, los ojos le brillan. En el potrero celestial del titulo de la nota, igualito al de de Villa Fiorito, pero entre nubes, Pelusa disfruta como en aquellos tiempos. Fuera de la presión de la hinchada, los dirigentes, el.periodismo, él se entretiene.
Como se imaginará el lector de La Defensa o de las columnas de Marcelo Calvente "el Borocotó Granate", no hay competencia. Pero eso no.le importa al autor del gol, con la mano de Dios. Èl es feliz haciendo malabarismos. Le salen como pasos de baile. Le salen volteretas en el aire, triples vueltas carnero. Y todo sin que se le escape la redonda de sus pies, su cabeza, sus hombros, el pecho o su espalda.
Claro, la pregunta de cajón es: "¿No tiene castigo?"
Sí, si lo tiene. No se le conocen amigos celestiales. Está solo...
Antes en su vida preterrenal, como angelito habia mostrado sus condiciones. En su salida a la cancha, hace 60 años en el Policlínico de Lanús, venía ya con.los botines puestos.
Leonardo Saphir