por Diego Kravetz*
Los vecinos lo saben: desde que me hice cargo de la Seguridad de Lanús, traté de estar presente en cuanto operativo y allanamiento pude.En el 2016, en el marco de uno de ellos, vimos a un chico muy joven pasando por Puente Alsina arriba de una moto. Los efectivos lograron detenerlo. Me acerqué y me encontré con un nene. Un nene de 10 años en una moto robada.
Para mi asombro, la mitad de los efectivos que participaban en el operativo ya lo conocían. La mamá lo buscó al rato en la comisaría. Era un trámite habitual.
Un año más tarde, en Caraza, me lo volví a encontrar. Estaba a punto de convertirse en una triste celebridad de la televisión. Me reconoció él a mí: “Estás regalado, si quiero te pego un tiro en la cabeza”, me dijo.
Después de eso estuvo internado. Su banda trató de “rescatarlo” dos veces. Salió. Volvió a delinquir.
La pregunta acá es qué tiene que pasar con el Polaquito para que la Justicia se haga cargo. Lo detuvimos otras dos veces en las últimas 48 horas. La primera, con una moto robada. La segunda, tratando de recuperarla de nuestro depósito municipal. En el medio, y con sus antecedentes, ¿cómo salió?
A sus 14 años, es un delincuente célebre en Lanús, cuya peligrosidad se cuenta en decenas de causas penales y hechos delictivos, muchos de ellos de conmoción pública, y que se suceden al amparo de grupos que lo aprovechan para hacer política.
A todos ellos, a los que lo “rescatan” de los centros de adicciones, les insisto: ¿Qué tiene que pasar con el Polaquito? ¿Tiene que matar a alguien? ¿Qué precio están dispuestos a pagar? ¿No sería mejor que pensáramos juntos una solución? Los invito a reflexionar desde el sentido común.
(*) Jefe del Gabinerte de la Municipalidad de Lanús