viernes, 14 de agosto de 2020

Memoria Granate: Un relámpago llamado HugohUGO rAMOS Ramos

por Marcelo Calvente

marceocalvente@gmail.com

Hugo Ramos, vicepresidente segundo de la comisión directiva encabezada por Héctor Solito fue el dirigente más activo y comprometido de aquella nueva camada. Joven emprendedor con muchos contactos, dueño de la imponente agencia de automotores Ibiza, que estaba ubicada sobre la avenida Hipólito Irigoyen a muy pocas cuadras de la estación Lanús, su estadía en los primeros planos fue tan fructífera como efímera. Fue uno de los  soñadores que con Néstor Díaz Pérez a la cabeza conformaron la famosa Comisión de Tribuna, que con el tiempo sería el embrión de una nueva agrupación política: Alternativa Granate.

   “Estábamos cansados de los manejos del estudio jurídico de González y Chebel, principalmente por el autoritarismo de estos dos dirigentes que tenían como meta perpetuarse en el poder. Ellos amaban al club, nosotros queríamos transformarlo en un club más abierto a la participación de todos los socios, especialmente a los más jóvenes que volvían a acercarse después de la gran crisis económica e institucional de fines de los años 70, pero que aún no había podido desprenderse del manejo sinuoso de algunos
dirigentes, que a nuestro entender, ya habían cumplido su ciclo. Con ese objetivo conformamos la comisión encabezada por Pichi Solito, que muy pronto se contagió de esa manera de conducir que tanto habíamos combatido” cuenta Ramos casi 30 años después de aquella experiencia en la que su aporte resultó fundamental para seguir reconstruyendo una entidad que había estado al borde del precipicio y que entonces demandaba más obras, mejores servicios y nuevas fuentes de ingreso. Ramos, junto con Rubén Ferreti, Roberto Arduino y Néstor Navarro adquieren con dinero propio las dos nuevas torres para la iluminación, que reemplazaron a dos de las cuatro viejas torres de hierro erigidas en los 70 por Francisco Leiras. Hugo Ramos, muy amigo de Fernando Miele, obtuvo de éste la ayuda fundamental para la instalación del nuevo circuito de iluminación. Junto con la Comisión de Tribuna construyó la usina ubicada debajo del codo Esquiú. También acercó al nuevo sponsor: Medicorp, la empresa de salud prepaga de Rafael de Martino. Gracias a su amistad con el dueño de Maderera Llavallol, el Polaco Isaac Kiviktz, a cambio de la publicidad en el estadio, no solo colaboró enormemente con las maderas que necesitaba el club para avanzar con la construcción de la cancha de cemento, también donó el famoso “troncomovil”, pintado con la publicidad de la maderera, en el que el auxiliar del club Carlitos Benavídez retiraba a los lesionados del terreno de juego.
   “Nunca me voy a olvidar del dolor que sentí el día 30 de marzo de 1995, el de la inauguración de la iluminación del estadio, un acto reflejado por todos los medios que contó con un partido amistoso entre un representativo alternativo de Lanús y el Sub 20 de Argentina. En la foto se observa al presidente saliente, Pichi Solito, junto con el presidente entrante, Emilio Chebel, flanqueando al intendente de Lanús, Manuel Quindimil -otro gran benefactor del club- al  momento de cortar la cinta. ¡Y yo, que lo había conseguido todo sin que al club le salga un solo peso, viéndolo de la tribuna! Yo no grito goles ajenos, pero quiero gritar los míos”.
