por Omar Dalponte*
omardalponte@gmail.comLos macristas de paladar negro son insensibles. Por eso hicieron todo lo que hicieron en perjuicio de nuestro país y especialmente en contra de los sectores más humildes de la sociedad. Sin ninguna duda, para ellos la Patria no significa nada y que el pueblo pueda comer o pasar hambre es exactamente lo mismo. En esto que decimos no hay ninguna exageración ni nada inventado. Los hechos hablan por sí. Basta ver el desastre planificado que han producido durante cuatro años de mal gobierno para la mayoría de los argentinos y de excelentes logros para quienes especularon e hicieron enormes negocios a costa del sufrimiento de millones de almas.
Hoy, por eso de que los pueblos suelen colocar las cosas en su lugar, mediante un contundente pronunciamiento popular en las elecciones de agosto y de octubre de este año, el macrismo fue desalojado de la Casa de Gobierno y de muchos lugares que habían ocupado en 2015, cuando, por escasísimo margen y de manera más que sospechosa, se alzaron con el triunfo. Ellos y sus cómplices creyeron que la historia que entonces se iniciaba sería eterna. Bailaron groseramente en el balcón de la Casa de Gobierno sabiendo que, desde lo simbólico, ese sitio es casi sagrado para gran parte de nuestro pueblo. A partir de aquellas horas terribles crearon un ejército de desocupados, privaron de la comida a millones de hogares, le robaron sueños y su trabajo a todo aquel que con esfuerzo de años había levantado su pequeña o mediana empresa, comprometieron a la Argentina hundiéndola con una deuda impagable, manosearon nuestra historia y trataron de arrojar al olvido a nuestros próceres. Ahora, por haber triunfado el Frente de Todos en las últimas elecciones, nuevamente soplan vientos peronistas. No obstante ello, a pesar de la importancia de la victoria de la fórmula Alberto Fernández y Cristina Fernández en el orden nacional y de Axel Kicillof –Verónica Magario en la provincia de Buenos Aires, no hay que
perder de vista ni olvidar que el macrismo ganó las provincias de Mendoza, Córdoba, Santa Fé, Entre Rios, San Luis y la ciudad de Buenos Aires. O sea, una porción de poder sumamente importante que le permitirá ejercer una oposición nada amigable al gobierno popular.
En las filas neoliberales, después de haber probado las mieles del poder formal durante cuatro años, no se descarta nada. Los más recalcitrantes, que se sienten hermanos de sangre de Jair Bolsonaro, no desechan la posibilidad de producir un golpe de estado a la boliviana si el nuevo gobierno avanzara –como debe hacerlo- con medidas de contenido justicialistas. ¿Exceso de imaginación? La derecha no tiene límites ni escrúpulos a la hora de someter a los pueblos y colocar a los países a los pies de las clases dominantes. Hoy todo es posible en esta Argentina dolorida y ya circulan propuestas que es bueno tener presente. No ha sido menor la difusión de la noticia que transcribimos a continuación y que fuera publicada en diferentes medios luego de las elecciones. ¿Idea insólita? ¿O proyecto a futuro del conservadurismo? Veamos:
“Argentina del Centro”, la insólita campaña para que las provincias en donde ganó Macri formen un estado independiente.
Se trata de Mendoza, Entre Ríos, Córdoba, San Luis, Santa Fe y CABA. Sus impulsores se describen como “defensores de la libertad y el desarrollo” y “enemigos del paternalismo estatal y el socialismo argentino”.
Una insólita campaña que surgió luego de las elecciones del último domingo volvió a poner de manifiesto la marcada grieta que separa al electorado argentino: votantes descontentos con el resultado final proponen que en las provincias en las que se impuso Macri formen un estado independiente. Agrupados bajo el nombre “Argentina del Centro “ciudadanos de Mendoza, Entre Ríos, Córdoba, San Luis, Santa Fe, y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires adelantan que “se viene Centrexit (en referencia al Brexit) y se describen públicamente como “defensores de la libertad y el desarrollo” y “enemigos del paternalismo estatal y el socialismo argentino”. (Fuente: Publicado en redes por Infocielo, Perfil, Diario de Cuyo)
Se pueden atrever a estas locuras y aún a peores. El enemigo sigue siendo muy poderoso. Lo hemos dicho muchas veces y lo repetimos. El poder que mantiene le permite, entre otras cosas, conservar una fuerte influencia en los medios hegemónicos de comunicación a través de los cuales miente descaradamente. Pero es en sus reuniones públicas donde el macrismo y sus seguidores se muestran de cuerpo entero exhibiendo una carga de odio pocas veces vista en el pasado. Si de comparar se trata, el antecedente de tanto veneno verbal podemos encontrarlo en los días trágicos de 1955/56 en que el gorilaje salvaje denostaba, perseguía y asesinaba al pueblo peronista.
