Evidentemente a algunos dirigentes de clubes les queda grande su empresa social. Si no, veamos lo que sucedió en el club chingolense Villa Unión y la disciplina patinaje. Así lo relata Cecilia Gimenez: “Mi hija menor empezó a patinar en mayo en el club Villa Unión de Monte Chingolo. Durante todos estos meses nunca nadie de comisión directiva se acercó durante una clase; no se nos respetó jamás el horario de la clase: debíamos ingresar a las 17:00 y nos ha tocado esperar hasta 20 minutos en la puerta con las nenas, tomando frio. Nunca nos dejaron recuperar el tiempo perdido y el 80 por ciento de las clases comenzaron con demoras de entre 10 y 20 minutos. La profe es un amor, pero los directivos ni se dignaron escucharnos y empezamos a ser calificadas las mamás de patín como «las problemáticas». A fin de septiembre, le dieron a la profe para vender unos bingos que se realizarían este domingo pasado. Algunos que pudimos pagamos y otros los pagó la profe para no generar conflicto. Sólo $200 equivalentes a dos bingos no fueron rendidos, porque la chica responsable de los mismos dijo tajantemente que no quería comprarlos y no quería que la profe los pague. Entonces fue cuando nos cerraron las puertas del club, alegando falta de colaboracion por parte de la disciplina.
Entonces me pregunto: ¿Cuál es el fin de un club de barrio? ¿Sólo recaudar? Ahora las doce nenas que formaron un precioso grupo, tienen que salir a buscarse un nuevo lugar sólo porque a uno o dos señores se les hace fácil de un dia para otro decidir que no hay más patín en Villa Unión”, manifiesta Cecilia.