   Otro de los emprendimientos que estuvieron a cargo de Ramos fue la puesta en valor de la vieja pileta de la sede, que debido a la construcción del microestadio había quedado abandonada debajo de la tribuna lateral que da espaldas a la calle Ituzaingó. Ramos acercó al club a Eduardo Lucero, quien por entonces era propietario de una pileta climatizada en el centro de Lanús Oeste, y entre ambos obtuvieron los medios para reparar y climatizar el natatorio inaugurado en 1940, al que llevaron a la medida de 25 metros de largo por 12,5 de ancho, reduciendo además la profundidad de la parte más honda, logrando un nuevo y moderno servicio que al club no le salió un solo peso y en muy poco tiempo atrajo 3.000 nuevos socios. El eficiente Lucero aún hoy está al frente de los dos natatorios climatizados del club, el otro es el del anexo BetAm, que también él se encargó de poner en valor, con un largo de 25 metros por 10 de ancho. Pese a que carecen del espacio ideal en los márgenes, ambas piletas están dentro de la categoría de semi-olímpicas y son aptas para la competencia.
   “Cuando a mediados del 94 Miguel Russo dejó el club, y en su lugar recomendó a Patricio Hernández, se presentó un inconveniente inesperado. La figura del equipo era el cordobés Fernando Galetto, que toda su vida había jugado de volante central. Pero sucedió algo increíble: a Hernández se le metió en la cabeza que Galetto tenía que jugar de ‘10’, y aunque el pibe no quería saber nada, no había caso. Galetto casi no jugaba, estaba deprimido y el club se estaba perdiendo una oportunidad brillante de transferirlo por muy buen dinero, que como siempre, Lanús necesitaba. En una reunión de Comisión Directiva se resolvió tratar de vender al jugador antes de que fuera demasiado tarde, y se fijó cotización: 1.000.000 de dólares. Yo sabía que a Miele le interesaba el jugador. Lo fui a ver y se lo ofrecí. Fernando se quejó por el precio pero finalmente aceptó la oferta, y ese millón entraba neto a las arcas del club sin comisión para nadie. A la siguiente reunión presenté la propuesta, y Pichi Solito, al que nunca le gustaba lo que se hacía sin él en el medio, respondió que era insuficiente y que si San Lorenzo lo quería, tenía que pagar 1.200.000. ¡Habían pasado apenas seis días, el resto de la comisión no entendía nada! Era una infantil declaración de guerra contra mi persona, rechazaba la oferta por el precio acordado porque sí, de caliente, porque no lo pudo vender él. Yo me fui a ver a Miele muy desilusionado, y ni bien me vio llegar, Fernando me dijo: ‘No me digas nada. Tu presidente te pidió más guita’. Yo me quería morir de vergüenza, pero Miele, que siempre fue mi amigo de verdad, me dijo: `No te hagas problemas, te doy a Simionato, que tuvo la mala suerte de hacerse un gol en contra que la gente no le perdonó, pero es un muy buen central y te lo doy a cambio de esos 200.000 dólares que quiere Solito’”.
Hugo Ramos
   La oferta fue aceptada de manera unánime en la siguiente reunión, pero su relación con Pichi no tuvo vuelta atrás. Alejandro Simionato estuvo dos años en Lanús haciendo muy buena pareja de centrales con Gabriel Schurrer. Jugó 71 partidos, nunca se lesionó y metió 8 goles, el primero de ellos inolvidable, lo hizo en su segundo partido en La Fortaleza y ante Banfield. En tiempo adicionado, el árbitro cobró una mano indirecta en el área en favor de Lanús que era penal acá y en la China. El juez era Aníbal Hay y la gente lo quería matar. Se ejecuta el indirecto con toque corto, y Simionatto sacó un balinazo impresionante que si le pega a Comizzo le arranca la cabeza. Ni la vio, la pelota pegó en la red y picó en el área chica. La tribuna explotó, el árbitro se salvó de tener que salir corriendo y Simionato se transformó en ídolo para siempre. Y por si fuera poco, dos años después de su llegada, el club lo vendió a Las Palmas en 1.200.000 dólares…” dice el verborrágico Hugo Ramos con una sonrisa.
   Y con la voz cortada por la emoción del mal recuerdo de aquellos tiempos, agrega: “Vos fíjate como son las cosas: finalmente la venta de Simionato fue llevada a cabo con la intermediación de Alejandro Camaño, quien cobró comisión por la operación. Eso precipitó mi alejamiento definitivo del club. Yo soy hincha de Lanús, amo a esta institución, disfruto su gran presente deportivo y lo celebro con mis hijos en la platea”.