por Lisandro Martínez*
Antes de diciembre 2019 los periódicos mundiales alertaban sobre el Coronavirus y la parálisis capitalista en China que llevaba meses. Las noticias no produjeron abordaje alguno en la burguesía criolla que cree que “dios es argentino”. Sus estimaciones no tuvieron en cuenta nada y lo que sobrevino no fue motivo de preocupación para los explotadores quienes no armaron un esquema de protección a sus explotados a los que exprimen al límite. Por el contrario, abandonaron a su propia suerte a la fuerza de trabajo que es la garantía fundamental de la producción.Ahora –tarde- están cubriendo de camitas de pino clubes y espacios inadecuados, donde pondrían a morir infectados. Pero además de faltarle aparataje que les otorgue un norte científico, “a la guerra contra la Pandemia” le han tronchado lo primordial, dejando sin pilchas, mascarillas ni protección a los médicos y trabajadores de la salud. Así lo registran los trabajadores: “Hemos empezado a caer la primera línea del combate contra el virus”. ¿Quién va a atender a los infectados?
Los creyentes pueden comunicarse con dios para que los proteja, los demás mortales entendemos que hay una clase social responsable del período previo y del actual, a la cual hay que señalar como responsable criminal de la pandemia, son quienes gobiernan bajo distintas siglas: PJ, Pro, UCR, etc.
El poeta visual Ken Loach lo sintetizó en una frase: “Una economía de mercado no puede estar preparada para una crisis sanitaria”.
“El corona” en el trabajo y la desidia empresarial presionando para que se levante la cuarentena es una constante en las últimas semanas de un gobierno a la deriva, en default, con una crisis económica monumental, donde una cantidad de municipios ya advirtieron que no pueden hacer frente al pago de salarios. Esto a poco más de un mes que se votaron los
presupuestos estatales, dice mucho sobre el dibujo realizado.
Es notorio que el presidente carece de carácter; por lo tanto patinó feo cuando en lugar de defender la cuarentena de los grupos de riesgo y jugarse para que los mayores de 60 continuaran “guardados” se abatató y no quiso que lo gastaran como a Larreta, al que se le ocurrió que los revolucionarios de los 60’/70’ debíamos pedirle permiso para salir de casa. Fernández, si defiende algún principio es el de las patronales y por lo tanto baila al compás del empresariado y se contradice –cuando suben los contagios- con un “todos pueden salir a pasear una hora diaria”.
No ha importado que haya casos de coronavirus de trabajadores del transporte público como el subte E, donde la patronal ocultó el contagio de un obrero e incluso llamó a la policía para que metiera presos a delegados que reclaman porque se les garantice la vida a ellos y a sus compañeros.
También en líneas de colectivos como la 266/263 que llegan a Lanús, Avellaneda, Bernal, Burzaco, Calzada, Lomas de Zamora, José Mármol, Temperley, Florencio Varela y Wilde, con 400 choferes, el gobierno no opina y la patronal minimiza el problema. Un gobierno responsable habría parado esos colectivos y subtes impulsando la desinfección de todas las unidades, con el test para todos los trabajadores y sus familias y las sanciones correspondientes para la patronal negligente.
Hay una política de “me importa tres carajos”, mientras sigan los negocios y quienes paguen con la vida sean obreros y usuarios.
En dos frigoríficos de Quilmes en Morrone-ex Federal y en Penta, se trabaja con escasísima higiene, pero la patronal insiste con continuar faenando carnes y vendiéndola al consumo popular aunque en Morrone haya muerto un trabajador por Covid-19 y la carne sea un vehículo de contagio. Sólo la denuncia de obreros y vecinos logró la clausura del frigorífico y que fuera detenido el patrón, quien violó la clausura y obligaba bajo amenaza de despidos que algunos trabajadores volvieran a la faena. Ya no es sólo la violencia de los Roca en Techint (Bérgamo, Valentín Alsina, Neuquén, Tucumán, etc.) sino que hay otros bárbaros que pretenden ganar dinero a costa de la salud e incluso la vida obrera. A esta tragedia en desarrollo sólo le puede poner freno la cuarentena, pero… en manos de los trabajadores que impongan un protocolo de condiciones de trabajo donde se cumplimenten normas de higiene y seguridad; se aplique el distanciamiento social de 2 metros en la línea, los comedores, los vestuarios y las secciones. Todas las condiciones trabajo deberán discutirlas y aplicarlas los propios obreros según las peculiaridades laborales de los establecimientos.
En el puerto de Mar del Plata un buque pesquero llegó con un tripulante con Covid-19.Hubo un segundo infectado en otro buque y a un tercer caso se le impidió zarpar por la movilización de obreros de la estiba que decidieron cortar las terminales 2 y 3 del puerto dada la situación de exposición al contagio.
La tripulación del Scirocco, buque donde se detectó uno de los casos, no pudo salir de la embarcación, a la espera de los hisopados. La tripulación exigió saber quiénes contrajeron el coronavirus y cómo es la continuidad laboral. Los Solimeno, dueños del barco, no han dicho palabra. Mientras el intendente Montenegro plantea que no pueden salir del barco. Montenegro (Pro) y la prefectura conspiran con las patronales pesqueras, pues no se puede tener a los trabajadores infectados por coronavirus en cuarentena dentro de un barco. Los obreros deben ser trasladados a un hotel para aislarlos.
La prefectura cómplice no esperó los resultados de hisopados y permitió que zarpara un buque.
Argentina tiene una situación social calamitosa con el IFE el bono de $10.000. Se supo que hay 8 millones de personas en condiciones de recibir el IFE. De ellas deben haber unos 6,5 millones que son cabeza de familia. Es decir unos 26 millones de personas que están por debajo de la línea de pobreza, más del 56% de toda la población del país. De esa multitud corrida por necesidades elementales hay que señalar que involuntariamente hay 7 millones que no están cumpliendo las recomendaciones para prevenir el contagio del virus ya que en sus villas no tienen acceso al agua potable ni disponen de medios para adquirir los elementos de limpieza y desinfectante, por lo que no pueden lavarse las manos con frecuencia. Mientras, hay otros 3 millones que no logran guardar la distancia social en sus barrios por vivir en condiciones de hacinamiento y precariedad higiénica.
La lucha es por la vida y la salud obrera y por el castigo a los responsables de la extensión de la pandemia.
(*) Del Partido Obrero Tendencia