Por fortuna, y para sorpresa de quienes creían tener a Jesús tomado de la barba, el electorado argentino pegó un fuerte cachetazo en pleno rostro neoliberal. Y hasta en un reducto que parecía inexpugnable el conservadurismo amarillo sufrió una derrota que tiene mucha más importancia de la que muchos imaginan. ¡Gloria y loor a Juan Román Riquelme, por haber sido el morochito plebeyo que jugó un rol fundamental para desalojar a la dinastía de los Macri Blanco Villegas del Club Boca Juniors!. Hay personajes que por esas cosas de la vida aparecen en el lugar justo y en el momento exacto. Román es uno de ellos. Esperemos que el club de la ribera recobre, en adelante, su esencia popular arrebatada por el empresariado macrista.
No está mal festejar y entusiasmarse. Hay motivos para ello pues lo nuestro es muy valioso. Recuperar el gobierno nacional, la provincia de Buenos Aires y otros sitios que nos habían ganado permite soñar con la Argentina que merecemos. Pero controlemos los entusiasmos y preocupémonos por crecer en calidad y en cantidad. En cómo fortalecer las organizaciones peronistas de base, en conservar la unidad, en parapetar a nuestro gobierno de los ataques del enemigo que, seguramente serán brutales. Preocupémonos en sostener los principios éticos del Peronismo, cuya doctrina contiene en grado superlativo. Evitemos en lo posible actitudes personalistas que afecten la vitalidad y el honor de nuestras organizaciones. Es tiempo de mostrar conductas ejemplares y no picardías propias de la politiquería como cometen algunos saltimbanquis que, por cuatro pesos, abandonan determinada función para la cual fueron elegidos y desprecian, sin ruborizarse, la confianza de quienes los votaron.
Dos palabras respecto a la realidad lanusense. La herida que dejó la derrota sufrida por el Frente de Todos en las elecciones de octubre y que permitió la continuidad del macrismo al frente del municipio de Lanús seguirá abierta por largo tiempo. Perdimos siendo representados por una lista surgida en las elecciones Primarias, Abiertas, Obligatorias y Simultáneas. O sea una lista elegida democráticamente por los vecinos en el mes de agosto. De manera que no hay nada que objetar en este sentido. Las compañeras y compañeros que nos representaron, y especialmente quienes ocuparán CONCRETAMENTE sus bancas en el Concejo Deliberante, merecen todo nuestro apoyo. En adelante, si cumplimos con nuestro deber de luchar por recuperar el gobierno municipal de Lanús no será lo mejor atacar y despreciar a los propios. El camino y la acción correcta serán el debate fraternal interno y asegurar la unidad de nuestro espacio.
Claro que proponer un debate amplio e insistir con tenacidad en mantener la unidad no significa dejar pasar así como así actitudes que, frente a la sociedad, afectan la imagen de nuestra expresión política. En un momento en que son necesarios los mejores paradigmas, que nuestros dos principales candidatos abandonen sus responsabilidades en Lanús para desempeñarse en otras parcelas de la política, como lo hicieron los compañeros Edgardo Depetri y Nicolás Russo, no es el mejor de los ejemplos. Este cronista, que para dar carnadura a sus notas suele poner el oído en el corazón de los vecinos, particularmente en los sectores militantes, puede dar fe del efecto negativo que tales deserciones causaron en nuestro activo. En política, si no mantenemos la ética en todo lugar y en todas las acciones que realizamos, seguramente salpicaremos de indignidad a nuestro alrededor. Si eso ocurre, si nos alejamos de la ética, contribuiremos a que las organizaciones a las que pertenecemos, igual que el pescado, como decía Juan Perón, comiencen a pudrirse por la cabeza.
(*) De Iniciativa Socialista