por Lisandro Martínez*
En 1823 se crea la Sociedad de Beneficencia para ayudar al pobrerío. Su alcance fue muy limitado. Desde entonces la política de clase persiguió que “ni el zorro, la zorra y los zorritos alcancen las uvas”. Cien años atrás las Damas de Caridad entraron en escena con el poder político entonces en manos de conservadores, quienes daban sus esmóquines usados y alimentos de segunda para que desocupados y trabajadores con bajos ingresos se vistieran con despojos y se mal alimentaran. Las coquetas damas se ponían frente a los chasiretes, se sacaban la foto y… ¡Tarea cumplida!El ejército de reserva en el capitalismo -los desocupados- es alimentado con sobras sin nutrientes ni proteínas que puedan a nutrir cerebros y se desarrollen, poniendo en peligro el statu quo.
Hace días José recordó que en mayo de 1984 los radicales sacaron con bombos y platillos la caja PAN en el Congreso con el PJ. Nuestro partido ubicó eso dentro de la política tradicional de los explotadores del trabajo ajeno, quienes tienden primero a no resolver el problema del pleno empleo y en cambio impulsan el desempleo para abaratar la mano de obra y por otro lado denigran al trabajador entregándole una caja o bolsa con productos vencidos o semi vencidos. Y con menos valores nutritivos que los que compraría el trabajador si tuviera un salario igual a la canasta familiar.
En 1984 se presentó el Programa Alimentario Nacional, que distribuiría mensualmente alimentos a 5 millones. Aldo Neri, entonces ministro de Bienestar Social, reconoció errores en su aplicación. El gobierno de Alfonsín cuyas consignas de campaña fueron que con “la democracia se come” y “vamos a levantar las cortinas de las fábricas”, no lo hizo y en cambio distribuyó la caja PAN a familias pobres durante ¡cinco años! manteniendo cautivos a
miles de trabajadores.
La caja de PAN recibió muchas críticas, por ejemplo: “Un programa asistencialista, clientelar y con prácticas poco transparentes en la entrega y adquisición de las cajas, con una distribución ligada a fines políticos más que sociales” (informe Programas Alimentarios en Argentina).
En 2002/3 denunciamos que el contenido de los bolsones de mercadería que repartía -y reparte ahora- el Ministerio de Acción Social ofrecía cero vitaminas, cero proteínas y eran parte de una dieta inadecuada para el desarrollo cerebral de los niños. En un estudio realizado no por izquierdistas sino por beatos que de la Universidad Católica Argentina produjeron “Vivir en los bordes: la vida en ocho barrios, villas o asentamientos del conurbano bonaerense 2015”. El grupo investigó el primer barrio asentado en el oeste de Lanús llamado 9 de Julio, que surgió antes de la década del ‘60, con calles asfaltadas e iluminadas y sectores que cuentan con agua corriente y conexión a red eléctrica. Este barrio contrasta con “el fondo”, “constituido por barrios recientes, fruto de tomas de lo que antes eran curtiembres, hechas por lo general sin planificación previa y con serias deficiencias en cuanto a la infraestructura barrial: “sin agua potable, sin salud pública al alcance, sin seguridad”. Los barrios aledaños al 9 de Julio fueron emplazados sobre la antigua quema de Lanús, con un alto grado de contaminación ambiental que impacta en la salud de todos, pero se hace visible especialmente entre los niños”.
“Los monitoreos detectaron en niños metales pesados en sangre con graves consecuencias para su salud. Luego la “mala alimentación” infantil, por escasez de recursos. El impacto de estas problemáticas trae como consecuencia que el 60% de esos niños tengan retraso y recién aprendan a leer y a escribir en tercer grado”.
El estudio de la UCA señala que “los principales problemas en ese grupo poblacional son la anemia nutricional -fundamentalmente en los menores de 2 años (41,1% de los niños de familias pobres y 29,4% de las no pobres) y mujeres embarazadas (30,5%), obesidad (el 10,4% de los niños menores de 6 años, el 15,6 % de las mujeres de 10 a 49 años y baja talla en el 8,2% de los niños menores de 6 años”.
En mayo de 2018 el régimen que dice vigilar la buena alimentación en las escuelas se burló de todos e hizo saber “que los trabajadores, sus hijos y nietos no somos nada”, enviando varias veces a escuelas y jardines de Lanús alimentos con caca de rata o comidos por roedores. Un mensaje mafioso que define a la clase social que gobierna.
Esta barbarie es parte de 200 años de brutalidad patronal que ha montado una alimentación para que “la chusma” padezca un retraso mental, que permita explotarlos sin reclamos ni rebeliones.
Las Bolsas de SAE
A partir de febrero/marzo de 2020 la pandemia del coronavirus se instaló en Argentina y por supuesto en Lanús y se estableció una cuarentena prolongada que tiene su secuela de despidos, suspensiones y también la apertura de todos los establecimientos de producción y el transporte donde el aumento del contagio y mortalidad van en flecha.
En estos meses se comenzó a distribuir una bolsa de alimentos a través del Servicio Alimentario Escolar (SAE) que depende del municipio de Lanús y cuyo objetivo “es garantizar una cobertura nutricional uniforme asistiendo a los más vulnerables”. El objetivo por supuesto volvemos a colocarlo en los usos y costumbres de la clase explotadora. La sorpresa se da al abrir la bolsa del SAE con 10 artículos: Aceite mezcla de 1 litro, fideos coditos, arroz de 1/2 kg., lentejas de 350 g., 1 lata de arvejas, 1 puré de tomate, 1 kg. de harina, harina de maíz, leche entera larga vida, galletitas. La doctora Leticia nos señala que “salvo la leche que tiene proteínas y la lenteja que tiene un poco de hierro, el resto son harinas y grasas”. La doctora concluye: “Como señalamos en 2002/2003, están subalimentando a los niños”.
En los colegios secundarios reparten una bolsa con 11 artículos: fideos, aceite, tomate, arroz, harina, arvejas, leche en polvo, 6 galletitas, garbanzos, polenta y 6 huevos cada 14 días. El examen de la especialista es lapidario: “Son pocas cantidades para dos semanas y muy pobres en proteínas. Continúan con el régimen subalimentario para articular adultos dóciles, es una forma de disciplinar a la clase obrera”.
Un régimen social que no puede alimentar a sus esclavos está condenado a desaparecer.
Con las rebeliones en curso y el acecho de revoluciones en ciernes, aceleremos el paso para echar a la clase parasitaria y establecer un Gobierno Obrero.
(*) Del Partido Obrero Tendencia