por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comHasta no hace mucho, para varios hinchas de Lanús Marcelino Moreno no daba la talla. Durante el verano pasado, un ex directivo Granate confesó que lo llamaba “uyuyuy”, ya que Marcelino apilaba jugadores a gusto pero insinuaba más de lo que concretaba: en la última gambeta perdía la pelota o la entregaba mal o le pegaba desviado. Desde su debut, de tanto ilusionarse en vano, los hinchas granates fueron perdiendo la confianza en él. Sin embargo desde el inicio de éste torneo viene levantando notablemente su nivel. El jueves 31 en La Fortaleza, en la victoria ante Boca, Marcelino fue la figura más destacada de la fecha 11ª. A los 8’ avanzó por derecha, dejó a un rival en el camino, levantó la vista y con un pase magistral, superando a varios defensores, le puso el balón en la cabeza al Pepe Sand, para que la peine con clase y la ponga en el segundo palo que Andrada desprotegió en su retroceso. Cinco minutos después enganchó de izquierda al centro esquivando rivales en slalom hasta quedar frente al arco, en posición de 10, para pegarle de derecha en el momento exacto y reventar el travesaño de su comprovinciano y ex compañero. A la media hora de juego, Marcelino se floreaba cual si fuera un torero y los jugadores de Boca, piafando, le buscaban los tobillos.
A los 32’ llegó el empate Xeneize en una jugada curiosa que demuestra que la zona defensiva, aunque viene mejorando fecha tras fecha, es el punto débil del equipo de Zubeldía. Salvio, integrante del seleccionado argentino que disputó el Mundial de Rusia 2018, formado y crecido en Lanús, recibe en tres cuartos demasiado libre, el Pibe Valenti, gran proyecto de central zurdo de la cantera, 1,90 de altura, va bien de arriba y tiene buen remate de media distancia, calcula mal al salir a atorarlo, resbala y al quedar detrás del Toto le pone la mano en la cara para evitar que defina solo ante Rossi, falta clara que Rapalini
sanciona, sin castigar con la expulsión que hubiese podido caber. Zárate se paró frente a la pelota y no había duda posible acerca del ángulo al que iba a apuntarle. En la carrera hacia el balón, Rossi dio el paso fatal hacia su palo izquierdo, y la redonda se metió inexorable en el ángulo derecho del arquero que pertenece a Boca pero juega para Lanús, que no pudo llegar. Zárate festejó su gol tirándole besos al público de Lanús, aunque se defendió diciendo que su mujer estaba ubicada en las cabinas para las autoridades visitantes, que se encuentran efectivamente en la parte superior de esa platea local. Ya sea por provocador, por pollerudo o por estúpido, merecía la roja directa. Rapalini lo reprendió, pero persuadido de que tenía amarilla omitió volver a amonestarlo, como indudablemente correspondía, compensando la no expulsión de Valenti en la jugada previa. De ahí en más, su arbitraje fue deplorable.
A los 3’ del complemento, Marcelino recibe libre un lateral, cerca de la banda izquierda y de la línea de fondo de Boca, y se queda parado. Mete un amague de papi fútbol que desconcierta a los defensores visitantes y después se la toca a Pasquini, que venía tocando bocina por entre medio de propios y extraños, y al llegar a la raya de fondo la tiró a ras del piso, levemente hacia atrás, Andrada falla otra vez en su manotazo y Auzqui, por el segundo palo, marca el gol del triunfo. Este mismo Auzqui que había debutado en 2009 en Estudiantes, donde se consolidó siendo titular durante varias temporadas, a punto tal de pasar a River, donde jugó poco. Su carrera se diluía tras pasar por Huracán sin demasiado suceso. Jugador de un promedio de un gol cada diez partidos, llegó a Lanús de relleno a comienzos del torneo y resultó fundamental. En 11 compromisos lleva marcados 5 goles, y se complementa a la perfección con Di Plácido, otro que para la mayoría no estaba para jugar en Lanús, y hoy es otra de las figuras. También llegó Muñoz, jugador de categoría internacional, una incógnita que vino de Europa después de una larga lesión y se adaptó muy bien. Y el pibe Vera, otra grata sorpresa, que llegó a cuarta división como delantero por izquierda, que volvió de su préstamo en All Boys y ahora juega como una especie de enganche, siempre bien ubicado, cabeza levantada y toque de primera, alternando la conducción con Marcelino, interactuando con Auzqui y Di Plácido, es otra de las grandes revelaciones.
Hace un par de partidos que por el Laucha Acosta, lesionado, se sumó Alexander Bernabei, de 19 años, que fue formado como lateral defensivo y ahora juega de atacante izquierdo, postergando ni más ni menos que a Pedro de la Vega. Como una síntesis de todo esto, en el banco de Lanús está Luis Zubeldía, aquel capitán de la Selección Juvenil que tempranamente debió retirarse por una grave lesión, al que el club le dio la oportunidad de dirigir juveniles, luego fue ayudante de campo del gran Ramón Cabrero, hasta que se hizo cargo del primer equipo, peleó varios títulos como DT de la Primera, se fue y se transformó en entrenador de nivel internacional, y cuando se lo pidieron, no dudó en volver porque el club lo necesitaba y hoy es el gran responsable de éste equipo aún en formación que está peleando la Superliga y la Copa Argentina.
Boca es Boca, tiene mucho dinero y lo gasta sin complejos. Llegó a Lanús con su plantel de estrellas, donde los jugadores propios son minoría, integrado por Andrada, Izquierdoz, Marcone, el Toto Salvio, todos vendidos por Lanús, como también el ausente Paolo Goltz. De la lista completa de futbolistas que presentó el visitante en el Néstor Díaz Pérez, sólo el pibe Agustín Almendra, que fue titular, proviene de inferiores, ya que Nicolás Capaldo, que estuvo en el banco, llegó al club con edad de tercera. Y también se podría agregar a esa lista a Carlos Tévez, que se llamaba Carlos Martínez pero tuvo que cambiar de apellido para pasar de All Boys a Boca y perjudicar alevosamente al club de Floresta que lo formó. En el banco de Boca las órdenes las dio Gustavo Alfaro, ex futbolista de Atlético de Rafaela quien fuera campeón como DT de Arsenal, pero que en su larga trayectoria dirigió una quincena de clubes, la mayoría de los casos peleando la permanencia.
El estadio de Lanús es de los más hermosos del país. Sin embargo, lo más valioso está detrás, en los amplios baldíos que pertenecían al ferrocarril y que en los años 70, con el Tano D’Angelo a la cabeza, un grupo de dirigentes consiguió sin costo alguno para el club, y donde con el tiempo se fue construyendo el Polideportivo, las 10 canchas de fútbol, la lujosa pensión y toda la estructura necesaria para convertir a la entidad en una fábrica de talentos. Y es a partir de ahí, sumando dos más dos, que se comprende un poco mejor el resultado del partido. Sabemos que en el fútbol, además de todo, hace falta suerte, pero está demostrado que el camino correcto, el único viable con recursos propios, es el que el club Lanús está transitando desde hace 40 años.