por Alejandro Chitrángulo
Puede que algunas veces hayas sentido un deja vú cuando te proponés tener una vida más saludable. A lo largo de los años no es raro que se repita el propósito de arrancar con hábitos sanos como comer mejor, hacer deporte y adquirir rutinas de vida más aconsejables. Pero ¿qué hace que fracasemos? Cuando se toma la decisión de incluir en tu vida una serie de cambios saludables lo más importante es no obsesionarse con la idea de que los resultados deben notarse de forma instantánea.Nuestro organismo necesita tiempo, y aunque eso puede parecer un impedimento para alimentar la motivación, ya que los resultados de unas prácticas saludables tardarán en aflorar, lo cierto es que en el fondo es una ventaja. Siempre contamos con tiempo para mejorar, y cuando lo hacemos, el cuerpo es una maquinaria que absorbe los cambios de forma gradual.
Lo ideal es no afrontar los cambios de forma radical. Es más recomendable ir planificando una incorporación de nuevas rutinas saludables de forma gradual, porque si te marcás un día en el calendario donde sumar varias iniciativas, lo más probable es que acabes desistiendo. Si la idea es incluir ejercicio físico y una alimentación saludable al día a día, se debe tener en cuenta que son cuestiones que necesitan constancia y paciencia, y que pese a las motivaciones se pueden vivir momentos de flaqueza.
Somos lo que comemos, y eso al final se transmite a nuestro estado anímico, a la sensación de agilidad, energía y bienestar general. Cuando se varía la alimentación para hacerla más saludable se está facilitando la percepción de que la calidad de vida mejora, y eso hará que cada vez uno sea menos consciente de que se ha iniciado el proceso hacia un mejor estilo
de vida, y que sea “normal” cuidarse.
Lo importante es el hábito, y no el resultado a corto plazo. Cuando el hábito está asentado en tu rutina, cruzás la frontera entre esforzarte y asimilarlo como algo normal. Ese es el momento cuando tu cuerpo ya está en la fase de mostrar los resultados y de sorprenderte, ya que los cambios, surten al fin su efecto.
Para lograr los mejores resultados hay que conseguir desprenderse de alimentos ultraprocesados, azúcares y grasas saturadas, porque por mucho ejercicio que se realice, consumiendo malos alimentos el cuerpo no notará mejoría y eso acabará minando el ánimo y obligando a abandonar.
Los dos puntos básicos para llevar a buen puerto un cambio de alimentación son la planificación y la compra cuidadosa de productos. Lo ideal es elabor todas las semanas un menú de lo que se va a comer para no dejar espacio a la improvisación. Las prisas y la impulsividad son las peores enemigas de una alimentación saludable. No hace falta ser meticuloso con el número de calorías que se ingiere o el aporte de hidratos. Se puedeempezar introduciendo más verduras y fruta, y buscando alimentos reales, de calidad, que aporten fibra y proteínas, cerrándole el paso a los ultraprocesados. Poco a poco a poco se irá tomando conciencia de cómo combinar estos productos y, según el organismo se acostumbrea apreciarlos todo será más simple.
Cuando “no” arrancar
Cuando nos decidimos a empezar una dieta, generalmente esperamos a que llegue el lunes o el primer día del mes. Sin embargo, hay un día de la semana que resulta ser el peor para iniciar un nuevo régimen alimenticio: el martes.
De acuerdo con un estudio realizado por la empresa británica TescoDiets, quienes empiezan una dieta para bajar de peso un martes son más propensas a abandonarla en menos de una semana, e incluso tienden a ganar más peso del que tenían al inicio.
Sin embargo, estadísticamente quienes deciden cambiar su alimentación para perder peso un lunes tienden a obtener mejores resultados: hasta 4 kilos perdidos en tres semanas.
También es buena idea empezar la dieta un domingo, ya que esto se asocia con una mayor constancia, menos probabilidades de sufrir el “efecto rebote” y más capacidad de mantener la pérdida de peso a largo plazo en un 88% de los casos.
Los autores del estudio aseguran que, aunque cambiar los hábitos alimenticios es difícil cualquier día, “psicológicamente nos sentimos más motivados si empezamos la semana haciendo dieta”. Según se desprende del estudio, por término medio cada mujer hace dieta tres veces al año y mantiene cada una durante un período aproximado de tres semanas.