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viernes, 13 de marzo de 2020

Comenzamos bien. Atrevámonos a más.

por Omar Dalponte

omardalponte@gmail.com

En dos meses y unos días de gestión, nuestro gobierno, a pesar de los inconvenientes que significa construir en medio de los escombros acumulados por el macrismo. ha hecho cosas importantes. En un país fundido y nadando contra la corriente, en muy poco tiempo se va acomodando este momento histórico como punto de partida para realizaciones mayores. Marzo inició con dos acontecimientos de considerable voltaje político: La palabra presidencial en el Congreso Nacional al abrir el período legislativo y el Congreso del Partido Justicialista.
El muy buen discurso de Alberto Fernández en el Congreso estuvo acorde a la realidad actual y por lo tanto ajustado a las posibilidades que existen para iniciar la recuperación de la Argentina. Para algunos, entre quienes se incluye este cronista, pudo haberle faltado un poquito. Nos hubiese gustado un tratamiento a fondo del tema cultural que, en verdad, estuvo ausente. Es en el territorio de la cultura donde habremos de librar una de las batallas realmente importantes y a través de ella reafirmar el ser nacional, profundizar el debate respecto a las ideas y proyectar un país que se desarrolle protegido contra cualquier tipo de colonialismo. Pero, como se dice ahora: es lo que hay.
Luego, en los primeros días de marzo, en el club de Ferrocarril Oeste se reunió el Congreso del Partido Justicialista que mostró un peronismo unido y aparentemente con ganas de reorganizarse y afianzarse como dispositivo político. Tomando como base el Frente de Todos, dirigentes peronistas de primera línea estarían decididos a proponer una acción encaminada a la formación de un gran Frente Nacional debidamente organizado. Consideran, quienes formulan esta propuesta, que el actual gobierno, con casi cuatro años de gestión por delante necesitará un soporte político muy sólido para su defensa contra los
ataques golpistas del neoliberalismo y como instrumento para encarar políticas más audaces orientadas a transformar positivamente a la sociedad. No son pocos los que sostienen que, esta vez, el peronismo no debe permitir ser jaqueado por el gorilaje y que por fin tiene que que comenzar a cumplir con su misión histórica de transformar las estructuras de la Argentina liberándola de la acción expoliadora de los monopolios y de la usura internacional.
En el mes de mayo se elegiría una nueva conducción y mientras tanto el Justicialismo rionegrino, según una de sus primeras figuras, decidió la expulsión de Miguel Pichetto de sus filas, acusándolo de traidor. No será un hecho menor, pues el ex candidato a vicepresidente por los neoliberales secundando a Mauricio Macri, hubiese preferido mantener “una pata en cada lado” para “chimanguear” peronistas y continuar avanzando con su idea de construir un peronismo republicano. En cambio, de esta manera, yéndose echado y repudiado como un Judas no serán demasiados los que gusten compartir una fotografía con él. Los cargos de traición, en el peronismo, tienen una connotación muy especial y difícilmente alguien se siente a dialogar con un traidor justamente en tiempos que, esta fuerza política se halla en función de gobierno.
Claro que las cosas no están fáciles para el peronismo. Si bien es cierto que en superficie no son demasiado visibles las diferencias, que las hay las hay y poder llegar a los primeros días de mayo evitando confrontaciones severas no será tarea sencilla. Aparentemente se estaría trabajando para convencer a más de un aspirante a la titularidad del peronismo, que lo más conveniente sería lograr una lista de unidad y decidir que Alberto Fernández sea el futuro presidente del Partido Justicialista. En muchas oportunidades ha ocurrido que siendo un peronista presidente de la Nación, haya sido también el conductor indiscutido del PJ. De resolverse la cuestión con Fernández a la cabeza esto facilitaría acordar un nuevo punto de partida en la renovación y consolidación del peronismo como organización política. Habrá que ver. La buena noticia es que la resolución del Congreso partidario actuará como disparador para la movilización de la expresión política más numerosa de nuestro país y eso siempre es positivo.
En estos días, como una lluvia ácida sobre nuestra geografía, conspirando y actuando negativamente como en otras oportunidades, las patronales agrarias intentan perturbar la vida de los argentinos con medidas de fuerza que, en realidad, no significan otra cosa que perjuicios para la Nación. Pero en esta ocasión parece que actuando a contrapelo de la nueva realidad surgida a partir del resultado electoral de octubre pasado, esos movimientos, guiados por el odio y no por reclamos razonables, van camino al más estrepitoso fracaso. No estamos es el 2008, la inmensa mayoría de la sociedad estima que no corresponde atacar a un gobierno recientemente elegido, no hay un vicepresidente timorato y traidor como fue Julio Cleto Cobos sino una estadista de enorme nivel, y en medio de una realidad en que el pueblo padece hambre por culpa del desastre que dejó el macrismo, sería intolerable que las patronales del campo pretendan presionar con la retención prolongada de productos necesarios para la alimentación de la población y mucho más inadmisible que los arrojen en las banquinas de las rutas como miserablemente lo han hecho hace unos años. Además, este gobierno, acompañado por una gran mayoría de argentinos y argentinas dispuestos a vivir mejor no tiene que admitir imposiciones de ninguna naturaleza. Y a la violencia de patronales insensibles e inhumanas debe responderle con todo el peso de ley.
Como si nuestras preocupaciones fuesen pocas apareció lo que llaman “coronavirus”creando una seria amenaza a la salud de la población mundial. Nosotros tardamos un poquito pero enseguida acomodamos las cosas para la prevención y tratamiento de este nuevo latigazo. Como dirían los abuelos, al perro flaco no le faltan pulgas. Pero para consuelo recordemos que de otras malas al final hemos hemos salido.
   (*) De Iniciativa Socialista