por Lisandro Matinez*
La guerra es el producto de un régimen social determinado, un instrumento de dominación del imperialismo y expresa la explosividad de las contradicciones del régimen que la impulsa.La crisis histórica del capital se ha acentuado. La tendencia a rebeliones populares y situaciones revolucionarias en el último periodo manifiestan la declinación del capital en marcha a su propia disolución.
Las contradicciones capitalistas se acumulan, los distintos intereses de los explotadores chocan abiertamente: Brexit vs. No Brexit; cierre de fronteras con nacionalismo exacerbado o globalización al palo. Cambio climático vs. Extractivismo. Saqueo de los recursos naturales vs. explotación capitalista pero “ecológica” y con recursos renovables. Todas estas opciones tienen ganadores y perdedores que deberán quebrar.
Una década y media atrás señalamos: “La globalización es una ficción ideológica que pretende encubrir el conjunto de las tendencias disociadoras del capital mundial, por ejemplo, la extensión fenomenal del capital ficticio (endeudamiento público y privado de inversores y consumidores, financiero y especulativo) que supera con creces el capital en su forma material y que lleva a la ruina a los presupuestos estatales”. (“Tesis programáticas para la IV Internacional” presentadas en el Teatro San Martín de Baires con la presencia de delegaciones internacionales de América Central, América Latina y Europa. Abril 2004).
Para licuar la montaña de dinero ficticio (sin respaldo) que las operaciones financieras contabilizan por millones, se calcula que el 80% de los capitalistas deberían ir a la quiebra.
El enfrentamiento de todos estos intereses es irreconciliable y prepara el escenario de guerra, que resuelva en términos no humanos sino de los intereses del sector mejor posicionado.
Argentina es parte de estos preparativos cuyo acto central es desenterrar el hacha de la
guerra. El gobierno de los Fernández ha sido tomado de las solapas para que “de una”, cierre filas con el imperialismo yanqui y rompa con las opciones del nacionalismo burgués en sus versiones indigenista, chavista o populista y se libere de China, su principal prestamista que oxigenó al país dependiente a través de un encaje millonario que mantiene a flote al maltrecho BCRA. China cuida estas inversiones con bases militares en suelo argentino, mientras en el mismo territorio EEUU “protege” los millonarios yacimientos de litio con sus propias bases.
Algunos insensatos dicen que Argentina garantizaría su histórica neutralidad frente a las contingencias bélicas, pero no aclaran que nuestro país fue obligado a jugar como “neutral” por los aliados en 1939 para actuar de “forros” y garantizar el aprovisionamiento alimentario.
Alberto Fernández -sin que sea sorpresa- abandona los escenarios latinoamericanos Nac&Pop para ir esta semana a Israel a la mesa de los aliados de EEUU durante el Foro Internacional del Holocausto.
Los limitadísimos movimientos de carácter independiente de la burguesía nacional argentina se achican momento a momento. Wall Street viene reclamando al FMI que pague los platos rotos de la crisis financiera acumulada durante el gobierno de Macri apalancado por Donald Trump.
Este breve cuadro de la delicada situación destaca el carácter rehén del estado nacional argentino quien se somete al rol de peón en el posible cuadro de una guerra, donde deberá movilizar jóvenes del país debido a los compromisos financieros insatisfechos.
Una provocación para la guerra
El asesinato del general iraní Soleimani, decidido por Israel y ejecutado por Trump fue avalado por la OTAN (Reino Unido/EEUU). “EEUU alegó razones legales que lo hicieron actuar para prevenir un inminente y grave ataque contra intereses estadounidenses” (bbc.com 16/1/2020).
Fue un asesinato de advertencia y de cuño mafioso para subordinar a China, señalándole que con esta avanzada sobre Irán perderá su principal boca proveedora de gas y petróleo.
Irán es la cuarta mayor reserva de gas y petróleo del mundo pero la dictadura islámica/militar está sentada sobre enormes riquezas y prefiere que el pueblo pase penurias económicas mientras la elite religiosa y la alta oficialidad del “Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán” tiran manteca al techo y viven en otro nivel que el resto, educándose en las exclusivas universidades occidentales. El gobierno de los Mulah y de la represión en lugar de ayudar al pueblo inyectan millones en aventuras bélicas y en cuidar la hegemonía territorial frente a Arabia Saudí e Israel. Los salarios de la clase obrera están congelados y el malestar se expresa en movilizaciones contínuas desde noviembre pasado donde los islámicos en el poder respondieron a la crisis y a las protestas con la represión más sanguinaria, produciendo más de 10.000 detenciones y 1.500 muertos.
La lucha por el estrecho de Ormuz, ubicado entre el Golfo Pérsico y el Océano Indico, es un clásico “choquepoints” (cuello de botella) por donde pasa el 30% de los barriles de petróleo que se transportan por mar y casi el 20% de lo que se consume a nivel mundial. En ese embudo transitan diariamente 14,6 millones de barriles de crudo, 1,4 millones de petróleo ya refinado y 60 millones de gas natural licuado. Es el lugar del planeta donde se movilizan más hidrocarburos diariamente. Allí se desarrolla una tensión enorme con conatos de agresión entre Arabia Saudí e Irán que son monitoreados por Israel, que actúa como gendarme del imperialismo yanqui.
Irán es parte central de la crisis capitalista en desenvolvimiento y del fracaso histórico del nacionalismo árabe religioso y burgués. En Irán viven 80 millones con varios millones de obreros industriales. La tasa de desempleo es del 13%. El régimen islámico es un capitalismo con acentuados rasgos de crueldad tendientes al fascismo. Los movimiento políticos islámicos son una involución ideológica producto del fracaso de los otrora nacionalistas pan árabes de carácter laico. Las “revoluciones islámicas” han producido movimientos que llegaron al poder para someterse a las reglas del orden imperialista mundial.
Combatimos las direcciones retrógradas y clericales. Apoyamos la resistencia anticolonial-imperialista. Convocamos a la unidad socialista del Medio Oriente por medio de gobiernos de trabajadores.
Confraternización de la clase obrera y el pueblo explotado.
Unidad y combate común de los pueblos contra las burguesías locales y el imperialismo.
(*) Del Partido Obrero Tendencia